Los especialistas explicaron que los niños menores de seis meses tienen una capacidad limitada para eliminar sodio a través de los riñones, y que el consumo excesivo de este mineral durante la infancia está relacionado con un mayor riesgo de hipertensión arterial, enfermedad renal y otras enfermedades crónicas no transmisibles en la edad adulta.
Por esta razón, se recomienda restringir el consumo de agua del sistema de abastecimiento público (OSE) en niños menores de dos años. En el caso de los niños mayores de dos años y adolescentes, se debe vigilar la ingesta de sal en la alimentación.
Ante esta situación, se aconseja que los lactantes menores de un año que no reciben lactancia materna opten por fórmulas infantiles preparadas con agua embotellada como primera opción. En aquellos casos en los que no esté disponible esta opción y los niños consuman leche de vaca, esta debe diluirse con agua embotellada.
Durante la introducción de alimentos complementarios, entre los seis y 24 meses, se debe evitar agregar sal. En el caso de niños mayores de dos años y adolescentes, se desaconseja el consumo de alimentos con alto contenido de sodio, ya que la mayor parte de la ingesta de sal proviene de la alimentación.
En todos los casos posibles, se recomienda optar por el consumo de agua embotellada y evitar el agua del sistema de abastecimiento público (OSE) en niños hipertensos, con enfermedad renal crónica, en diálisis o que hayan recibido un trasplante.
Los expertos aclararon que en caso de ser necesario consumir agua del sistema de abastecimiento público y pertenecer a uno de estos grupos, es importante consultar con el médico tratante para conocer la cantidad de agua que se puede consumir y aumentar los controles de presión arterial. Además, advierten que el agua filtrada tiene la misma concentración de cloruro de sodio que el agua de grifo, ya que los filtros no lo eliminan.
