Greetingman
Es una escultura moderna proveniente de Corea del Sur, cuyo significado en español es “Hombre que saluda”, elaborada por el artista es Yoo Young-ho. La forma de la escultura es la de un hombre desnudo inclinado en señal de reverencia. La misma mide seis metros de largo, está pintada de celeste dado que para el autor es uno de los colores que transmiten alegría y luz, y simboliza la armonía entre las diversas culturas.
La obra, que fue inaugurada el 24 de octubre de 2012, fue una donación del gobierno surcoreano y formaba parte de un proyecto que pretendía instalar varias esculturas de este tipo en diversos puntos del planeta, entre los que se encuentran la frontera de Corea del Sur y del Norte, Vietnam y la frontera entre Israel y Palestina.
El Greetingman se encuentra en la rambla del Buceo.
El Gaucho
En la plazuela Lorenzo Justiniano Pérez, situada en la confluencia de la principal avenida de la capital (18 de Julio) con las calles Constituyente y Javier Barrios Amorín, se encuentra el momento El Gaucho, una obra hecha en bronce por el escultor uruguayo José Luis Zorrilla de San Martín que fue inaugurado el 30 de noviembre de 1927.
La figura, que en su mano derecha porta su arma tradicional (la lanza) y se haya sobre una piedra clara y granito rosado martelinado y esculpido, se complementa de bajorrelieves esculpidos que representan cuatro momentos de la vida de estos habitantes rurales, independientes y rebeldes que con el paso de los años se han convertido en figuras representativas del campo de la región pampeana.
Al frente del monumento se encuentra un gaucho semicaído protegido por una figura femenina alada que porta una bandera y simboliza la Patria. Esto representa el Holocausto y tiene una inscripción grabada con letras romanas que dice: “Al gaucho, primer elemento de emancipación nacional y de trabajo. La Patria”.
En la parte posterior, se ubica “La tradición” que es representada por un gaucho anciano que se encuentra sentado debajo de un ombú, y junto a él, de pie, un joven. Por su parte, en el norte se haya una representación de la “La vida campesina” mediante una carreta, un buey, mujeres, gauchos con instrumentos de labor y de arte.
Al sur, como último lugar de representación, se sitúan las “Faenas camperas” representadas por una escena de doma. La misma posee acceso al monumento por tres escalones de granito gris martelinado.
Los últimos charrúas
El monumento recuerda a los últimos integrantes de la tribu indígena conocida como charrúas que quedaron vivos luego de la Declaración de la Independencia del Estado Oriental del Uruguay -primer nombre que tuvo el país- y de las masacres de los arroyos Salsipuedes, donde un ejército -ordenado por el primer Presidente del país, Fructuoso Rivera- los emboscó mediante el engaño, asesinó a muchos de ellos y apresó a la mayoría de los sobrevivientes.
Estos cuatro charrúas fueron tomados prisioneros y entregados al empresario francés François De Curel, quién los trasladó hacia su país para exhibirlos en un circo.
Sus nombres eran: Senaqué (representado con el mate en la mano), el cacique Vaimaca Perú (parado detrás de él), Guyunusa (con su hija en brazos) y Tacuabé (parado delante de su mujer y su hija).
Con el tiempo, Senaqué, Vaimaca Perú y Guyunusa fallecieron; se desconoce qué fue de las vidas de Tacuabé y su hija. Lo que se conserva es un dibujo hecho por el artista francés Delaunois y un grabado atribuido a Arthur Onslow, que se encuentra en el Museo de Historia Natural de Londres y sirvió para que los escultores uruguayos Edmundo Prati, Gervasio Furest y Enrique Lussich crearan este monumento que se encuentra en el Prado desde su inauguración en 1938.