Una Historia adelantada

China va a lograr avances científicos y tecnológicos que se volverán inalcanzables.

Trump triunfó no porque era un gran orador. Perdía el hilo en sus discursos, divagaba, decía cosas absurdas, gritaba consignas superficiales que enfervorizaban a sus seguidores y estremecían a los intelectuales vinculados a las universidades y los grandes medios de comunicación del país. En el tiempo de la post verdad triunfó un candidato que expresaba a norteamericanos con educación elemental, obreros de fábricas en decadencia y campesinos remontados, que sufren los estragos que produce en su vida cotidiana el progreso de la ciencia y la tecnología.

El conservadurismo de Trump llega a clases medias enfrentadas a élites y supuestas conspiraciones mundiales, junto con dosis de racismo, misoginia y desdén por la democracia, que moviliza a los blancos menos educados de la nación.

Después del triunfo, Trump quiere convertirse en el líder de la renovación ética del país. El único ciudadano que ha llegado a la presidencia de la Unión habiendo sido prontuariado por la policía durante la campaña, enjuiciado en decenas de causas, entre otras el escandaloso soborno a una prostituta con fondos de la campaña electoral pasada, se ha convertido en el defensor de la moral y la familia conservadora.

Dicen que “las encuestas fracasaron”, como en estas elecciones presidenciales norteamericanas, pero esto no es verdad. Los estudios que se hacen en ese país son estatales, porque quien gana, aunque sea por poco, consigue todos los electores que le corresponden.

Me hubiera gustado que el mundo fuera distinto, pero soy intensamente feliz en uno que funciona de otra manera. En mi utopía habría deseado que todos los electores, para poder votar, deban leer la Introduction to Mathematical Philosophy, de Bertrand Russel, para que sepan que ninguna teoría es definitiva, que los ángulos internos de un triángulo suman menos o más de 180 grados según se use una u otra geometría no euclidiana

En estas elecciones, en 43 estados y en el distrito de Columbia ganó el candidato que decían las encuestas. En siete, la distancia entre quien las encabezaba y el segundo eran inferiores al margen de error, podía ganar cualquiera. Sumados, los electores de esos estados eran 90.

La eternidad de los dioses quedó por los pies.

Así votarían sabiendo que las ideologías de los candidatos son tan endebles como la pretensión de eternidad de los faraones egipcios, que se momificaron para reinar para siempre y se hicieron enterrar con enormes tesoros saqueados en pocos años. Sus cuerpos segregan una sustancia negra que sirvió para fabricar el betún para zapatos de los europeos en la Edad Media.

Muchos políticos progresistas se han situado en un discurso pedante, que parte de su superioridad intelectual en disputa con otros políticos, mientras en la sociedad de la internet los electores libres de la política vertical simpatizan con candidatos que están con ellos, comparten sus supersticiones y sentimientos y no se ponen por sobre su cotidianidad.

El demócrata de izquierda Bernie Sanders dijo hace poco que, para él, los autodenominados progresistas reemplazaron el “clasismo” clásico con eslóganes de la cultura woke de forma que, desde su punto de vista, un obrero blanco paupérrimo es un “privilegiado” si se compara con una multimillonaria persona de color.

Las universidades más prestigiosas de Estados Unidos dejaron de lado criterios meritocráticos del pasado, perjudicando a muchos hombres “blancos”, de familias modestas y a los de origen asiático, para favorecer a mujeres, afroamericanos y miembros de minorías sexuales.

Lo grave es que este retorno a la oscuridad en Estados Unidos se produce en un momento en el que China superó y está terminado con la pobreza y en el que cada día la ciencia y la tecnología están construyendo una humanidad superior.

Es la principal potencia del mundo que compite con los avances de norteamericanos generados en Silicon Valley, no en las comunidades amish y los barrios de blue-collar workers que triunfaron con Trump.

China ha creado Zonas de Desarrollo Económico y Tecnológico, para desarrollar industrias de alta tecnología, atraer inversión extranjera, aumentar las exportaciones y mejorar la economía de sus regiones. No hay que olvidar que el actual presidente de China es el ingeniero Xi Jinping, quien desarrolló Shenzhen, la zona china de alta tecnología que es un modelo del avance para el mundo.

El estímulo a la investigación es enorme, los premios del Estado de Ciencia y Tecnología son el más alto honor que se puede conseguir en la República Popular China.

En 2023 China fue el país con más usuarios de internet en el mundo, con 1.092 millones de suscriptos. Su economía digital representa el 30% de su PIB. China representa casi la mitad de las transacciones de comercio electrónico del mundo, alberga nueve de los 23 unicornios de FinTech de propiedad privada y posee el 29% de las patentes de energía renovable del mundo.

Según el Instituto Australiano de Política Estratégica (ASPI), China domina la investigación científica en el 89% de las 64 tecnologías identificadas como “críticas”. Entre 2003 y 2007, Estados Unidos dominaba la investigación en el 90% de estos campos de estudio.

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