Responsabilidad selectiva,cuando el poder culpa al vecino por su propio fracaso.

Mario Bergara busca responsabilizar al vecino

Durante más de treinta años, el Frente Amplio tuvo tiempo, recursos y respaldo político para encontrar una solución sostenible.

Bergara barrendero
Bergara barrendero

El intendente de Montevideo, Mario Bergara, volvió a apelar a un recurso ya conocido: pedirle “responsabilidad” a los montevideanos para clasificar residuos y mantener limpia la ciudad. El mensaje, en abstracto, suena razonable. Nadie puede discutir que la convivencia urbana exige compromiso ciudadano. Sin embargo, el planteo pierde legitimidad cuando se lo observa en su contexto político e histórico: desde 1991, el Frente Amplio gobierna Montevideo sin interrupciones y, tras más de tres décadas de gestión, la ciudad sigue siendo sinónimo de suciedad, contenedores desbordados y basura acumulada en calles y veredas.

La pregunta es inevitable: ¿hasta cuándo el oficialismo departamental seguirá trasladando la responsabilidad a los vecinos sin hacerse cargo de sus propias falencias estructurales? Porque la crisis de limpieza en Montevideo no es un fenómeno reciente ni una consecuencia exclusiva del “mal comportamiento ciudadano”. Es el resultado de políticas erráticas, sistemas de recolección que fracasan una y otra vez, contratos mal diseñados, inversiones mal ejecutadas y una incapacidad crónica para adaptarse a una ciudad que creció y cambió.

Durante más de treinta años, el Frente Amplio tuvo tiempo, recursos y respaldo político para encontrar una solución sostenible. Probó distintos modelos de recolección, cambió empresas, modificó recorridos, anunció planes ambiciosos y campañas educativas. El resultado está a la vista: una ciudad que convive con la basura como paisaje cotidiano. En ese marco, el llamado a la “responsabilidad ciudadana” suena menos a conciencia ambiental y más a una coartada discursiva para encubrir el agotamiento de un modelo de gestión.

Clasificar residuos requiere infraestructura adecuada, frecuencia de recolección confiable y un sistema que funcione de manera previsible. Pedirle al vecino que clasifique cuando los contenedores están rotos, saturados o pasan días sin vaciarse es, como mínimo, una falta de respeto. La responsabilidad no puede ser unilateral. El Estado departamental tiene la obligación primaria de garantizar un servicio eficiente; recién después puede exigir conductas acordes.

Además, hay un problema político más profundo. El Frente Amplio gobierna Montevideo desde hace más de tres décadas y, aún así, se expresa como si fuera una fuerza recién llegada, siempre heredando problemas, siempre explicando por qué “ahora sí” las cosas van a mejorar. Esa narrativa ya no convence. Cuando un partido gobierna tanto tiempo, los problemas dejan de ser herencias y pasan a ser resultados propios.

Mario Bergara, con su falta de trayectoria técnica departamental y política donde hereda votos marcados desde el MPP para el premio consuelo de su bajada de candidatura y apoyo a Orsi en la interna presidencial pasada , tiene la oportunidad de romper con esa lógica defensiva. Pero para hacerlo debe abandonar el discurso cómodo que pone el foco casi exclusivamente en el ciudadano y asumir que la suciedad de Montevideo es, antes que nada, un fracaso de gestión. No alcanza con campañas de concientización ni con apelaciones morales si no hay una transformación real del sistema.

La limpieza de una ciudad no se resuelve con sermones, sino con decisiones eficaces, controles estrictos y un servicio que funcione todos los días, en todos los barrios. Mientras eso no ocurra, cada pedido de “responsabilidad” sonará vacío y cínico para miles de montevideanos que pagan impuestos caros y viven en una capital que, desde hace décadas, promete limpieza y ofrece basura.

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