El expresidente estadounidense Jimmy Carter ha fallecido este domingo en su casa de Plains, en Georgia, a los 100 años de edad, según ha confirmado el Centro Carter.
«Nuestro fundador y expresidente de Estados Unidos, Jimmy Carter, ha fallecido esta tarde en Plains, Georgia, rodeado de su familia», ha publicado el Centro Carter en un comunicado.
Carter, nacido el 1 de octubre de 1924 en esa misma localidad, Plains, fue presidente entre 1977 y 1981 como candidato del Partido Demócrata. En 2002 fue laureado con el Premio Nobel de la Paz por sus iniciativas «para encontrar soluciones pacíficas a los conflictos internacionales, impulsar la democracia y los derechos humanos y fomentar el desarrollo económico y social».
Carter, heredero de una rica familia de Georgia y graduado de la Academia Naval, se presentó a las elecciones presidenciales de 1976 como un demócrata moderado y de corte tecnócrata a raíz de su educación como ingeniero, que conectó con los norteamericanos al definirse como un hombre honesto en respuesta al descontento generado por el escándalo del Watergate durante la era de Richard Nixon y la guerra de Vietnam.
Al final, la elección contra Gerald Ford, recuerda el Centro de Barcelona para Asuntos Internacionales (CIDOB), fue la más ajustada en 60 años: el demócrata Carter se proclamó presidente con el 50,1 por ciento de los votos populares y 297 votos electorales correspondientes a 23 estados, mientras que Ford perdió la partida con un 48 por ciento de sufragios populares, 240 electorales y 27 estados en su cuenta. Carter barrió en los estados del sur, que no habían dado un presidente desde la elección de Zachary Taylor en 1848.
Nada más asumir el cargo, impulsó una serie de iniciativas para sacar al país de la recesión a través de la llamada Ley de Asignaciones de Estímulo Económico, finalmente ineficaz: a pesar de la disminución del índice de desempleo, el aumento del coste de la vida por el repunte de los precios del petróleo acabaron por fagocitar cualquier tipo de iniciativa adicional de su administración.
También desreguló parcialmente las industrias de aerolíneas, ferrocarriles y camiones y estableció los departamentos de Educación y Energía, así como la Agencia Federal para la Gestión de Emergencias. Designó grandes terrenos en Alaska como parques nacionales o refugios de vida silvestre, nombró a un número récord de mujeres y minorías raciales para puestos federales y, aunque nunca consiguió colocar una nominación al Tribunal Supremo, sí elevó a la abogada por los derechos civiles Ruth Bader Ginsburg a la segunda corte más alta de la nación, con vistas a su ascenso definitivo en 1993.
Nada de esto acabó importando a los votantes norteamericanos a finales de 1980. La inflación acabó disparándose hasta el doble dígito y solo hizo falta un fracaso adicional, esta vez en política exterior, para dar la puntilla a su mandato. Su hora más sombría llegó cuando ocho estadounidenses murieron en un rescate fallido de rehenes en la embajada Estadounidense Teherán, en abril de 1980, lo que terminó por consolidar su aplastante derrota contra su rival republicano, Ronald Reagan. Fuera de la Casa Blanca, Carter no tardó en comenzar una carrera como mediador internacional. Acabó fundando en 1982 el Centro Presidencial Carter del Universidad de Emory en Atlanta, Georgia, dedicado a temas relacionados con la democracia y los Derechos Humanos.