A medida que los drones de reparto se hacen más comunes, los accidentes son inevitables. Y pueden ser bastante graves. Un dron autónomo de reparto de Wing, compañía que pertenece a Google, se ha estrellado contra unos cables eléctricos en Australia, dejando sin luz a 2.000 hogares durante casi una hora.
El dron no ha causado daños personales ni físicos, salvo a él mismo: quedó incinerado por completo, hasta el punto de que los operarios ni siquiera tuvieron que recoger los restos, ni quitarlo de los cables.
Según cuenta la compañía australiana Energex, detectaron que un dron de reparto había quedado atrapado en un cable de la luz en Queensland. El dron pertenece a Wing, una compañía de Google que lleva desde 2017 repartiendo comida y medicinas en Australia y otros países. Según ha explicado un portavoz de la empresa, el dron autónomo estaba realizando un «aterrizaje controlado de precaución», pero no vió el cable, y aterrizó sobre él.
Wing avisó inmendiatamente a Energex, que acudieron al lugar de los hechos. El dron estaba intacto. Pero «aterrizó encima de 11.000 voltios y, aunque no se quedó sin energía, hubo un seguimiento de la tensión a través del dron y éste se incendió y cayó al suelo», según explica un portavox de Energex. El dron quedó completamente calcinado.
Como consecuencia de esta subida de tensión y la conexión entre los cables que provocó el dron, 2.000 hogares y negocios de la zona se quedaron sin luz durante 45 minutos. Además Energex tuvo que cortar la luz a otros 300 hogares durante 2 horas, para llevar a cabo una inspección de la línea.
En los años de servicio de Wing ha realizado más de 100.000 vuelos con drones, así que este accidente de un dron de reparto de Google parece un hecho aislado, dentro de un servicio considerado muy seguro. La compañía de Google ha pedido disculpas y ya está revisando el algoritmo de inteligencia artificial, para averiguar por qué el dron no vió los cables de la luz, y aterrizó sobre ellos.