La producción de baterías para vehículos eléctricos requiere gran consumo de energía, además de la repercusión que puede tener en los suelos y las aguas, la extracción de minerales como cobaltos, níquel, silicio… Sin embargo, este tipo de autos siguen siendo los que más contribuyen al cuidado ambiental.
Las marcas BYD, Geely, MG, Xpeng y otras del mercado chino (cerca de 100), al construir modelos de vehículos que no necesitan combustible, reducen las emisiones de gases que contribuyen al efecto invernadero. El transporte de esta clasificación no quema combustible internamente, por lo que no afecta la calidad del aire, posibilita menor contaminación acústica, menos piezas que requieran mantenimiento y mayor eficiencia energética, estamos hablando de un 75 %.
La República Popular de China mantiene su estrategia para enfrentar la contaminación ambiental a través de leyes reguladoras de los contaminantes, entre ellas: La Ley impositiva de protección ambiental, Ley de Prevención y Control de la Contaminación del Agua, el Plan de acción para abordar la contaminación, Prohibición de nuevas plantas de carbón, y el aumento del consumo de energía renovable. Igualmente, es líder en cuanto a la producción de energías limpias, participando activamente en la cooperación internacional para la mitigación del cambio climático. El Instituto de Investigación de Energía Limpia de Huaneng(CERI)es un ejemplo. Asumiendo el fortalecimiento de la «potencia tecnológica estratégica nacional» como su responsabilidad, acelera los pasos para convertirse en el lugar de nacimiento de tecnologías originales, y constructor del nuevo sistema de energía con las energías renovables como núcleo.
En el camino para alcanzar los objetivos de cero contaminantes, pero a la vez seguir desarrollando su industria, se han convertido en los mayores fabricantes y exportadores de vehículos eléctricos.
A principios del año 2000, China contaba con una producción automotriz desarrollada; sin embargo, decidió apostar por los autos 100 % eléctricos, enfoque alternativo frente a la competencia con Occidente por los modelos a base de combustión. Convirtieron el plan en una estrategia del estado, y veinte años después, les ha dado resultado: las marcas chinas representan aproximadamente la mitad de todos los vehículos eléctricos vendidos en el mundo.
Este éxito se debe, en gran medida, al apoyo gubernamental, a través de una serie de medidas políticas bien financiadas para impulsar tanto la oferta como la demanda. Según datos de la Asociación China de Fabricantes de Automóviles (CAAM), entre 2009 y 2022 la suma ascendió a más de 200 000 millones de yuanes entre subvenciones y exenciones fiscales. A finales de 2023, China registró 8,1 millones de matrículas de nuevos coches eléctricos, un 35 % más que en 2022. Para lograr estos índices, la intención gubernamental no solo se centra en las grandes facilidades de pago destinadas a los clientes, la estrategia está en potenciar la innovación tecnológica para la producción, ofreciendo incentivos a fabricantes, no solo de autos personales, igualmente de autobuses y otros vehículos públicos. Por otra parte, crear toda una infraestructura tecnológica que vuelva rentable la adquisición de estos productos. El país cuenta con 1,8 millones de puntos de carga de vehículos eléctricos públicos, según los datos más recientes de la AIE de Statista.
Un BYD Seal es un coche eléctrico que compite con el Tesla Model 3, el Polestar 2 y el BMW i4, muestra del ascendente posicionamiento en el mercado internacional, frente a las marcas más reconocidas. Muchos países igualmente han incentivado el desarrollo de medios de transporte ecológicos, que simplifiquen la contaminación, a través de regulaciones y estipendios; sin embargo, ninguno como China parece adaptarse a esta nueva generación de la industria del transporte.