Aristas es la evaluación nacional de logros educativos de nuestro país. Con esto se apunta a dar cuenta de en qué medida el sistema educativo alcanza los logros que se propone en tercero y sexto de educación primaria y en noveno de educación media. Es una evaluación de carácter multidimensional, que no reduce la noción de calidad a los puntajes obtenidos por los estudiantes en las pruebas, sino que considera los contextos sociales y familiares en los que opera la enseñanza formal y sostiene una preocupación por medir, describir y evaluar los distintos componentes que hacen posible garantizar el derecho a la educación de todos los niños y adolescentes uruguayos.
Recientemente, los resultados de las pruebas de matemáticas a nivel escolar han revelado preocupantes tendencias en la calidad del aprendizaje de los estudiantes de sexto año. Estas evaluaciones, que se realizan periódicamente para medir el rendimiento académico y las competencias adquiridas por los alumnos, han mostrado que un porcentaje significativo de estudiantes presenta un nivel de conocimiento bajo en esta materia. Este fenómeno plantea serias interrogantes sobre la efectividad de los métodos de enseñanza y la preparación de los educadores.
Los datos obtenidos indican que muchos estudiantes no logran alcanzar los estándares mínimos establecidos para su nivel educativo. Las áreas en las que más se evidencian deficiencias incluyen la resolución de problemas, el manejo de operaciones básicas y la comprensión de conceptos matemáticos fundamentales. Este panorama no solo es alarmante desde un punto de vista académico, sino que también tiene implicaciones a largo plazo en la formación integral de los jóvenes, ya que las matemáticas son una base esencial para el desarrollo de habilidades críticas y analíticas.
La evaluación educativa tiene una tradición de más de tres décadas en Uruguay, en las que se ha avanzado significativamente. Sin embargo, al considerar la experiencia comparada, los avances en el mundo en evaluación educativa en esas mismas tres décadas han sido más intensos, más sistemáticos y más amplios que en nuestro país.
Con esto se quiere decir que, en términos relativos a las buenas prácticas de evaluación educativa, en Uruguay, en primer lugar, se hacen pocas evaluaciones. En especial la evaluación estandarizada, independiente y sistemática, que hasta hace poco era discontinua, y se realiza solo cada tres años en educación primaria y media.
Debe reconocerse que previamente nuestro país comenzó a participar en las pruebas internacionales PISA, de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), y ERCE, de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).
Pero esas pruebas requieren el complemento de evaluaciones nacionales en cada país. En segundo término, además de escasa, la evaluación educativa está fragmentada institucionalmente. En este sentido, se destaca la ausencia de coordinación entre las evaluaciones realizadas por el INEEd y las que hace la División de Investigación, Evaluación y Estadística (DIEE) de la ANEP.
La fragmentación institucional también se expresa en los criterios y sistemas de registro y sistematización de la información. Tal vez la diferencia más notoria es que varios de los registros y sistemas no incluyen a los privados, o lo hacen parcialmente.
En la superación de esta desarticulación se ha dado un paso significativo con la reciente firma de un convenio entre el MEC, la ANEP, el Centro Ceibal y el INEEd, con el que se constituye una mesa interinstitucional de intercambio de información. Este acuerdo sienta las bases para un sistema de información educativa común a los actores que producen datos y que tienen responsabilidades respecto a la educación.
Uno de los factores que contribuyen a esta baja calidad de aprendizaje es la metodología empleada en las aulas. Muchos docentes se ven atrapados en un enfoque tradicional que prioriza la memorización de fórmulas y procedimientos en lugar de fomentar un aprendizaje significativo que promueva la comprensión y la aplicación de los conceptos matemáticos en contextos reales. Esto provoca que los estudiantes se sientan desmotivados y desconectados de la materia, lo que a su vez alimenta la falta de interés y el bajo rendimiento.
Además, es importante considerar el contexto socioeconómico de los estudiantes. En muchas ocasiones, las condiciones en las que viven los alumnos influyen directamente en su rendimiento académico. Factores como la falta de recursos, el acceso limitado a material didáctico, y el entorno familiar pueden afectar la capacidad de los jóvenes para concentrarse y dedicar tiempo al estudio. En este sentido, es fundamental que las políticas educativas aborden estas disparidades y busquen crear un entorno más equitativo que favorezca el aprendizaje.
La formación continua de los docentes también juega un papel crucial en la calidad del aprendizaje. Muchos educadores carecen de las herramientas necesarias para implementar métodos de enseñanza innovadores y efectivos. La actualización en pedagogía y didáctica es esencial para que los docentes puedan diversificar sus estrategias y adaptarse a las necesidades de sus alumnos. Invertir en la capacitación de los educadores es una de las claves para mejorar la calidad de la enseñanza y, por ende, el aprendizaje de los estudiantes.
Es necesario que las autoridades educativas tomen conciencia de la gravedad de la situación y desarrollen estrategias que aborden estos problemas de manera integral. Esto incluye la revisión de los planes de estudio, la promoción de metodologías activas que incentiven la participación de los alumnos y la implementación de programas de apoyo que aborden las necesidades específicas de los estudiantes en riesgo de rezago.
Los recientes resultados de las pruebas de matemáticas a nivel escolar reflejan una alarmante baja calidad de aprendizaje en los estudiantes de sexto año.
Es crucial que se realicen esfuerzos coordinados para mejorar la enseñanza y el aprendizaje de esta materia, teniendo en cuenta tanto las metodologías pedagógicas como el contexto en el que se desenvuelven los alumnos. Solo a través de un enfoque integral y colaborativo se podrá avanzar hacia una educación de calidad que prepare a los jóvenes para enfrentar los desafíos del futuro. La matemática no solo es una materia académica, sino una herramienta fundamental para el desarrollo del pensamiento crítico y la resolución de problemas en la vida cotidiana.