Como parte de la persecución contra Trotski, quien fue el líder del Ejército Rojo de la Unión Soviética, un joven Volkov de 13 años sufrió su primer intento de asesinato en la Ciudad de México, última parada del largo exilio del revolucionario, durante uno de los varios conatos de homicidio que se perpetraron entonces contra su abuelo.
Luego de que el autor de La revolución permanente fuera efectivamente ejecutado en 1940 en la casa que dispuso para su refugio en Coyoacán el general Lázaro Cárdenas, entonces presidente de México, Esteban Volkov devino custodio del legado de su abuelo, y el recinto se convirtió en el Museo Casa de León Trotski, hoy abierto a la curiosidad e interés de ciudadanos e investigadores.
«Llegué poco después del asesinato», narra Volkov acerca del homicidio de su abuelo, «vi a un hombre en la esquina, detenido por la policía. (Ramón) Mercader fue puesto en prisión por 20 años».
Esteban, «Seva», quien, nacido en 1926, a la muerte de su madre tenía siete años, ante su orfandad se vio orillado a reunirse con su abuelo en México. En el país latinoamericano adquirió la nacionalidad mexicana y se desarrolló como químico, profesión que le permitió establecer un método para la producción industrial de la píldora anticonceptiva.
El periplo de Trotski desde su enemistad con Stalin, su salida de la Unión Soviética y los sufrimientos que la persecución estalinista en su contra indujo en él y en su familia, incluido el nieto Esteban, es narrado por el novelista cubano en la obra El hombre que amaba a los perros, donde se alude al cariño que tenía el revolucionario por los canes, además de relatar el desarrollo del sicario que lo ejecutó, el catalán Ramón Mercader.
La publicación Izquierda Revolucionaria dedicó un obituario al nieto de Trotski tras darse a conocer su deceso.
«Los compañeros y compañeras de Izquierda Revolucionaria tuvimos la enorme suerte de compartir numerosos momentos con Esteban Volkov, tanto en reuniones políticas en el Estado español como en México participando en actos públicos en la Casa Museo León Trotski», recordaron desde la publicación.
En el obituario, además, Izquierda Revolucionaria expresó sus condolencias a familiares y amigos de Volkov, a quien atribuyeron una defensa de la obra de su abuelo y ante «las calumnias del estalinismo y la burguesía. Mantuvo una confianza irreductible en el futuro comunista de la humanidad y fue fraternal con todos los militantes revolucionarios».
«Que la tierra te sea leve, camarada», cerró.