El hecho ocurrió el 1º de noviembre del 2019. La víctima llevó a su hijo a un centro de estudios y regresó a su casa. El a la postre asesino regresó del trabajo a su hogar.
Las dos personas comenzaron a discutir debido a que la mujer resolvió dar por terminada la relación. En determinado momento, mientras la víctima estaba en la cama, el homicida golpeó a la mujer en la cabeza y le ocasionó la muerte, además, con una cuchilla le produjo múltiples cortes en el cuello.
La subdirectora del centro de estudios llamó a la abuela (madre de la víctima) para preguntar por qué no buscaban a la niña. La señora buscó a su nieta y trató de comunicarse con su hija, pero no pudo. Finalmente, fue hasta la casa y vio que estaba todo cerrado, por lo que un vecino rompió el vidrio de una ventana; los presentes notaron que había sangre, por lo que llamaron las autoridades.
Violencia constante
Cuando la Policía ingresó a la casa, la mujer ya estaba muerta. Al costado, en el piso, estaba el femicida. El hombre presentaba un abundante sangrado, pero estaba vivo y recibió traslado a un centro de salud.
Finalmente la Justicia lo condenó por homicidio muy especialmente agravado por femicidio.
De acuerdo con lo recabado en el caso, la mujer era víctima de acoso y violencia por parte del homicida. El asesino no la dejaba estar con sus familiares a sola, le controlaba el celular, no le permitía hablar con la madre ni la dejaba vestir como deseaba. Durante la discusión sostenida previo a su asesinato, la mujer le indicó que la relación estaba terminada, que se fuera de la casa ya que ella era quien alquilaba, pero este no aceptó. “Todo ello prueba la existencia de menosprecio hacia la víctima como mujer y la existencia sin dudas de violencia psicológica”, destaca la sentencia.
