Los Fernández son una familia típicamente peronista

Las diferencias entre los Fernández ya son sistemáticas e irreparables.

El invento político de Cristina Fernández de Kirchner está corriendo y contra las cuerdas. En 2019, anunció que Alberto Fernández, que alguna vez fue un aliado cercano antes de convertirse en un crítico total, que nunca se había desempeñado como gobernador, congresista, senador o incluso alcalde, lideraría la candidatura con ella como vicepresidente. 

Obtuvieron la victoria, logrando una notable remontada cuatro años después de que ella fuera eliminada. 

Alberto Fernández se ganó la confianza de los votantes anticipados en 2020 por tomarse en serio y reestructurar la deuda de Argentina con acreedores extranjeros. 

Pero se produjeron luchas internas después de que el PIB cayera en picada un 10 por ciento y más de 130.000 argentinos murieron a causa del covid-19. 

Un escándalo de vacunas y una fiesta de cumpleaños presidencial durante el encierro solo empeoraron las cosas. 

Los ministros leales a Cristina Fernández de Kirchner amenazaron con renunciar después de ser aplastados en las elecciones intermedias de 2021, lo que obligó a una reforma del gabinete. Luego, los legisladores del Congreso de su lado votaron en contra del acuerdo del Fondo Monetario Internacional que el equipo económico de Fernández había estado negociando durante dos años. Esos dos hechos, con seis meses de diferencia, cimentaron la caída de la coalición Frente de Todos. 

Las disputas entre los campos de Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner se han intensificado a tal punto que intervino la vocera del presidente, Gabriela Cerruti. “A nadie le sirve que nos estemos criticando públicamente”, dijo en una entrevista radial el 24 de febrero pasado. “Tenemos que preservar la unidad de nuestra coalición”.

Desde junio pasado, seis ministros, la mayoría alineados con Alberto Fernández, han renunciado mientras la inflación se ha acelerado del 64 por ciento al 95 por ciento, acabando con los salarios y aumentando la pobreza extrema, esta última posiblemente la acusación más condenatoria del gobierno peronista. En la década de 1970, la pobreza en Argentina estaba por debajo del 10 por ciento; ahora, es casi el 40 por ciento. 

Los líderes de la oposición acusan al gobierno peronista de acumular problemas financieros para la próxima administración. El balance de deuda de corto plazo del Banco Central se ha disparado de 679 mil millones de pesos argentinos (US$3.7 mil millones de dólares ) al inicio del gobierno de Fernández a 8,3 billones de pesos argentinos. 

Argentina también debe comenzar a pagar a los acreedores de Wall Street en 2024 luego de que el gobierno reestructuró los pagos más allá de este plazo.

Todo lo cual está alimentando la sensación de que el tipo de peronismo para los pobres propugnado por Cristina Fernández de Kirchner está llegando al final del camino. Pero con la coalición opositora Juntos por el Cambio, encabezada por el expresidente Mauricio Macri, que también lucha por unirse detrás de un candidato electoral, hay una oportunidad para sangre nueva. 

Un contendiente es Javier Milei, un congresista de extrema derecha que capturó votos en los bastiones peronistas durante las elecciones intermedias de 2021 y ahora se postula para la presidencia. Milei aboga por un mensaje de romper el sistema corto en detalles de políticas que irrita a su base mayoritariamente joven y masculina. Los analistas dicen que representa una amenaza tanto para el peronismo como para la oposición. 

El principal atractivo de Milei, es que “al menos no es ninguna de las otras dos opciones”.

Aún así, se especula que el ministro de Economía de alto perfil, Sergio Massa, podría presentarse como la última esperanza del peronismo. Y la historia muestra que nunca se debe descartar al peronismo: sus muchas encarnaciones le han permitido eclipsar a todos los demás partidos políticos en Argentina.

El peronismo es un caso de estudio de supervivencia. 

Pero en su forma actual,es difícil ver un espacio para la Argentina y el peronismo en el siglo XX.

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