Turquía podría convertirse pronto en el proveedor más importante de metales extraños en Europa y el segundo a nivel mundial. Estos metales son de suma importancia para industrias estratégicas como lo son las de los vehículos eléctricos, la aeroespacial o militar.
El ministro de energía y recursos naturales de Turquía, Fatih Dönmez, comunicó este reciente descubrimiento desde el propio yacimiento de Beylikova. Según Dönmez, esta reserva cuenta con un tamaño tan grande como la mayor del mundo, situada en China y además tiene la capacidad satisfacer tanto la demanda local como global.
Los llamados metales raros son un conjunto de 17 elementos químicos que pese a su nombre, se encuentran en todo el planeta aunque con poca frecuencia pueden obtenerse en su estado puro. Según el ministro el nuevo yacimiento contiene 694 millones de toneladas métricas de minerales de estos excepcionales componentes. Esto lo sitúa en el segundo lugar del mundo por detrás de Bayanoba, en China, con una reserva de 800 millones de toneladas. Además, durante su anuncio comentó que en aquel yacimiento pueden encontrar 10 de los 17 elementos de los metales raros con fácil acceso puesto a que se hallan entre 50 y 100 centímetros de la superficie, posibilitando su extracción.
Turquía tiene la intención de construir una planta piloto antes de la finalización del año con el fin de procesar estos materiales. Si bien las obras no iniciarán hasta que acaben los trabajos de I+D por parte de los ingenieros y académicos del país. Dönmez sentenció que se procesa 570 mil toneladas de mineral anualmente, de las que se estima se pueden extraer 72.000 toneladas de barita, 70.000 toneladas de fluorita y 250 toneladas de torio, un elemento que funciona como combustible nuclear. Una vez que todo esto sea procesado se obtendrán alrededor de 10.000 toneladas de óxido de metales.
Estos componentes son requeridos fundamentalmente para la fabricación de materia prima tecnológica de industrias como la del transporte, energía, salud o comunicaciones. Se encuentran en los imanes de los molinos de viento, en las baterías de los coches eléctricos o en los combustibles de las centrales nucleares.
Su demanda anual alcanza hasta 126.000 toneladas a nivel global y se prevé que esa cifra supere el doble en 2030. Según la investigadora de la Universidad de Deakin (Australia), Cristina Pozo-Gonzalo, es necesario contar con hasta 600 kilogramos de este tipo de material para hacer funcionar una sola turbina eólica.
Reuters ya contó que el año pasado, los fabricantes de autos eléctricos de origen occidental comenzaron a reducir al mínimo el uso de metales raros y están en busca de materiales alternativos para construir sus baterías. Aparte de la falta, quieren evitar problemas con el suministro proveniente de China. Sin una pronta solución frente a este problema, la agencia dijo que no será posible ampliar la autonomía de los vehículos eléctricos que ha sido y es la gran debilidad de esta nueva forma de transporte.
+Datos:
Mientras no se encuentre sustituto para la batería de iones de litio, la nueva reserva de Beylikova asistirá el inconveniente y cubrirá la creciente demanda de metales raros, que poco a poco obliga por consecuencia a sacar más minerales de la tierra, con el precio medioambiental que esto conlleva.