Los robotaxis, vehículos autónomos sin conductor humano, están comenzando a transformar el concepto de movilidad urbana y prometen revolucionar el transporte tal como lo conocemos.
Empresas tecnológicas como Waymo (filial de Alphabet), Cruise (propiedad de General Motors) y Baidu en China han desarrollado flotas de taxis autónomos que ya operan en ciudades como San Francisco, Phoenix, Shanghái y Pekín. Estos vehículos se desplazan sin intervención humana, gracias a un complejo sistema de sensores, cámaras, radares y software de inteligencia artificial que permite detectar obstáculos, tomar decisiones de navegación y garantizar la seguridad de los pasajeros.
La implementación de robotaxis busca resolver varios de los desafíos actuales del transporte urbano. Uno de ellos es la reducción de accidentes de tráfico causados por errores humanos, que según la Organización Mundial de la Salud, representan más del 90% de los siniestros viales. Al eliminar factores como el cansancio, la distracción o la conducción bajo efectos del alcohol, los vehículos autónomos podrían salvar miles de vidas cada año.
Además, se espera que los robotaxis disminuyan la congestión vehicular y las emisiones contaminantes. Al estar conectados a sistemas inteligentes de tráfico y compartir trayectos entre usuarios, estos vehículos podrían optimizar rutas, reducir el número total de autos en circulación y fomentar una movilidad más limpia, especialmente si funcionan con energía eléctrica.
Sin embargo, la llegada de los robotaxis no está exenta de controversias y desafíos. Las pruebas en ciudades como San Francisco han generado preocupaciones entre autoridades y ciudadanos por fallas en la navegación, bloqueos en intersecciones y reacciones imprevistas ante situaciones de emergencia. También existen inquietudes sobre la pérdida de empleos para conductores de taxi o aplicaciones de transporte, un tema que aún no tiene respuestas claras.
La regulación es otro punto crítico. En muchos países, los marcos legales no están aún preparados para vehículos totalmente autónomos. Las autoridades deben definir quién es responsable en caso de accidente, cómo se protegen los datos de los usuarios y qué estándares de seguridad deben cumplir estos autos para operar legalmente.
Pese a estas barreras, la industria avanza a paso firme. Se estima que el mercado global de vehículos autónomos superará los 500 mil millones de dólares para 2035, y los robotaxis ocuparían un papel protagónico en esta transformación. Algunas ciudades ya contemplan integrarlos en sus planes de transporte público y urbanismo del futuro.
En definitiva, los robotaxis no son solo una novedad tecnológica, sino una señal clara de hacia dónde se dirige la movilidad urbana: más automatizada, conectada y sostenible. Aunque aún hay caminos por recorrer, el volante ya empieza a girar… solo que ahora, sin manos humanas.