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50 años del golpe

Medio siglo parece un tiempo interesante para incorporar varias dimensiones a la reflexión sobre el Golpe de Estado. 

La historia tiene algo fascinante y es que nos permite construir el pasado permanentemente, hacer surgir de libros cerrados y pasados escritos, nuevas consideraciones, nuevos contenidos y eso nos permite construir futuros distintos. 

Es una responsabilidad de toda la sociedad aportar a la construcción de ese pasado. Es una responsabilidad que no debe descansar solo en aquellos que se dedican a la historia de forma docente, académica, profesional. Y por cierto es una actividad que nunca termina, porque siempre aparecen nuevas miradas, nuevos archivos, nuevos relatos… con los cuales construir esa nueva historia.

Es necesario también, para escribir estas líneas posicionarse desde un lugar desde donde hacerlo. 

Por eso, en estas líneas voy a identificar 4 líneas para desarrollar: 

⦁ Lo regional

⦁ Los impulsores en Uruguay

⦁ La resistencia Popular

⦁ La pedagogía de la memoria

Lo regional.

No podemos desentender el golpe de estado de 1973 a la región. No fue un hecho aislado de Uruguay y sobre todo, el proceso estuvo no solo coordinado sino desarrollado de forma conjunta en América Latina. No hay ni que explicar esto. Desde, al menos, el año 1964 con el golpe de estado que le dan a João Goulart en la mañana de aquel miércoles 1 de abril, se sabía que más tarde o más temprano venía para acá. 

Hay detrás de la organización del golpe una estrategia, comprobada en papeles y en los hechos por, sobre todo, de enfatizar en la implementación de un proyecto político y económico basado en pérdida de soberanía nacional y regional. Pero también de aplastar a los procesos de lucha y movilización popular que por esos años pretendían construir sociedades que pudieran superar a lo que ofrecía el capitalismo. 

Es fundamental colocar este tema, porque también lo regional es lo que puede salvar como pueblos de américa hoy. Lo mismo que rompieron los imperios en la revolución artiguita, donde las coronas y los países centrales promovieron la balcanización de nuestros pueblos, de igual forma en este momento previo y durante el golpe de estado, promovieron que esas movilizaciones que trascendían fronteras detrás de un proyecto fuera arrasadas. Por eso es necesario pensar en un análisis de la región de ese momento que, si bien no lo explica todo, nos da elementos interesantes para pensar. 

Los Impulsores en Uruguay.

El golpe de estado tuvo muchos impulsores, la mayoría no son tan nombrados como deberían. En este sentido, para recordar los 50 años es imperioso hablar quienes junto a los militares planificaron, organizaron y se beneficiaron con el golpe de Estado. Me refiero por ejemplo a alguna prensa de la época que acompañaba las acciones se desarrollaban los militares. Sumando a esto también muchos políticos que se acomodaron al proceso, empresarios, la embajada de EEUU y más. 

En el plano económico es concreto como el vínculo entre un espacio civil empresarial, político y militar impulsaron también un programa que incrementó la desigualdad y un modelo económico que se impuso en Uruguay y también en otros países de América Latina. Un movimiento que determinó pérdida de soberanía arriba de un discurso nacionalista donde lo popular no era considerado sino más bien vilipendiado. 

Hasta hoy podemos rastrear quienes fueron impulsores en nuestro país del golpe como siguen defendiendo no solo la impunidad sino las riquezas generadas a costa de sangre. 

Quienes incluso desde la neutralidad siguen construyendo la idea de los dos demonios para encontrar un lugar cómodo desde donde narrar la historia para no tener que dar cuenta de sus actos y sobre todo sus omisiones. 

Pedagogía para la memoria.

El pueblo uruguayo ha venido construyendo la memoria, tarea difícil si la hay cuando se construye contra la hegemonía instalada y contra el miedo. Le memoria es pariente cercana de la esperanza, porque nos permite saber que el pasado impulsa un futuro distinto. 

En esta construcción de la memoria hay una pedagogía que se proyecta desde quienes vivieron el infierno y desde quienes se animaron tempranamente a denunciar, a gritar sin ser escuchados, a intentar dar a conocer hechos sin que los grandes medios estuvieran para comunicar. Una tarea que logró trascender generaciones y que hoy es mochila presente en las juventudes. Que hoy aparece con cada compañero y compañera tapadas con cal. Es una tarea que no termina nunca, no termina con ninguna muerte, sino más bien que se reafirma con cada vida dedicada a la causa de la lucha por la pública felicidad, por construir un mundo más justo, solidario y humano.

Recuerdo cada marcha de Silencio, y el aprendizaje en las primeras marchas que participé siendo muy joven, como el Silencia es tan atronador, como se puede decir tanto desde esa dignidad en la que nos coloca el silencio cuando es popular. La memoria, se sigue anidando en cualquier grupo de personas que se organiza para cambiar el mundo. 

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