El dolor agudo es una respuesta fisiológica que aparece de repente y dura poco tiempo; es una señal de alarma que indica que el cuerpo está dañado o tiene un problema. Estos dolores tienen la característica de que desaparecen cuando se trata la causa subyacente; puede ser intenso y causar ansiedad, sudoración, aumento de la frecuencia cardíaca y respiratoria. Se localiza en partes del cuerpo como la espalda, el abdomen, el pecho o la pelvis. Por lo general, estos dolores desaparecen, aunque a veces puede convertirse en dolor crónico, que es otro tipo de dolencias que duran mucho tiempo y puede causar problemas graves. El dolor no siempre es curable, pero hay muchas formas de tratarlo; el tratamiento o terapia depende de la causa y el tipo de dolor. Hay tratamientos que usan medicamentos, como los analgésicos; también hay tratamientos sin medicamentos, como la acupuntura, la fisioterapia y, a veces, la cirugía.
Los analgésicos, ya sean de venta libre o recetados, pueden ayudarte a controlar el dolor. Son medicinas poderosas, por lo que es importante usarlas con cuidado. Es mejor comenzar con los medicamentos más seguros en la dosis efectiva más baja durante el menor tiempo posible y aumentar a partir de ahí según sea necesario.
Ten en cuenta que podrían existir posibles efectos secundarios e interacciones con otros medicamentos y suplementos que tomas. Y sigue siempre las instrucciones de la etiqueta o la receta que te dio tu médico. Recientemente, la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) aprobó un nuevo tratamiento sin opioides para el dolor agudo de moderado a intenso, que según el organismo ofrece una oportunidad para mitigar ciertos riesgos asociados a los opioides. Según el estudio, el medicamento reduce el dolor actuando sobre una vía de señalización de dicha molestia antes de que llegue al cerebro.