Alfonsina Storni: la mujer que le habló al mar con voz de fuego

Poeta, luchadora y adelantada a su tiempo, rompió moldes con sus versos intensos.

En una época en que las mujeres debían callar, Alfonsina Storni decidió escribir. Y no solo escribir: también decir, gritar, amar y cuestionar. Fue una de las primeras en levantar la voz en la literatura hispanoamericana para hablar desde su lugar de mujer, sin tapujos ni disfraces. Su legado no es sólo poético: es profundamente humano.

Nació en Suiza en 1892, pero su historia pertenece a Argentina, donde creció y desarrolló su vida profesional. Hija de inmigrantes italianos, tuvo que trabajar desde muy joven para sostener a su familia. Fue maestra, actriz, periodista y por sobre todo, poeta. Publicó su primer libro, La inquietud del rosal, en 1916. Tenía 24 años y ya un mundo interior maduro, lleno de contradicciones, preguntas y rebeldía.

Alfonsina no escribía desde el idealismo romántico que dominaba la poesía femenina de su época. Escribía desde el deseo, la rabia, la ternura y la experiencia concreta. No temía mostrarse vulnerable, pero tampoco frágil. Y allí radica su fuerza: en esa tensión entre lo íntimo y lo desafiante, entre lo personal y lo político.

En pleno auge del modernismo literario, dominado por figuras masculinas como Rubén Darío o Leopoldo Lugones, la poesía de Storni se filtró como un susurro que luego se volvió trueno. Cuestionaba el lugar de la mujer en la sociedad, el matrimonio impuesto, la hipocresía moral y la falsa castidad. A veces lo hacía con dolor, otras con ironía, pero siempre con una inteligencia que desarmaba cualquier resistencia.

Publicó más de diez libros en vida. Obras como El dulce daño, Irremediablemente o Mundo de siete pozos muestran una evolución poética que pasó de lo confesional a lo simbólico, de lo pasional a lo metafísico. Pero nunca perdió su sello: una voz propia, honesta y profundamente sensible.

Storni también fue una intelectual activa. Colaboró en diarios, dictó conferencias, formó parte de círculos literarios y defendió la educación y los derechos de las mujeres. Lo hizo con firmeza, sin perder de vista que la transformación empieza desde adentro: desde cómo una mujer se ve a sí misma, se nombra y se planta ante el mundo.

En sus últimos años, enfrentó una dura batalla contra el cáncer. Lejos de rendirse, siguió escribiendo. Pero el dolor físico y emocional fue dejando marcas profundas. En 1938, tomó una decisión que la convertiría en mito: se dirigió sola al mar de Mar del Plata y según se cree, se internó en él hasta desaparecer.

Antes de hacerlo, dejó su último poema, “Voy a dormir”, a un diario. Es una despedida serena, de belleza inquietante, que aún hoy conmueve a quien lo lee. Su muerte inspiró una de las canciones más emblemáticas de la música latinoamericana: “Alfonsina y el mar”, interpretada por Mercedes Sosa y compuesta por Ariel Ramírez y Félix Luna.

Alfonsina Storni sigue siendo un ícono no solo de la literatura, sino de la libertad femenina. Sus textos siguen siendo leídos, estudiados y amados por quienes buscan una voz auténtica en medio del ruido. Fue una poeta, sí, pero también una mujer que se atrevió a ser libre cuando eso costaba caro.

Desde la orilla de sus versos, todavía se escucha su voz clara. No murió en el mar: se volvió ola, eco, memoria y parte del mundo.

 

 

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