La influencia de la cultura en la cooperación internacional

Reflexiones desde el Foro de la Franja y la Ruta.

Integrantes del Foro de Cooperación de la Franja y la Ruta.

El 15 de octubre de 2024, el «Belt and Road Forum for International Think Tank Cooperation» y el «Silk Road (Xi’an) International Communication Forum» llegaron a su fin en la histórica ciudad de Xi’an. Como corresponsal de Diario La R, tuve la oportunidad de asistir a este evento donde líderes, académicos y expertos de todo el mundo se reunieron para discutir la cooperación internacional y los avances en la Iniciativa de la Franja y la Ruta.

La Iniciativa de la Franja y la Ruta, lanzada por China en 2013, busca promover la conectividad y la cooperación a nivel global a través de proyectos de infraestructura, comercio y desarrollo sostenible. Esta ambiciosa iniciativa se inspira en la antigua Ruta de la Seda, que facilitó el intercambio cultural y comercial entre Asia, Europa y África. En 2024, la Franja y la Ruta ha evolucionado significativamente, ampliando su alcance para incluir a países de diversas partes del mundo, como Colombia, que participó activamente en el foro. La inclusión de Colombia resalta no solo el interés del país en fortalecer lazos internacionales, sino también la importancia de su ubicación estratégica en América Latina para las conexiones comerciales globales.

Desde el inicio de la jornada, quedó claro que la diversidad cultural era una constante en el ambiente del foro. Las presentaciones y debates abordaron temas como infraestructura, sostenibilidad e innovación, pero también se hizo evidente cómo los valores y creencias de cada país moldearon las perspectivas sobre la colaboración. En culturas colectivistas, se enfatizó la importancia de la comunidad y el trabajo en equipo, lo que facilitó el diálogo y la búsqueda de soluciones conjuntas. En contraste, en culturas más individualistas, noté que el enfoque estaba más centrado en los intereses propios, lo que generó ciertas tensiones durante las negociaciones.

La forma en que comunicamos nuestras ideas y propuestas también reveló diferencias culturales significativas. Mientras algunos oradores optaron por un estilo directo y claro, otros se mostraron más sutiles y diplomáticos. Estas variaciones llevaron a malentendidos en ocasiones, lo que resaltó la necesidad de un enfoque consciente y adaptado al contexto cultural en el que nos encontrábamos. La habilidad para interpretar las señales culturales se convirtió en un recurso invaluable para avanzar en las discusiones.

Otro aspecto que impactó mi experiencia fue la percepción del tiempo. En algunas culturas, el tiempo se considera lineal y puntual, mientras que en otras, es más flexible. Esta diferencia se tradujo en la manera en que se plantearon los plazos para los proyectos de cooperación. En un mundo donde la inmediatez es a menudo valorada, recordar que algunas culturas requieren más tiempo para construir confianza y relaciones significativas fue un aprendizaje crucial.

La construcción de relaciones interpersonales también ocupó un lugar central en el foro. En los diálogos, se destacó la importancia de crear vínculos de confianza antes de abordar cuestiones colaborativas. Esta dinámica fomentó un ambiente de respeto y consideración, donde cada participante se sintió valorado. Observé cómo las interacciones informales, las sonrisas y los gestos de cortesía abrieron puertas a discusiones más profundas y significativas.

Periodistas Ben Kei, Vanessa Martinez y Nicolás Mancini.

Tradiciones y costumbres locales

Las tradiciones y costumbres locales también fueron un tema recurrente. Algunos participantes expresaron su preocupación por cómo ciertas iniciativas podían ser percibidas como intrusivas, lo que llevó a debates sobre la necesidad de adaptar los enfoques a las realidades culturales de cada país. Este reflexionar sobre las sensibilidades culturales resultó en un enfoque más inclusivo y respetuoso hacia la cooperación.

La historia compartida entre las naciones también emergió como un factor que influye en la percepción de la cooperación. Las experiencias pasadas, desde conflictos hasta alianzas, moldearon las actitudes de los países hacia la colaboración. Durante las discusiones, algunos participantes hicieron hincapié en cómo la memoria histórica puede generar desconfianza, mientras que otros resaltaron la importancia de aprender del pasado para construir un futuro más colaborativo.

A lo largo del evento, se enfatizó el papel de la educación y la formación en la preparación de las futuras generaciones para la cooperación internacional. Se discutió cómo las diferencias en enfoques educativos pueden afectar la manera en que se desarrollan las capacidades para el diálogo y la colaboración. Esta reflexión fue especialmente relevante, ya que la educación es una herramienta fundamental para fomentar un entendimiento mutuo y una cultura de paz.

El foro en Xi’an no solo fue un evento significativo en el calendario internacional, sino que también se convirtió en un espacio de aprendizaje sobre la complejidad de la cooperación entre naciones. La diversidad cultural, la construcción de relaciones y la comprensión de las diferencias fueron temas que resonaron profundamente en cada discusión. La participación de Colombia en este contexto resalta la creciente importancia de América Latina en la esfera global y la necesidad de fomentar relaciones sólidas entre regiones.

Espero que este tipo de encuentros sigan promoviendo el entendimiento y la colaboración entre países, contribuyendo a un mundo más justo y equitativo para todos. La Franja y la Ruta no es solo un proyecto de infraestructura; es una oportunidad para construir puentes entre culturas, promoviendo un diálogo global que beneficie a todos.

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