Rusia ha intensificado este sábado los ataques en Ucrania, con el foco puesto en su infraestructura estratégica y de suministro de las ciudades. Al tiempo, estrecha el cerco en torno a la capital, Kiev, con las tropas invasoras a unos 25 kilómetros de distancia. Cuando la guerra de Vladímir Putin ha superado ya las dos semanas, las tropas rusas han lanzado varios ataques contra aeródromos de distintos puntos del país y bombardeos devastadores contra almacenes de suministros y alimentos. Las autoridades ucranias han acusado además a Moscú de haber atacado un convoy de evacuación de civiles que salía de Peremoha, una localidad a 62 kilómetros al este de Kiev, un ataque en el que han muerto siete personas, según Kiev. El Ejército ruso ha hecho algunos avances en el flanco este y amplía su ofensiva en el sur, donde busca arrebatar el control de la salida al mar a Ucrania.
Los bombardeos sobre Mikolaiv, una importante ciudad portuaria del mar Negro, bajo ataque desde hace días, han causado este sábado daños en un hospital oncológico y en varios edificios residenciales de la localidad, que Rusia trata de ocupar para lanzar y afianzar el asalto a Odesa, la perla del mar Negro. Es en el área costera donde el Kremlin ha hecho los avances más significativos.
Un día después de que el Kremlin bombardease varios puntos e infraestructuras del oeste del país, con ataques cada vez cercanos a las fronteras de Rumania y Polonia, Moscú ha elevado su amenaza contra los aliados que suministran armas a Kiev. Cualquiera de esos convoyes serán “objetivos militares legítimos”, ha dicho el viceministro de Exteriores, Serguéi Riabkov, que acusó a Washington de calentar el conflicto e “inflar” a Ucrania con armas. “La transferencia irreflexiva de armas como sistemas portátiles de misiles antiaéreos y antitanques” a Ucrania podría tener graves consecuencias, ha recalcado Riabkov en una entrevista con un canal estatal ruso. La amenaza aumenta el riesgo de una confrontación directa entre Moscú y la OTAN.
Aunque Estados Unidos ha asegurado que no intervendrá en ayuda de Ucrania y ha rechazado que la Alianza Atlántica —de la que forma parte España— imponga la zona de exclusión aérea que el presidente ucranio, Volodímir Zelenski, reclama para dificultar los ataques rusos, Washington ha prometido nueva ayuda a país del este para material de defensa por valor de 6.500 millones de dólares (casi 6.000 millones de euros). Otros aliados, como Reino Unido y los países nórdicos, han enviado misiles antitanque.
El alto representante para la Política Exterior de la UE, Josep Borrell, asegura, pese a la amenaza, que las entregas de material militar continuarán, así como la presión a Rusia para que ponga fin a su invasión del territorio ucranio. “Vamos a seguir suministrando armas, todas las que podamos. Sin esta ayuda militar en armas, Ucrania difícilmente podría haber seguido resistiendo”, ha afirmado Borrell en declaraciones a EL PAÍS en Turquía, donde participa en el Foro Diplomático de Antalya, informa Andrés Mourenza. “Vamos a seguir presionando a Rusia. Ayer se adoptó otro paquete de sanciones. Y se van a continuar haciendo las cosas que se pueden hacer: armar a Ucrania y sancionar a Rusia”, ha enfatizado.
Entretanto, el número de bajas civiles aumenta en Ucrania, donde varias ciudades, como la portuaria Mariupol, en el mar de Azov, están en una situación crítica por el asedio ruso. Naciones Unidas ha contabilizado al menos 564 fallecidos no militares en Ucrania, aunque advierte de que el número total de víctimas mortales es mayor. También crece el éxodo de quienes huyen de la guerra, que según la ONU roza ya los 2,6 millones de personas. El presidente ucranio, Volodímir Zelenski, ha acusado al Kremlin de aterrorizar a la ciudadanía para doblegar su voluntad y emprender “una guerra de aniquilación”.
Las tropas rusas están ya a unos 25 kilómetros de la ciudad, según los informes de los servicios de espionaje británicos. Nuevas imágenes satelitales difundidas por la compañía Maxar y tomadas el viernes muestran que las unidades militares rusas continúan desplegándose más cerca de la capital y lanzando fuego de artillería sobre áreas residenciales, aunque no han avanzado mucho. Se centran, sobre todo, en la lucha por el control de los pueblos a lo largo de las carreteras que rodean Kiev.
Este sábado, un bombardeo ha destruido un almacén de productos congelados cerca de la capital, donde además dos depósitos de petróleo han sufrido incendios por los ataques, que han tenido como objetivo sobre todo la localidad de Vasilkiv, que acoge una gran base aérea ucrania y que es uno de los principales objetivos para el Kremlin. Pese a que los bombardeos impactan con fuerza en zonas residenciales, Rusia asegura que no ataca objetivos civiles, sino que busca destruir las infraestructuras militares ucranias.
Kiev, de donde han huido ya decenas de miles de personas, resiste de momento las embestidas rusas. Zelenski ha asegurado en una conferencia de prensa este sábado que Putin solo podrá tomar la capital ucrania si “arrasa la ciudad hasta los cimientos”. El líder ucranio ha asegurado que su Ejército ha infligido “pérdidas significativas” a las fuerzas rusas. Zelenski exigió a Moscú respetar el alto el fuego acordado para permitir las evacuaciones de la asediada Mariupol, y también la liberación del alcalde de la localidad sureña de Melitopol, Ivan Fedorov, quien después de que la ciudad fuese ocupada por las tropas del Kremlin fue supuestamente secuestrado tras negarse a colaborar con Moscú.
El presidente ucranio ha pedido la mediación de Israel para una mesa de diálogo con Rusia y ha reclamado más implicación de Occidente en las conversaciones para poner fin al conflicto, que ha cumplido 17 días. En una nueva ofensiva diplomática para detener la guerra en Europa, el presidente francés, Emmanuel Macron, y el canciller alemán, Olaf Scholz, hablaron este sábado con Zelenski y, después, con el presidente ruso, Vladímir Putin, que también conversó el viernes con el presidente de Finlandia, Sauli Niinistö, que le pidió un alto el fuego para Ucrania.
La vía del diálogo, sin embargo, ha fracasado por ahora y el Kremlin —que denomina a la invasión “operación militar especial” y que ha prohibido utilizar la palabra “guerra” en Rusia para referirse a la ofensiva contra Ucrania— mantiene que todo va conforme a su plan de “desnazificar” y “desmilitarizar” el país de 44 millones de habitantes. Según sus palabras, Putin lanzó la ofensiva para “proteger” a la población rusoparlante y a la ciudadanía del Donbás, que aseguró que estaba sufriendo un “genocidio”. Este sábado, en la conversación con sus homólogos alemán y francés, les ha informado, según el Kremlin, del “estado real de las cosas” en Ucrania y ha asegurado que el Ejército de Kiev “viola el derecho internacional”, emprende “represalias extrajudiciales contra los disidentes, toma como rehenes a civiles y los usa de escudos humanos y coloca armamento pesado cerca de hospitales y escuelas”.
Aumenta la cifra de víctimas civiles
Al menos 1.582 civiles han muerto en Mariupol por el asedio, según el consejo de la ciudad, una cifra que no puede verificarse por el cerco al que la localidad portuaria está sometida.
La viceprimera ministra ucrania, Irina Vereshchuk, ha afirmado este sábado que algunos corredores humanitarios para evacuar civiles ya están funcionando, y que hay planes de agilizar las salidas de la población que lo desee de pueblos y alrededores de Kiev y Sumi y otras zonas cercanas a los combates más calientes. “Espero que el día transcurra bien, que todas las rutas previstas estén abiertas y que Rusia cumpla con sus obligaciones para garantizar el régimen de alto el fuego”, ha dicho Vereshchuk.
Aunque tienen el foco especialmente en las grandes ciudades y localidades estratégicas, las fuerzas de Putin han pulverizado algunas pequeñas ciudades y pueblos del este, donde además han destruido las infraestructuras que proporcionan suministro de electricidad, calefacción e incluso de agua, en un patrón que recuerda a Mariupol y a otras guerras de Putin.