En 1988, transcurriendo el primer gobierno tras la vuelta a la democracia encabezado por el Partido Colorado con Julio María Sanguinetti de presidente, nace el proyecto Centros de Atención a la Infancia y la Familia (Caif), que se convirtió en una política pública llegando a cumplir en 2024 sus 35 años, atravesando varios gobiernos, partidos y situaciones. Diario La R habló con Gabriel Vidart, quien fue parte fundamental de esta creación.
En esa época “había muchísimos desafíos de toda índole y al ser el primer gobierno post gobierno de facto, debía reencarnarse una vida democrática y republicana que había sido hackeada y sin lugar a dudas esto implicaba sortear obstáculos” recordó. En ese sentido, expresó que se había realizado un análisis de la situación que vivía el país, por Juan Pablo Terra y Mabel Hopenhaym, entre otros estudios, que arrojaron una concentración de pobreza infantil. Los recursos que se disponían eran “bajos” y “había que usarlos con inteligencia”, llegando entonces a la conclusión de “el mejor camino era apostar a la primera infancia”. Principalmente en aquellos niños y niñas que estaban sometidos a condiciones de pobreza y de carencias de toda índole que iban a “impactar de manera definitiva sobre su futuro”.
CAIF, desde el principio, se crea en convenio con Unicef y con carácter interdisciplinario de alianza entre el Estado, Organizaciones de la Sociedad Civil (OSC), e Intendencias Municipales, bajo la órbita del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social y pasa en 2005 a pertenecer al Instituto del Niño y Adolescente del Uruguay (INAU). “Hecho, que aunque no parezca, fue revolucionario para su época, porque en vez concentrarse a tomar la primera infancia en aspectos netamente educativos, cubre necesidades básicas, garantizando la alimentación y la salud, con participación familiar y comunitaria” destacó.
Para Vidart, el punto de mayor acierto “fue darle a la OSC la responsabilidad de la administración de los centros, porque a partir de tener el respaldo de la comunidad se convierten a su vez en los principales defensores del plan”. Logrando así que trascienda los gobiernos: “Si uno analiza la evolución hay muchísimos aspectos que te dan la pauta de que todos los gobiernos protegieron al Plan Caif” pero “principalmente porque se encuentra protegido por la sociedad civil”.
Desde su posición, como secretario ejecutivo del programa, fue parte de su diseño y desarrollo y encargado de negociar los primeros recursos. Vidart, destacó también, a la entonces ministra de Educación y Cultura, Adela Reta, quien “desde el principio entendió la importancia que potencialmente podía llegar a tener este plan”, en ese sentido, reflexiona que “siempre hay tensión entre quienes tienen que administrar los recursos que ven a esto como una cosa que eventualmente compromete el equilibrio fiscal y quienes por el contrario, abogan por no verlo como un gasto sino como una inversión en un sector altamente significativo como es la infancia”.
Otro acierto, considera que fue “haber optado por lograr una masa crítica de centros operando para que la administración siguiente no pudieran quitar el programa” entonces en esa carrera, inauguró 41 centros en un período de dos años con ayuda de la misma ciudadanía, que informó, se contactaba para solicitar que se abriera un centro en su zona. Esto provocó además, que las personas fueran las que marcaran agenda y “sea aún más difícil echar para atrás algo que la gente sentía como una conquista” expresó, celebrando que esta “es la garantía de que el Plan continúe”.
Una política de Estado
Al igual que muchos otros programas, como lo es Ceibal, tiene la particularidad de haberse convertido en política de Estado. “Hoy nadie puede decir que tiene sombrero político”. Si bien requirió de ajustes y modificaciones, para reinventarse, según las diferentes circunstancias por las que pasó el país, no dejó de ser “altamente prestigioso por su compromiso con la justicia social”.
En cuanto al gobierno que asumirá en 2025, encabezado por Yamandú Orsi, reflexiona que “su trabajo de potenciar políticas orientadas a mejorar la calidad de vida de los niños y de la primera infancia, no va a partir de cero, porque el Plan Caif ya es un referente que va a facilitar esa tarea”.
Uruguay ha sido destacado en muchas áreas, entre ellas por su democracia y estabilidad política, pero Vidart entiende que una de las cosas por las que hay que “enorgullecernos” como sociedad es “la importancia de las políticas sociales”. En este marco recordó que cuando dejó su puesto habían inaugurado 41 centros y al día casi alcanza los 500, ejemplo de que “la primera infancia sigue siendo una de las grandes preocupaciones”. Entonces reflexiona que el Caif “es una bandera de justicia social”.
Vidart concluye que el Plan Caif “me ha marcado profundamente, lo siento como un hijo que ha logrado madurar, crecer e independizarse”. Destacando que “es un plan muy uruguayo, que se ajustó y ajusta a la realidad uruguaya y que tiene una forma muy diferente de trabajar a la de otros países”.