¿El Cachiporrazo o el sendero gris?

El dilema de la oposición argentina ante las PASO

Los argentinos saben de incendios. De guerras internas. De enfrentamientos irreductibles. Y saben, además, que las palabras y las formas también pueden ser combustible de esas guerras y divisiones. Nadie puede sorprenderse ni sentirse ajeno a la tan renombrada grieta cuando, en el ámbito de las conversaciones privadas, se hace también difícil el intercambio entre quienes dicen pertenecer a sectores políticamente enfrentados.

Claro que casi no hay discusiones: son canjes de consignas pre-armadas, aprendidas de memoria, repetidas sin cesar. A veces, los participantes, emulando los programas televisivos de chimentos, o los paneles de los talks-shows, hablan todos a la vez y en voz alta, hasta que surgen los gritos, y el alboroto anuncia la inevitable llegada del insulto…

Muchos, que viven en el exterior, sienten que las noticias argentinas plagian a las series de Netflix. Las consumen como parte de una tira guionada por un filoso autor, que no duda en incendiar sobre el incendio, o en sacar conejos de la galera para mantener la atención del público. Es que, en Argentina, como bien hubiera certificado Dostoievsky, la realidad (política) supera a la ficción.

En este escenario movedizo y de recursos inagotables e inesperados, resultará clave la decisión que tomen los votantes del arco opositor el próximo 13 de agosto, en las elecciones PASO (Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias) cuando se elegirán los candidatos que disputarán el poder en octubre con el oficialismo. En ese sentido, el cronograma electoral viene dando la oportunidad de observar el comportamiento en distintas regiones del país. Y, en esos ensayos, dentro del específico espacio opositor, algunas moscas blancas vienen ganando elecciones con discursos mesurados, racionales, serenos, y hasta aburridos. Es cierto que se trata de alocuciones descoloridas, que parecen dichas a media voz, con ánimo de bajar tensiones, y de brindar posibilidades discretas, pero factibles. Pero, también es cierto que están ganando.

Como aquella técnica que emplean algunos oradores, que consiste en que, en lugar de pedir silencio a los gritos al auditorio antes de comenzar, empiezan hablando en voz muy baja, para que los presentes bajen la voz, y traten de escuchar. Me pregunto si esos dirigentes habrán captado cierto cansancio social y, guiados por esa certeza, decidieron ofrecer una cuota de alivio, en lugar de las enardecidas cruzadas liberadoras…

¿Parte de la sociedad estará sintiendo que se le agotan las reservas para el combate y preferirá el camino gris, una especia de vía reflexiva, bien desprovista de carisma, porque teme las consecuencias que podrían ocasionar los enfrentamientos que promete el histerismo mesiánico de Milei o el fanatismo indómito de Patricia Bullrich?

¿Cansados, optan por quien no promete ni el paraíso ni la gran hoguera purificadora?

Sería una auténtica novedad. Porque la política argentina está jalonada de proclamas refundacionales, que fueron anunciadas con trompetas y terminaron en cierres dramáticos o en luctuosas estampidas hacia la violencia, y que solo encontraron refugio en nuevos callejones sin salida… Los argentinos que vayan a votar en las PASO, dentro de las opciones que ofrece la oposición política, se enfrentarán inevitablemente a una disyuntiva: elegir a los candidatos cuyas propuestas parecen, en el fondo, amenazas u optar por aquellos que, sin frío ni calor, vienen a proponer una especie de sendero gris, algo modesto, políticamente discreto. ¿Triunfará, en la oposición, el respingo del cachiporrazo, o terminarán festejando los que dicen representar a esa minúscula cuota de racionalidad, porción tan aburrida como inusual, de cordura? Lo sabremos dentro de tres semanas.

Julio César Guianze

Escritor, periodista,
especialista en comunicación política.

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