La Federación de Obreros y Empleados de la Bebida (FOEB) gestiona 9 centros educativos de apoyo, donde si bien asisten hijos de sus trabajadores, Richard Read explicó que casi el 97% de los 560 niños son “chiquilines de contexto crítico, en barrios carenciados”.
La idea nace por el año 2015 “con el gobierno del Frente Amplio tuvimos un conflicto muy grande, que lo ganamos con una remuneración económica muy alta y ahí resolvimos que debíamos devolverle a la sociedad lo que la sociedad había hecho por nosotros, que era apoyarnos”, de esa decisión nace la creación de tres centros educativos de apoyo escolar para amparar a niños en contextos críticos, que no sustituyen a la escuela, sino todo lo contrario, “es de apoyo a la maestra y a la currícula en el aula, de apoyo. Luego se instalaron cinco más y al día de hoy hay nueve (4 en Canelones, 2 en Montevideo, 1 en Maldonado, 1 en Paysandú y 1 en Lavalleja).
Además hace un par de años abrieron cuatro centros más pero de apoyo liceal y este año inauguraron un taller de carpintería, “para enseñarles este oficio a (actualmente) doce chiquilines hasta 17 años que están en contexto crítico extremo” y celebró que se les brinda las comidas del día y un viático consiguiendo de esta manera “sacarlos de la calle”.
“El objetivo de los centros educativos es darle una posibilidad de en contraturno tener apoyo escolar, de código de conducta y limpieza, inglés, matemática, lenguaje, para realizar los deberes y profundizar en la comprensión lectora, que es un problema y un déficit importante que hay” informó y agregó que se sostienen económicamente mediante con aportes de los Consejos de Salario ya demás se encuentran auditados, “los números cierran todos y es todo transparente”.
Este año cierran el séptimo año con esta iniciativa y Read hace un balance positivo, donde han pasado más de 2000 niños y adolescentes, que al terminar la escuela fueron motivados para continuar la secundaria y el bachillerato, mediante un seguimiento contínuo y “por ese lado siguieron estudiando y por otro lado en la escuela están despegados al compararse con sus pares, porque tienen a alguien que los ayude, los escuche y les enseñe por fuera de la escuela”. Finalizando aclara que se les brinda todo, incluso el uniforme y útiles escolares, pero que hay que “colaborar”, para ello hay reglas de comportamiento “que se ajustan al relacionamiento, no hay juego de mano, ni insultos y el aseo hay que hacerlo todos los días”.
“Los barrios están muy agradecidos, generamos una empatía entre el barrio, la gente y nosotros y eso es bueno para la sociedad”, concluyó.
