Ante la feroz resistencia ucrania tras siete días de ofensiva del Ejército ruso, el presidente Vladímir Putin se ha lanzado a intensificar su ataque contra el corazón de las ciudades clave de Ucrania, con armas cada vez más poderosas. Arrecian los bombardeos y el asedio sobre Kiev, la capital (con 2,8 millones de habitantes), también sobre Járkov, la segunda ciudad en población (1,4 millones de personas), clave para el control de la frontera noreste de Ucrania, de mayoría de habla rusa y donde esta madrugada Moscú ha lanzado a grupos de paracaidistas, que han atacado un hospital militar. Más tarde un ataque alcanzó la catedral de Uspenski. Aunque no hay una cifra oficial del total de víctimas mortales desde el inicio de la ofensiva, Naciones Unidas contabiliza 136, una cifra que el Servicio Ucranio de Emergencias eleva hasta al menos 2.000 civiles muertos. Solo en las últimas 24 horas, los ataques en Járkov han dejado 21 muertos.
Rusia ha ofrecido este miércoles por primera vez un balance de víctimas en sus propias filas, que apuntan a 498 militares rusos muertos y 1.597 heridos en la primera semana de la invasión. Mientras, tras una semana de ataque por tierra, mar y aire contra Ucrania, el flujo de refugiados que huye de la violencia no cesa. Al menos 874.026 personas han abandonado sus hogares en la última semana en dirección a los países vecinos, según la ONU, especialmente Polonia, adonde el lunes ya habían llegado más de 300.000 ciudadanos.
La ofensiva rusa se ha endurecido en Kiev con bombardeos como no se habían visto desde el inicio del ataque ordenado por Putin en la madrugada del pasado jueves. Al final de la jornada del miércoles, el centro de Kiev ha sido escenario de una explosión. Una “importante tubería de calefacción” ha resultado dañada por el ataque de un misil en los alrededores de la estación de trenes, según fuentes del Gobierno ucranio. La estación de trenes, junto a la de autobuses, es uno de los lugares más frecuentados estos días por decenas de miles de habitantes que utilizan sus instalaciones para salir de la capital. La explosión amenazaba con dejar sin calefacción a parte de la ciudad en la noche del miércoles al jueves, añaden las mismas fuentes. La defensa del Ejército ucranio logró derribar el misil ruso y sus restos son los que dañaron la tubería, aclaran las autoridades del país.
El Ejército ruso ha advertido a la población de que abandone la capital para evitar la ofensiva que, según Moscú, va a golpear en la ciudad puntos estratégicos de la seguridad y comunicaciones ucranias. Mientras, las fuerzas invasoras del Kremlin avanzan por el flanco sur y han logrado ya progresos relevantes. En el séptimo día de invasión, las fuerzas del Kremlin, que ya se habían hecho con el control de la ciudad de Berdiansk (113.000 habitantes), en el mar de Azov, han entrado con fuerza en Jersón (290.000 censados), una importante ciudad en el mar Negro, y continúa el duro asedio a la gran localidad de Mariupol (446.000 personas). “Muchas de nuestras ciudades y pueblos ahora sufren el terror ruso”, ha denunciado el ministro de Defensa ucranio, Oleksi Reznikov.
Coincidiendo con esta ofensiva, Moscú y Kiev tenían previsto este miércoles reanudar las negociaciones para frenar la ofensiva, pero finalmente la cita se retrasó. La delegación de Putin ya se encuentra en la región de Brest (Bielorrusia), donde espera a la comitiva ucrania para hablar este jueves. “Decidimos juntos que es más conveniente ahí para nosotros y para la parte ucrania. Brest tiene un buen aeropuerto y los ucranios están más cerca de la frontera con Polonia”, explicó a Interfax el jefe del grupo ruso, el exministro de Cultura Vladímir Medinski. A última hora, el Gobierno ucranio también confirmó que su delegación iba de camino al encuentro.
Antes, el titular de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, concedió una entrevista a la cadena Al Jazeera donde esbozó las condiciones que pone su Gobierno: “Crimea es parte de Rusia; el reconocimiento de las repúblicas populares con las fronteras de las regiones de Donetsk y Lugansk y la desmilitarización [de Ucrania]”.
Avance en la costa hacia el mar Negro
El martes, las fuerzas rusas reforzaron el asedio a Jersón, una ciudad con una estratégica industria naval, al noroeste de la península ucrania de Crimea, que Rusia se anexionó ilegalmente en 2014 y que el Kremlin ha utilizado como lanzadera en la invasión. El Ejército de Putin, que había lanzado ataques a la localidad desde hace varios días, entró este martes en la urbe, según el alcalde, Igor Kolyjayev, que aseguró, sin embargo, que el Gobierno ucranio mantiene el control de la ciudad. Durante todo el martes, las fuerzas del Kremlin habían rodeado la ciudad sureña y plantado puestos de control en todas sus salidas.
La toma de Jersón facilitaría el asalto a Odesa, la otra gran ciudad del mar Negro, con 993.000 habitantes, y, por tanto, el control de la salida al mar de Ucrania. Hacia unas aguas, además, donde otros tres países tienen costas: Turquía, Rumania y Bulgaria. Ahora, con la ciudad asediada y en una situación muy complicada, el alcalde Kolyjayev dijo que esperaba un “milagro” y pidió ayuda para crear un corredor para evacuar heridos y recibir suministros.
El ministro británico de Defensa, Ben Wallace, ha corroborado este miércoles esa afirmación de las autoridades ucranias al asegurar a la cadena BBC que “ninguna de las principales ciudades ha sido tomada” por los rusos. Wallace ha recalcado también que las tropas del Kremlin que combaten en Ucrania tienen “la moral baja” y que se están produciendo “muchas rendiciones”.
La gran ciudad sureña de Mariupol está casi rodeada por completo por las fuerzas de Putin. Allí, la mayoría de los vecindarios llevan días sin calefacción, gas o electricidad; algunos también sin agua. Rusia ha bombardeado las subestaciones eléctricas de la ciudad y cortado así los suministros para facilitar el asedio. Además, las fuerzas rusas bombardearon el martes varios rascacielos en zonas residenciales de la ciudad, según el alcalde, Vadym Boychenko. “Las fuerzas enemigas están llegando a Mariupol desde todas las direcciones, destruyendo nuestra infraestructura, matando a nuestras mujeres, niños y ancianos, y llamándolo una guerra para liberarnos”, clamó Boychenko en un vídeo difundido el martes. Mariúpol es una pieza preciada para Putin. Su toma le permitiría facilitar la construcción de un ansiado corredor que una Crimea y Donbás.
Los analistas militares temen que Putin endurezca aún más sus ataques para desmoralizar a la resistencia. Mientras, el avance de la gran columna de vehículos militares rusos —unos 60 kilómetros— que avanza desde hace un par de días desde el noroeste hacia Kiev ha ralentizado su paso por la escasez de combustible y alimentos, según fuentes del espionaje del Reino Unido y Estados Unidos.
La torre de televisión de Kiev
Uno de los objetivos prioritarios del Kremlin, además de lograr el control del estratégico sur del país y el Donbás, es sin duda Kiev, el corazón de Ucrania. El martes, un ataque aéreo sobre la torre de la televisión de la ciudad mató a cinco personas que estaban en la zona e hirió a otras cinco. La torre de televisión se encuentra en el área de Babi Yar, donde entre 100.000 y 150.000 personas fueron ejecutadas durante la ocupación nazi de Kiev, en la Segunda Guerra Mundial.
El ataque de este objetivo de la capital de Ucrania, gobernada por un presidente judío, Volodímir Zelenski, causó la repulsa inmediata del Centro Conmemorativo del Holocausto de Babi Yar. “Putin, que busca distorsionar y manipular el Holocausto para justificar una invasión ilegal de un país democrático soberano es absolutamente abominable”, dijo en un comunicado Nathan Sharanski, presidente del centro y ex viceprimer ministro israelí. “Es simbólico que comience a atacar Kiev bombardeando el sitio de Babin Yar, la mayor de las masacres nazis”, señaló Sharanski, que nació en Donetsk.
Y a medida que las víctimas civiles aumentan, el presidente Zelenski eleva el tono hacia la comunidad internacional. El presidente ucranio ha reclamado a la OTAN que imponga una zona de exclusión aérea sobre el país para frenar los brutales bombardeos. “Un misil dirigido a la plaza central de una ciudad es terrorismo abierto y no disimulado”, dijo el presidente ucranio el martes, tras el ataque contra el edificio de la Administración regional de Járkov, en la icónica plaza de la Independencia. “Es el terrorismo que pretende quebrarnos, quebrar nuestra resistencia”, aseguró Zelenski que en la noche del martes al miércoles mantuvo una conversación de 30 minutos con el presidente estadounidense, Joe Biden.
Al tiempo que se incrementa la ofensiva contra Ucrania también se endurece el aislamiento de la Rusia de Putin. La marea de sanciones han afectado a la línea de flotación de su economía, que sufre “una gran presión”, ha reconocido el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, que, sin embargo, ha pronosticado que la economía rusa “se mantendrá en pie”. El mercado de valores ruso, con el rublo desplomado, permanecerá cerrado también este miércoles mientras empiezan a verse los primeros síntomas de corralito en el país euroasiático, el más grande del mundo por superficie, con 144 millones de habitantes. Putin ha prohibido a los ciudadanos sacar más de 10.000 dólares (9.000 euros) en moneda extranjera a partir de este miércoles, según la agencia oficial de noticias Tass, mientras el país lucha por contener el impacto financiero generalizado de las sanciones por la invasión de Ucrania.
En Rusia empiezan a alzarse también las voces críticas aunque, de momento, son minoritarias. El líder opositor Alexéi Navalni, encarcelado en un penal al este de Moscú, ha llamado este miércoles a la movilización diaria dentro y fuera de Rusia contra la invasión de Ucrania y contra el presidente de Rusia, Vladímir Putin. “Si para detener la guerra tenemos que llenar las prisiones, lo haremos. No te declares contra la guerra, lucha contra la guerra”, ha afirmado en su cuenta de Twitter.