Muyala: “No comprendía que a mí se me cerrara una puerta por el hecho de ser mujer”

La directora del Teatro Solís, Malena Muyala, habló con Diario La R sobre la importancia del 8 de marzo para la sociedad, sus comienzos en el tango y el desarrollo de la gestión de la sala más antigua y emblemática de Uruguay.

La cantautora Malena Muyala es una de las voces más representativas del tango uruguayo. Además, desde el año 2020 es la directora del Teatro Solís. En diálogo con Diario La R, expresó que este Día Internacional de la Mujer “es una convocatoria y un llamado a la consciencia de una sociedad en la que convivimos seres muy diversos”.

“Estamos en un momento donde yo, que soy una mujer nacida en los años 70, veo como el fruto o la construcción de algo que se veía hace muchas décadas. Viví mi infancia en dictadura, pero cuando salí a la adolescencia, post dictadura, las manifestaciones feministas eran grupos que estaban en el proceso de emerger y consolidarse. Estaban en el entendimiento de una realidad macro de lo que ocurría. Había como muchos impulsos individuales de reacción frente al machismo, la injusticia y demás”, expresó.

A sus 50 años, Muyala se alegra de haber observado como esas reivindicaciones fraguaron y como se consolidó la construcción del feminismo.

¿Te costó ingresar al mundo del tango?

Si bien desde niña siempre estuve vinculada, ingresé muy joven al mundo del tango. Eso se dio a los 19 años, cuando me presenté al Primer Certamen Nacional de Tango organizado por el Ministerio de Educación y Cultura (MEC) y Joventango, donde había más de 300 participantes de todo el país.

Venía con una impronta de mujer del interior. Me crié en una casa donde las columnas y soportes eran mi madre y mi abuela. Entonces, entré a ese mundo con un montón de inocencia en cuanto al tema del machismo y del tango machista porque no lo viví así, porque no me atravesaba de esa manera en el cotidiano ni en mi construcción como mujer.

Sí empecé a notar dentro de ese ámbito y a medida que pasaba el concurso como surgían comentarios de la posibilidad de que llegara a la final y ganara el concurso. Se empezó a generar como una célula que llamaba un poco la atención de que una mujer joven cantara tango metida en un contexto de un concurso con tantos participantes y masculinidad en éste. Finalmente, gané ese premio, pero siempre lo atravesé con mucha osadía. Quizás desde la reflexión, pero también desde la inconsciencia porque no tenía ese bagaje.

Para mí el tango había sido algo natural toda mi vida; lo cantaban mis abuelos. De hecho, cuando me anoté en el concurso, producto de la inocencia, le dije a la señora que me inscribió que me prestara mucha atención porque iba a ganar. Tenía toda esa osadía y ese desparpajo. Venía de estar en la Antimurga BCG. Eso también fue muy formativo en cuanto a romper los cánones, que hoy lo veo en la murga joven. Veo una semilla enorme de la BCG. Era el grupo que salía y rompía con todas las estructuras. La gente la cuestionaba, se sabía que nunca iba a ganar el primer premio.

Pero era el ganador popular.

Exacto. Eso mismo le pasa a muchas murgas que hoy tienen la posibilidad de participar en el Concurso Oficial.

En todo ese contexto siempre lo viví como muy natural. ¿Por qué se me va a cerrar la puerta? No comprendía que a mí se me cerrara una puerta por el hecho de ser mujer. Después, la construcción de las nuevas generaciones nos empezó a hacer ver a las mujeres que somos del 70 y del 80 y que fuimos jóvenes en los 90 que esto tiene que ser una construcción colectiva.

En aquel momento me acuerdo que estaba Gustavo Nocetti. Él me decía siempre: Estamos solos en la Pampa. Porque si bien estaba la generación de Olga Delgrossi, Nancy Devita y Elsa Morán, que eran grandes referentes, hubo como un período ciego de nuevas compositoras e intérpretes hasta los 90.

Ahí surjo yo y después celebré que hubo un rebrote de cantantes e intérpretes como Maia Castro, Francis Andreu, Valeria Lima -que ganó después de mí ese concurso-, Mónica Navarro, Laura Canoura, etc. Eso también fue como un volver a apropiarse, no solo de la mujer como intérprete que sí hubo muchas a lo largo de la historia del tango, sino de la composición, cosa que no pasaba. Creo que el quiebre estuvo en la argentina Eladia Blázquez, que fue la mujer más próxima que tenemos junto con María Elena Walsh, en componer tangos y ser reconocida.

Cuando uno mira la foto completa y el tiempo pasado ve cómo entre todas participamos en la construcción de esa trama para generar un nuevo escenario.

¿Cómo fue ese cambio de chip entre la cantante y la directora de un lugar emblemático como el Teatro Solís?

No se si lo veo tanto como un cambio de chip, sino como dónde está puesta la atención y la energía en este momento de mi vida. A mí me agarró justo en un momento donde hacía poco tiempo había editado mi primer disco de autor llamado Temporal, que me dio muchísimas satisfacciones, con muchos planes internacionales que se vieron truncados por la situación sanitaria del mundo.

Ahí me llegó esta propuesta de un teatro que para mí es muy significativo. Lo es porque mi primera presentación, después de ganar ese concurso, fue en él en el año 1992 previo a la Orquesta de Osvaldo Pugliese. Después, mi primer clip lo hago con el sello Ayuí cuando el teatro estaba en obra. La presentación de mi primer disco fue en el Solís como así también mi primer DVD. Al Solís lo conozco desde la platea, el escenario, conozco su reforma y ahora lo conozco desde el lado de la Dirección.

El chip sigue siendo el mismo porque toda esa energía y bagaje de tantos años relacionada con la música, el arte y la producción de espectáculos tiene una pata muy fuerte con lo que tiene que ver con la gestión o el pensar una programación de un teatro. Luego, está el conocimiento de la mayoría de las personas que trabajan acá desde hace tantos años por estar en contacto con ellos.

No siento que cambié el chip, sino que la mira la apunté a otro lugar con esa misma energía y con ese mismo apasionamiento.

¿Qué lugar ocupa la mujer en el Solís?

Puedo hablar desde varias áreas. Si tiene que ver con la programación, tenemos una programación para este año donde ya podemos decir que cumplimos la meta de que más del 50 por ciento tenga protagonistas mujeres. Ya sea desde la dramaturgia, educación, en la lideranza de espectáculos, protagonistas de las obras, etc. Eso era algo que teníamos como foco para lograrlo.

Esto no fue por salir desesperadamente por todos los lugares donde puede haber mujeres que nutran la programación. Sobran mujeres para llenar una programación entera del Teatro Solís si queremos porque tenemos un país donde tenemos un montón de artistas talentosísimas. Quizás lo que faltaba era abrir un poquito más la ventana y también preguntarle a la ciudadanía que tenía para proponernos.

Después, a nivel interno, porque acá convivimos muchas personas, es bastante paritaria la cantidad de funcionarias y funcionarios. Es más, en este momento les toca tener una directora.

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