Francisco fue a la tumba de Celestino V, el Papa que renunció en 1294 pero dice que el «por ahora» no lo hará

Se estará realizando una reunión de cardenales, convocada para hoy y mañana en el Vaticano.

En una visita que, cuando se anunció la pasada primavera, propició que surgieran rumores acerca de su eventual deseo de renunciar al pontificado, Francisco viajó ayer a L’Aquila, una ciudad del centro de Italia donde rezó frente a la tumba de Celestino V, el Papa que pasó a la historia por abandonar voluntariamente la sede pontificia a finales de 1294. Está considerado el primer obispo de Roma en realizar este gesto extremo.

Con su visita a L’Aquila, Francisco, de 85 años, siguió los pasos de Benedicto XVI, que también rezó frente al sepulcro de Celestino V e incluso dejó allí de regalo su primer palio como Pontífice, la banda blanca de lana que se coloca sobre los hombros. Fue en 2009, cuatro años antes de sorprender al mundo al seguir sus pasos por no sentirse tampoco con fuerzas para seguir liderando la Iglesia católica. Jorge Mario Bergoglio, que ha repetido en los últimos meses repetidas veces que «por el momento» no tiene intención de renunciar, se permitió corregir en L’Aquila a Dante al reivindicar la figura de Celestino V, que según dijo «no fue el hombre del ‘no'», como lo presenta el padre de la lengua italiana, sino «el hombre del ‘sí'». Le aplaudió por su entereza frente a las «lógicas de este mundo» y por «no dejarse encerrar ni llevar» por «ninguna lógica del poder».

Alabando la valentía demostrada por este obispo de Roma de finales del siglo XIII, dijo de él que dio «pleno testimonio» de la misericordia y que fue un ejemplo de una Iglesia «libre de las lógicas mundanas». Esos dos son elementos que Bergoglio en numerosas ocasiones ha planteado como puntos cardinales de su pontificado, de cuya marcha va a rendir cuentas en la reunión de cardenales convocada para hoy y mañana en el Vaticano. Esta insólita cita, en la que participarán cerca de 200 purpurados, es vista como una suerte de precónclave, ya que permitirá ir preparando el terreno de cara al momento en el que a los miembros del Colegio Cardenalicio les toque elegir a un nuevo Papa. Muchos de ellos apenas se conocen.

Francisco aprovechó su breve estancia en L’Aquila, donde participó en la fiesta del Perdón instituida por Celestino V y abrió la Puerta Santa, para recordar el terremoto que se cebó con esta ciudad y sacudió todo el centro de Italia en 2009, dejando más de 300 muertos. En silla de ruedas y ataviado con un casco, visitó algunos de los edificios dañados por el temblor, como la catedral, que todavía no está abierta a los fieles, y pidió dar un impulso a la reconstrucción, pues trece años después del seísmo todavía queda mucho por hacer. Instó a las instituciones a trabajar con «colaboración» y a tener una mirada «al largo plazo», ya que está en juego el futuro «de nuestros hijos y nietos».

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