Una ciudad en un momento de gloria: Montevideo, y su tránsito por lo que fué «la belle époque»

En el Cabildo se revive un tiempo de cambios y transformaciones para la capital de Uruguay.

Una muestra denominada «Montevideo, la belle époque» fue inaugurada en el Cabildo de Montevideo, con lo que es un recorrido para conocer la historia de Montevideo, en una etapa muy especial.

La belle époque es la denominación que originalmente en Francia, y luego en otros países, se le dio al período histórico que va aproximadamente desde 1871 hasta 1914. Años de relativa paz y desarrollo, en los que el porvenir se anunciaba de forma optimista y donde la fe en el progreso, la ciencia, la tecnología y la moda generaron transformaciones culturales y económicas que influyeron en todos los estratos sociales. Montevideo no escapó a su influencia, y el espíritu de la belle époque dejaría una generosa impronta en nuestra ciudad.

En 1878, se aprobó el trazado del Boulevard General Artigas que definiría a la «Ciudad Novísima». El establecimiento del tranvía como nuevo medio de transporte y la paulatina extensión de su trama vial, repercutieron en la expansión de una Montevideo donde las clases acomodadas ostentaron su estatus encargando la construcción de edificios suntuosos y mansiones de estilo ecléctico. Entre 1890 y 1910, con el ánimo de embellecer la ciudad, se promovieron distintas obras públicas y se crearon los grandes parques montevideanos, diseñados por los paisajistas franceses Charles Thays, Charles Racine y Édouard André.

Sobre estos aspectos la directora del Museo Histórico Cabildo, licenciada Rosana Carrete señalaba que «la modernidad se caracterizó por apostar a lo nuevo, a confiar en el poder del hombre para cambiar el mundo. Hoy asistimos al fin de los grandes relatos, la historia se acelera y la superabundancia de acontecimientos cambia la manera en que percibimos el mundo». Y acota «ante este cambio de paradigmas, ¿cómo nos define la arquitectura que conforma nuestro paisaje urbano?, ¿qué dice en torno a la relación entre sus habitantes?. ¿A quién o a qué se quiere parecer Montevideo?. ¿Es símbolo de estos tiempos un paisaje urbano uniforme de vidrio y cemento armado, despojado de aquel eclecticismo historicista que fue carácter identitario de nuestra ciudad? . ¿Es banal preocuparse por cuestiones estéticas en estos tiempos?. ¿O es considerar a la estética como una de las formas vinculares con la realidad, ya que nos genera una afectación emocional? . ¿Es que la emoción no vale nada?». 

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