Las tragedias universitarias. La alta deserción y abandono estudiantil

El sistema universitario es un embudo con un amplio acceso abierto en su  inicio con un alto abandono posterior, para finalmente terminar en una reducida titulación y un egreso de elites. La deserción es  uno de los mayores problemas universitarios, y esta descontinuidad de los estudios genera enormes frustraciones al ser visto como un fracaso, y afecta a las personas y sus familias también en sus ingresos económicos futuros. La deserción marca el destino de la vida de las personas ya que como la educación es una inversión asociada al capital humano adquirido, y cuyo abandono crea desigualdades socioeconómicas y alimenta la peor estratificación social del país. Tal situación es así de cruda: la educación superior es el mecanismo de creación de la división social de pobres y de ricos en la pirámide social.  Por culpa de la deserción diferenciada socialmente, la educación deja de ser  el mecanismo perfecto de movilidad y de igualación social. Por ello   hace desigual socialmente el gasto educativo, que se conforma como  una forma de transferencia a las familias de medios y altos ingresos económicos. Además la deserción  hace que el gasto  por egresado en Uruguay  sea de los más altos de la región. Esta realidad debería haber obligado hace mucho tiempo a formular políticas educativas centradas en la retención y permanencia y sobre todo a visibilizar la realidad. Sin embargo, como el financiamiento a la educación superior pública se negocia casi por cantidad de estudiantes, y éstos siguen existen en sus registros mientras no se gradúen,  aunque en realidad hayan desertado o estén muertos o en otro país,  esos datos se desconocen y se esconden  bajo de la alfombra.     

Las causas de la deserción y el abandono universitario son múltiples y se han asociado tradicionalmente a las dinámicas socioeconómicos de los estudiantes. Sin embargo se ha develado crecientemente que la responsabilidad recae en  las características de los sistemas educativos marcados por su rigidez, la baja diversidad institucional, la falta de flexibilidad curricular, la ausencia de movilidad entre instituciones, así como la carencia de una atención individualizada. La realidad es una educación con lógica de masas sin una atención particularizada y especialmente para los sectores más desfavorecidos. Los datos muestran que la deserción y el abandono se han incrementado globalmente al aumentar la cobertura y la diversidad socioeconómica  de los estudiantes. Sin duda, también la deserción depende de los mercados de trabajo: mientras que en situaciones de pleno empleo aumenta la deserción, inversamente en periodos de crisis y alto desempleo, la deserción se reduce ya que las personas optan por un mayor sacrificio de tiempo y esfuerzo en adquirir competencias que los protejan de los problemas laborales.  Cuando la cobertura era de una educación de elites, las  tasas de deserción y de abandono definitivo eran bajas, pero ahora con la diversidad de situaciones personales y sociales de los estudiantes, son miles los que desertan y con ello  conforman esta realidad como una de las mayores tragedias universitarias. Así,  la educación superior se conforma hoy como un sistema de selección social como acontece en Uruguay. La estadística es clara y muestra que la tasa de graduación universitaria de los estudiantes del quintil de ingresos más bajos es vergonzosamente muy inferior a la titulación de los sectores de ingresos económicos superiores, mostrando claramente como la universidad construye la  inequidad social en tanto la deserción es más  intensa para las personas de menos recursos,  los hombres, quienes trabajan y los estudiantes procedentes del interior y/o de las ciudades más alejadas. 

Si bien el acto de desertar es una acción personal, es  resultado de un sistema educativo y universidades que obligan a muchos estudiantes a abandonar sus estudios más allá de su voluntad,  por su inflexibilidad y falta de atención particularizada, que crea una  selección social a través del desgranamiento de los sectores más desfavorecidos. La deserción se inicia previamente al hecho mismo, por lo que se requiere tener datos de los niveles de riesgo de abandono permitiendo una identificación temprana y tomar las acciones preventivas y correctivas necesarias. Por ello se requiere en un primer nivel establecer la obligatoriedad legal de brindar información al MEC y a los organismos de estadística nacional por todas las instituciones de educación superior de  sus tasas de deserción, con miras a que la ciudadanía tenga información para sus decisiones,  y a poder formular políticas correctivas sistémicas. Finalmente son recursos de todos y la educación es un bien público. Ante la creciente diversidad de los estudiantes que ya no son cohortes homogéneas, es necesario una enseñanza menos rígida, flexible, diversa, multimodal, y especialmente hibrida y virtual. Por ello es necesario tener datos e indicadores sobre la deserción y el abandono definitivo a nivel terciario. Los estudios muestran que más allá de los problemas sociales, económicos, personales o familiares, las causas más importantes son educativas. La deserción asociada a motivos económicos, ha sido apoyada en forma paliativa con las  Becas del Fondo de Solidaridad por los propios profesionales egresados, pero el problema sigue y es educativo: la falta de un sistema de apoyo tutorial, de una enseñanza teórica sin competencias, de flexibilidad curricular, de diversidad institucional y de educación virtual e híbrida. Y de interés por la eficiencia.  No es casualidad que en Argentina propongan que el financiamiento sea por egresado.

Eco. Claudio Rama

Dr. ED; Dr. DER; Post. Dr

1 Comentario

  1. no es eso genio, vienen cada vez mas inutiles yo se xq te lo digo…y eso es por los 15 de educacion para solo tener derechos y no ejercer obligaciones..gracias FAcistas..destruyeron a la sociedad en esos 15.
    Los felicito..si estan preocupados debe ser xq quieren mas plata para las estatales para seguir adoctrinando sobre la utopia que jamas llegara

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