Virginia Urquizu, antropóloga y coordinadora de la Unidad de Casos del EAAF, compartió la historia, los desafíos y la evolución de esta importante institución, que ha trabajado incansablemente para restaurar la identidad de las víctimas y llevar consuelo a sus familias.
En 1984, el retorno a la democracia en Argentina trajo consigo la urgente necesidad de esclarecer uno de los periodos más oscuros de su historia reciente: la última dictadura cívico militar (1976-1983).
Con más de 30.000 personas desaparecidas, familias y organismos de derechos humanos buscaban respuestas. Fue en ese contexto que nació el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), una organización interdisciplinaria cuyo objetivo es identificar los restos de las víctimas enterradas sin nombre y contribuir a los procesos de justicia.
El número de desaparecidos durante la dictadura en Argentina es según estimaciones de organismos de derechos humanos como las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. Este número es simbólico y se basa en testimonios y denuncias de familiares, aunque el número exacto de víctimas podría variar, ya que los registros oficiales no reflejan toda la magnitud de las desapariciones.
El informe de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP), originalmente registró más de 9.000 casos de desapariciones forzadas. Sin embargo, tanto la Secretaría de Derechos Humanos como diversos organismos consideran que esa cifra es parcial y que el número real de desaparecidos es mayor, lo que respalda el uso del número 30.000 como representativo de la magnitud de la represión.
Inicios de la EAAF
A lo largo de sus más de 40 años de existencia, el EAAF ha trabajado no solo en Argentina, sino también en conflictos internacionales, brindando su experiencia en situaciones de genocidio, crímenes de guerra y desapariciones en países como Uruguay, Guatemala, Bosnia y Ruanda.
La creación del EAAF no fue fácil, “El equipo surge en los primeros tiempos de la vuelta a la democracia, cuando había una necesidad urgente de comenzar a trabajar de manera científica en la recuperación de restos”, explicó Urquizu.
Durante los primeros años, la tarea enfrentó una serie de obstáculos. La sociedad aún arrastraba estructuras de la dictadura, y el ambiente no siempre era favorable para las investigaciones. “Al principio fue un momento complejo, había una urgencia por recuperar la mayor cantidad de restos para poder continuar los trabajos de identificación más adelante”, añadió.
Uno de los grandes desafíos iniciales fue realizar exhumaciones científicas y sistemáticas, algo que no se había hecho hasta entonces. «El desafío más grande en esos primeros años tenía que ver con hacer los trabajos de manera científica, recuperando la mayor cantidad de restos y también toda la evidencia asociada para que después eso pudiera ser utilizado en los procesos judiciales», subrayó Urquizu.
Casos significativos y el trabajo en terreno
Desde su creación, el EAAF ha sido parte de investigaciones en múltiples frentes, tanto dentro como fuera de Argentina. El trabajo más destacado es el Proyecto de Lesa Humanidad, relacionado con la identificación de víctimas de la dictadura.
Urquizu mencionó que, hasta la fecha, el equipo ha recuperado cerca de 1400 restos en todo el país, de los cuales se han identificado unos 800. “Nos está faltando por identificar aproximadamente 600 casos, y seguimos con la búsqueda de familiares que puedan aportar su muestra de sangre para realizar la comparación genética”, explicó.
Otro de los proyectos importantes en los que ha trabajado el equipo es el Proyecto Humanitario Malvinas, una iniciativa internacional que busca identificar a los soldados argentinos enterrados en el cementerio de Darwin en las Islas Malvinas, sin identificar tras la guerra de 1982. Desde 2013, el EAAF ha sido parte crucial de este esfuerzo, y hasta el momento solo quedan cinco combatientes por identificar de un total de 122.
Además de su labor en crímenes de lesa humanidad, el EAAF también se ha involucrado en casos de desapariciones contemporáneas en Argentina. «Estamos comenzando a trabajar con desapariciones que no están relacionadas con la dictadura, pero que también son producto de situaciones de violencia institucional», comentó Urquizu.
Avances tecnológicos: El papel clave de la genética
Desde los primeros años del Equipo Argentino de Antropología Forense, la tecnología ha jugado un papel clave en la evolución del trabajo. Urquizu destacó la importancia del avance en las técnicas de genética forense en los años 90. «El salto más importante fue el que nos proporcionó la genética, que revolucionó la antropología forense porque permitió una mayor cantidad de identificaciones», señaló.
El EAAF cuenta con un Laboratorio de Genética Forense en la ciudad de Córdoba, equipado con tecnología avanzada que permite trabajar incluso con muestras degradadas o dañadas. “Hoy podemos obtener perfiles genéticos de restos encontrados en el terreno y compararlos con muestras de sangre de familiares para llegar a una identificación”, explicó.
Virginia Urquizu destacó que el éxito de estas identificaciones no depende solo de la tecnología, sino también del compromiso de los científicos. “El equipo de genetistas no solo cuenta con la tecnología adecuada, sino también con un compromiso profundo con cada una de las muestras que procesan”, afirmó.
Un enfoque integral y colaborativo
El trabajo del EAAF es interdisciplinario, combinando disciplinas como la antropología forense, la arqueología y la historia. El proceso de identificación de un cuerpo comienza con la investigación forense preliminar, donde se recogen testimonios y se revisan archivos históricos para generar hipótesis sobre la identidad de los restos.
Luego, el equipo realiza excavaciones arqueológicas para recuperar los restos y la evidencia asociada. Finalmente, en el laboratorio antropológico, se analizan los huesos en busca de particularidades físicas y lesiones que ayuden en la identificación. «En el laboratorio de genética se obtienen los perfiles genéticos, que se comparan con los de los familiares, para confirmar o descartar hipótesis», explicó Urquizu.
El equipo también trabaja en estrecha colaboración con instituciones internacionales, como la Cruz Roja. «Trabajamos con instituciones de la justicia, tribunales y fuerzas de seguridad en la búsqueda de personas desaparecidas, y también capacitamos a otros profesionales en diferentes partes del mundo», comentó.
Una relación empática con las familias
Uno de los aspectos más delicados del trabajo del equipo es su relación con las familias de las víctimas. «Nosotros trabajamos siempre y cuando el familiar quiera que estemos en ese proceso. La búsqueda del familiar es el comienzo de una relación que se mantiene a lo largo del tiempo», señaló.
A lo largo de los años, el equipo ha aprendido a acompañar a las familias no solo desde lo técnico, sino también desde lo emocional, entendiendo el profundo impacto que tiene la búsqueda de respuestas para ellas.
“No creamos falsas expectativas, pero siempre les dejamos claro que haremos todo lo que esté a nuestro alcance”, aseguró Urquizu. En los casos en que se logra una identificación, el equipo también acompaña a las familias en la restitución de los restos, permitiendo que finalmente puedan darles el descanso que mejor consideren.
El trabajo del Equipo Argentino de Antropología Forense es vital en la búsqueda de justicia y verdad. Aunque han pasado décadas desde la dictadura cívico militar, todavía queda mucho por hacer en Argentina y en Uruguay. «Aún hoy nos faltan identificar muchos casos, pero seguiremos trabajando con el mismo compromiso», afirmó Urquiza.