China: La apuesta ecológica de una civilización milenaria

Escribe Eduardo Delgado

Llegué a Beijing el domingo 21 de agosto para participar de una residencia periodística junto a colegas de otros países, invitados por la Asociación de la Diplomacia Pública de China. Una fuerte lluvia caía sobre la capital china, lo que me comentaron no se daba hacía un buen tiempo.

A la mañana siguiente el cielo estaba despejado y con un colega colombiano también recién llegado fuimos a caminar por una parte de la ciudad y por primera vez vimos el edificio sede de la Televisión Central de China (CCTV) un rascacielos de 234 metros también conocido por su forma como el edificio del gran pantalón y que es una postal clásica de la capital. 

El cielo estaba azul y el sol iluminaba la ciudad al igual que en los siguientes días, a los que se sumaron noches con unas enormes y hermosas lunas, que pensé eran lo normal de esas fechas en Beijing.

Pero al hablar con residentes de la ciudad pude comprender que la vista de esos cielos, esos soles y esas lunas que enamoran a muchos viajeros era algo reciente. Hasta hace pocos años atrás los niveles de contaminación altos en Beijing eran habituales, incluso miles de personas recurrían al uso de mascarillas en algunas jornadas. 

Los grandes saltos en la mejora ambiental de la capital china tienen un correlato con las preparaciones de los Juegos Olímpicos de verano de 2008 y los de invierno de 2022 (es la única ciudad en el mundo que fue sede de dos juegos olímpicos modernos) que incluyeron el traslado y cierre de importantes complejos industriales contaminantes.

Esto fue de las primeras pruebas que tuve de que “La civilización ecológica” es uno de los aspectos más presentes en las diversas agendas políticas chinas y es un asunto que parece haber impregnado los diferentes niveles de gobierno de ese país.

También fue la primera muestra de que la apuesta a la civilización ecológica marca un cambio de rumbo del gobierno chino definido años atrás, que implica reconocer los problemas de contaminación que enfrenta, hacer grandes inversiones e incluso resignar crecimiento económico con el objetivo de una mejor calidad ambiental y de vida de los ciudadanos.

La búsqueda del crecimiento económico, con tasas incomparables a nivel mundial, fue una de las apuestas fundamentales del gobierno durante décadas, pero ya entrado el nuevo siglo -con datos y proyecciones mediante- la definición de aplicar políticas medioambientales sustentables fue de fondo y se mantiene y proyecta al futuro.

Lo hacen con aciertos y errores (también con límites propios de una

economía de esta enorme escala), con planes piloto, algunos de los que luego se replicaron y otros que fueron descartados, pero con un claro norte hacia donde apuntar y con muchísimas variantes de aplicaciones en diferentes zonas de un país con características tan diversas.

Dos iniciativas muy diferentes entre sí son posiblemente de las más representativas, por un lado la reforestación de decenas de miles de kilómetros del país en busca de reducir la emisión de carbono y por otro la mejora en pocos años de la calidad del aire en Beijing.

Pero otras menos conocidas tienen una incidencia local enorme, como por ejemplo la mejora del lago Yundang en la ciudad de Xiamen, donde mientras recorro su entorno me cuentan de cómo la contaminación industrial había afectado ese cuerpo de agua y la calidad de vida de los habitantes, el olor fétido casi siempre presente en el entorno,  insectos volando por todas partes e incluso me muestran una caricatura de años atrás con una familia viendo televisión dentro de una jaula con redes para evitar enormes moscas que había en el lugar. El lago es ahora un lugar de referencia ecológico en Xiamen sobre el mar de China, al sureste del país y considerada de las mejores ciudades para vivir en este país.

Esta apuesta a la denominada civilización ecológica ahora es parte de los mecanismos de colaboración internacional de China -el principal la iniciativa de la Franja y la Ruta-, mediante lo que el país pretende compartir ese compromiso ecológico a nivel mundial, por lo que el tema está incluido en los proyectos que acuerda con otras naciones.

Aquí hay dos asuntos con los que otros países especulan cuando se mencionan estas decisiones: que con esas políticas China busca una mayor incidencia en la gobernanza internacional con relación a lo medioambiental y liderar el mercado mundial en energías renovables y tecnologías ecológicas, lo que tratándose de este tema no quitaría trascendencia a lo actuado.

“Debemos proteger el medio ambiente ecológico como protegemos nuestros ojos, y apreciarlo como apreciamos nuestras propias vidas. Deberíamos sentar las bases para obtener beneficios a largo plazo, tomar medidas concretas para proteger la naturaleza, restaurar los ecosistemas y crear un entorno hermoso. Deberíamos hacer posible que las personas disfruten del paisaje natural y conserven su amor por la naturaleza, devolviéndoles serenidad, armonía y belleza de vuelta a la naturaleza”, afirma el presidente chino en uno de los pasajes del tercer volumen del libro «Xi Jinping: La gobernación y administración de China».

Y este tipo de pensamientos de Xi suenan muy cercanos al taoísmo, una de los rasgos históricos fundamentales de China (junto al budismo y el confucianismo) que resalta la necesidad de que las personas vivan en armonía con la naturaleza. Es por ese nexo con el taoísmo quizás que este tipo de razonamientos ecológicos expresado por un presidente comunista como Xi no resulten extraños sino más bien cercanos a millones de chinos, así como también hay medidas -la meritocracia y los concursos para que los mejores lleguen a los cargos más importantes por ejemplo- que lo aproximan al confucianismo, del que renegó el comunismo chino en los primeros años del gobierno de Mao Zedong, o relanzar la Ruta de la Seda y así reivindicar esa centenaria conexión comercial nacida durante la dinastía Han.

La idea de continuidad es importante para una civilización milenaria como la China, Xi parece ser muy consciente de esto, aplicarlo en su gestión y el concepto de civilización ecológica ir en esa línea.

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