El diseñador y escultor Kelvin LaVerne, figura clave del modernismo estadounidense de posguerra, falleció a los 88 años. Junto a su padre Philip, fundó un estilo único que transformó el mueble funcional en escultura viva, con piezas de bronce y pewter patinados que hoy alcanzan seis cifras en subastas.
A los 15 años ya soldaba bronce; a los 23, tras graduarse en escultura metálica en Parsons y historia del arte en la Art Students League, se asoció formalmente con Philip.
En 1960 abrieron el estudio Philip & Kelvin LaVerne en la calle 32. Allí nacieron las míticas mesas “Chan” –inspiradas en dinastías chinas–, las espirales etruscas y los frisos egipcios grabados con ácido y enterrados durante semanas en suelo enriquecido para forjar pátinas irrepetibles.
“Cada pieza era una edición de 12, nunca más”, recordaba Kelvin en una entrevista de 2018. Los setenta fueron su apogeo: sus mesas aparecían en penthouses de Park Avenue y en el set de The Dick Cavett Show. Coleccionistas como Barbra Streisand y el sha de Irán pujaban por ejemplares únicos. Sin embargo, tras la muerte de Philip en 1987, Kelvin cerró el taller de edición limitada.
En la última década, el mercado redescubrió a los LaVerne. En 2023, una mesa “Lo Tsu” de 1965 se vendió en Sotheby’s por 312.500 dólares, récord para mobiliario estadounidense de posguerra. El MoMA y el Smithsonian incluyen prototipos en sus colecciones permanentes.

