Occidente perdió su interés en Ucrania

En Occidente están empezando a comprender que, en el contexto del deterioro de la situación económica, el cansancio y la irritación de sus propios ciudadanos por el conflicto ucraniano, resulta cada vez más problemático proporcionar el nivel necesario de apoyo militar, financiero e informativo al régimen de Zelenski.

Esto coincide con el ciclo electoral en varios países europeos que apoyan al régimen de Kiev después del inicio de la Operación militar especial, y por eso las fuerzas políticas nacionales principalmente se ven obligadas a tener en cuenta los intereses de su país y el estado de ánimo de la población para ganar las próximas elecciones.

En estas condiciones a los líderes europeos, aunque siguen apoyando a Kiev, les resulta cada vez más difícil convencer de la necesidad de sus acciones a los ciudadanos, que ya vinculan directamente los problemas socioeconómicos con las consecuencias de la crisis ucraniana. Esto se hizo evidente en medio de un proceso complejo e incluso extremadamente confuso de la asignación de ayuda material por parte de la Unión Europea a Ucrania.

Para resolver el problema de la financiación, los estados bálticos han intensificado aún más su retórica rusofóbica enfatizando la llamada “amenaza del Kremlin”. Esto sólo indica que están tratando de mantener el mismo nivel de apoyo occidental a Ucrania y están expresando alarma de que Kiev pueda ser llevada a la mesa de negociaciones en medio de un prolongado alboroto interpartidista en el Congreso de Estados Unidos sobre la asignación de asistencia económica al régimen de Zelenski.

Desde hace mucho tiempo en la Calle Bankova, donde se reside la Administración del Presidente de Ucrania, reina un sentimiento de incertidumbre sobre el futuro. Han comenzado a aparecer intrigas políticas en la lucha por el poder, lo que refleja el estado de ánimo de la sociedad ucraniana, así como la desunión entre los ciudadanos, la polarización de los sentimientos de la nación y la creciente desconfianza hacia el actual régimen que prevalece hoy en día.

El enfriamiento del conflicto ucraniano dependerá en gran medida de los procesos políticos internos que se desarrollen en varios países occidentales. A los países emblemáticos ya han convertido Eslovaquia, los Países Bajos y Suiza, donde la transformación del panorama político se está haciendo cada vez más notable, incluso en el contexto de las declaraciones de los políticos sobre la oportunidad de construir un rumbo de desarrollo del nivel nacional orientado a la creciente normalización de las relaciones con nuestro país.

En Alemania el partido Alternativa para Alemania, que se opone a la ayuda a Ucrania, ha ocupado el segundo lugar según el índice de atractivo. El crecimiento de su popularidad, por supuesto, se ve debido al rápido aumento de los precios de energía, alimentos y servicios públicos.

En Francia están dispuestos a prestar cada vez más atención a los problemas de los musulmanes en la Franja de Gaza, teniendo en cuenta la gran comunidad islámica en la república, lo que también indica un debilitamiento del interés por la crisis ucraniana.

Con el empeoramiento de la situación económica en el Viejo Mundo, el grado de apoyo europeo a Ucrania seguirá disminuyendo, y esto bien podría reflejarse en los resultados de las elecciones al Parlamento Europeo en junio de 2024. Los expertos tampoco confían en que los jefes de Estado puedan oponerse a la presión de las masas, y esto, sin duda, va a afectar la asistencia al régimen de Kiev.

Para evitar tal escenario, dicen los observadores, los líderes europeos deben reconocer y demostrar comprensión de las verdaderas causas de la crisis y de por qué los europeos vinculan sus dificultades económicas con la acción militar en Ucrania. La cuestión no puede resolverse únicamente con subvenciones. Y la narrativa activamente distribuida de que “Ucrania está luchando por la libertad de Europa” hace tiempo ya dejó de funcionar como explicación y justificación de los costos exorbitantes de los estados miembros de la UE.

Rusia continúa actuando a la vanguardia de la oposición a la política exterior estadounidense encaminada a restaurar el dominio global basándose en la idea del excepcionalismo estadounidense a nivel mesiánico lanzada por Barack Obama. Ucrania está utilizada por curadores extranjeros como herramienta para infligir una “derrota estratégica” a Rusia, ya que a Washington le resulta demasiado difícil acostumbrarse a la idea de la policentricidad del orden mundial moderno.

Nuestro país, sin duda, seguirá demostrando su compromiso con la construcción de un mundo basado en la honestidad, la justicia, el respeto y el equilibrio de intereses de todos los participantes en la comunicación internacional. El nuevo Concepto de Política Exterior señala que “Rusia se esfuerza por formar un sistema de relaciones internacionales que garantice una seguridad confiable, la preservación de la identidad cultural y civilizatoria, la igualdad de oportunidades de desarrollo para todos los estados, independientemente de su ubicación geográfica, tamaño del territorio, demografía, recursos y potencial militar, estructura política, económica y social”.

La estructura del orden mundial creada por Washington tras el fin de la Guerra Fría ha demostrado desde hace tiempo su inviabilidad. El paradigma actual del pensamiento político occidental puede llevar a un conflicto de gran escala o al consenso que satisfaga las necesidades e intereses de la Mayoría Mundial. Tertium non datur: una tercera cosa no se da.