A multimillonario ruso le congelan las cuentas bancarias y se queja porque no tiene para pagar quién le limpie su mansión

Mikhail Fridman vive en Londres y es dueño de un banco. Su fortuna asciende a 10.400 millones de dólares

El multimillonario Mikhail Fridman, crítico con la guerra en Ucrania, declaró esta semana al diario español El País que vivía «prácticamente en arresto domiciliario» debido a las sanciones impuestas contra él en el Reino Unido y la Unión Europea tras la invasión rusa de Ucrania.

Para el multimillonario ruso Mikhail Fridman, la vida ha cambiado drásticamente a raíz de las sanciones que se le impusieron. El empresario, afincado en Londres, quien además ha dimitido del cargo de director de su empresa de inversiones LetterOne, asegura que no puede acceder a su fortuna, ya que sus cuentas bancarias han sido bloqueadas. Actualmente, no puede viajar a los países de la UE. «Las autoridades de Gran Bretaña tienen que asignarme una cierta cantidad para que pueda coger taxis y comprar comida, pero será una cantidad muy limitada si se tiene en cuenta el coste de la vida en Londres», dijo a El País. Fridman había declarado hace unos días a Bloomberg que probablemente podía gastar un máximo de 2.500 libras (unos 3.250 dólares) al mes.

«Todavía no sé si es suficiente para llevar una vida normal sin excesos. Ni siquiera puedo llevar a alguien a un restaurante. Tengo que comer en casa y estoy prácticamente en arresto domiciliario», agregó. Acusado de formar parte de la camarilla de empresarios beneficiados por Vladimir Putin, después de que el Reino Unido impuso las sanciones contra el empresario, su última tarjeta bancaria en funcionamiento en el Reino Unido fue congelada. Afirma que, de esta forma, no tiene dinero ni para pagar la limpieza de su casa. «Tal vez debería limpiar yo mismo… No sé cómo vivir. No sé. Realmente no lo sé», se lamentó.

Fridman, que fundó el mayor banco privado de Rusia, es una de las personas más ricas del país, con un patrimonio neto estimado en 10.400 millones de dólares, según el Índice de Multimillonarios de Bloomberg. En 2016, compró el Athlone House, una finca de cinco acres de la época victoriana, por 65 millones de libras, unos 84 millones de dólares.

Fridman dijo a El País que no sabía si podría mantener la mansión. «No está claro si podré seguir viviendo en Londres o si me veré obligado a irme, cosa que ahora mismo no puedo hacer y no quiero por muchas razones», dijo. Fridman procede de una familia judía y nació y creció en Lviv (Ucrania), antes de trasladarse a Moscú para seguir una carrera empresarial. Fridman controla la empresa de capital riesgo LetterOne y fue uno de los fundadores de Alfa Bank, el mayor banco privado de Rusia.

Los llamados oligarcas rusos, que en su día ejercieron una importante influencia sobre el presidente Boris Yeltsin en los años 90, se enfrentan al caos económico después de que Occidente impusiera severas sanciones a Rusia por la invasión de Ucrania por parte de Putin. 

Durante el gobierno de Yelsin, Fridman fue uno miembro del semibankirschina, un grupo de siete poderosos oligarcas empresariales rusos que desempeñaron un papel importante en la vida política y económica de Rusia entre 1996 y 2000. El grupo respaldó la campaña de reelección del presidente Boris Yeltsin y tuvieron influencia sobre el Kremlin, pero cuando Putin llegó al poder en 2000, impuso su propio modelo: el nuevo trato era que, si los siete magnates se mantenían al margen de la política, podían continuar con sus negocios. Hoy Fridman rechaza cualquier vínculo con el presidente ruso y califica las sanciones internacionales contra él y otros multimillonarios rusos como «injustas», porque se basan, según él, en «falsedades malintencionadas». «No entiendo la lógica detrás de castigarme. La percepción general de los occidentales comunes es que, ‘Oh, esos oligarcas codiciosos podrían acercarse a Putin y decirle que se detenga’. ¿Por qué piensan esto?», dijo. «Nunca he estado en ninguna empresa estatal o puesto estatal», dijo Fridman en una entrevista con Bloomberg, contrariando a lo afirmado por la Unión Europea cuando lo incluyó en su lista de rusos sancionados.

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