Comisión de Género: sin mujeres no hay cooperativismo

La militante de la Fucvam e integrante de la Comisión de Género, Isabel Zerboni, dialogó con Diario La R acerca de la formación de la misma, cómo se conforma y los temas que han abordado durante estos años de trabajo que han sido desde el 2016 en adelante.

Facahada de Fucvam / Foto: Danielo Scalese

¿Hace cuántos años trabaja la Comisión de Género dentro de la Federación Uruguaya de Cooperativas de Vivienda por Ayuda Mutua (Fucvam) y cómo surgió la misma?

En la Asamblea Nacional de Desarrollo Social realizada en octubre de 2015 se aprueba la formación de la Comisión y comienza a trabajar en el 2016.

¿Actualmente cómo está conformada dicha Comisión?

Actualmente está conformada por compañeras de distintas cooperativas que les interesa el tema y se acercan a participar en el espacio central del área de género.

Hay comisiones de compañeras a nivel territorial, comisiones de género a nivel de las cooperativas y está también en el colectivo Marielle Franco, que funciona en torno a la cooperativa de Zona 3 y las que se encuentran a su alrededor. Existen también mesas departamentales de género en Salto y Paysandú.

¿Cómo es el funcionamiento de la misma?

Nuestro funcionamiento es diverso. Hay un núcleo de mujeres que nos juntamos sistemáticamente en la Federación, pero tenemos coordinación con los distintos territorios donde también hay trabajo con respecto al tema del género y feminismo.

Tenemos un espacio central de la Comisión, pero además el trabajo se despliega en el territorio de forma descentralizada. Hay cooperativas de viviendas que tienen Comisiones de Género y coordinan con nosotras.

¿Cómo hacen para incentivar a que se generen Comisiones de Género dentro de las cooperativas?

Realizamos talleres de sensibilización y formación en las cooperativas, algunos de éstos talleres se llevan a cabo con apoyo de compañeras de otros colectivos feministas. Por ejemplo, con la trabajadora social, Andrea Tuana y las compañeras de extensión universitaria.

Algo que ha sido la principal razón de surgimiento de estos temas, tiene que ver con las situaciones de violencia basada en género, no solo a la interna de la familia, sino en espacios colectivos de las cooperativas que lleva a la conformación de comisiones y luego desborda para otros temas.

¿Qué temas se propuso trabajar la Comisión de Género de Fucvam al comenzar?

Cuando arrancó a funcionar el área de género en 2016, comenzamos a trabajar dentro de tres ejes: El primero eran las desigualdades y violencias que se viven durante la obra. El segundo, fue la participación de las compañeras en los espacios de decisión del movimiento cooperativo y el tercero era el de la violencia basada en género, principalmente a la interna de las familias.

¿En cuál de esos tres tuvieron que centrarse para trabajar primero y en cuál trabajan ahora?

El tema de la violencia basada en género desbordó. Durante mucho tiempo, prácticamente no pudimos ahondar en los otros dos ejes.

Me acuerdo que hubo una época que llegaban a la Federación un promedio de dos cooperativas por semana con situaciones de violencia en las cooperativas. Venían con la intención de abordar el tema y apoyar a la compañera para que pudiese permanecer en su vivienda.

En ese eje hemos avanzado significativamente. Muchas compañeras que podrían haber perdido la vivienda en situaciones de violencia, la han mantenido fruto del acompañamiento que la cooperativa realiza.

Con el pasar del tiempo eso se sistematizó. Contamos con una psicóloga que nos apoya en el abordaje de esta situación y pudimos ampliar nuestra mirada a otras cuestiones. Por ejemplo, ahora tratamos de trabajar desde el urbanismo feminista para repensar el cómo construimos nuestras viviendas, cómo se planifican los espacios comunes y el uso que les damos en las cooperativas. Creemos que sería importante incorporar un modelo de vivienda sustentable en los proyectos, más ahora con la emergencia del agua.

¿Han podido trabajar en alguno de los otros dos ejes?

Con respecto a la participación de las compañeras en los espacios de decisión del movimiento la dificultad principal está ligada a la sobrecarga de actividades.

 Las mujeres cooperativistas tienen una triple jornada laboral todos los días: que está conformada por el trabajo asalariado, por las tareas domésticas y de cuidados (no remunerada) y las horas de trabajo en la cooperativa, que pueden ser en las comisiones o en las asambleas, y si están en etapa de obras, las horas de trabajo en la construcción. 

Es por esto que fomentar la participación de las compañeras en los espacios gremiales del movimiento va a implicar, por lo menos, cambios en dos sentidos: repensar las formas de funcionamiento de la federación y la socialización de las tareas reproductivas y de cuidados.

¿También trabajan en la reconstrucción de la memoria de las compañeras en las cooperativas?

Sí. Hemos estado trabajando con Graciela Sapriza y Graciana Sagaseta sobre la reconstrucción de la memoria de las compañeras en lo que ha sido la construcción de nuestras cooperativas. 

Incluso sacamos un libro que se llama “Construir comunidad en Dictadura – Historia de mujeres cooperativistas”, que intenta rescatar lo que ha sido la experiencia en obra de las compañeras durante la dictadura. Creo que esto es un elemento importante. Arrancamos con este libro, pero la idea es seguir con la visualización a partir de la memoria lo que ha sido el aporte de las compañeras al movimiento cooperativo.

¿Cómo es la participación de las compañeras en cuanto a la construcción de las viviendas y las tareas que ellas realizan?

Acá hay una cuestión que nosotras venimos discutiendo hace tiempo y es que las compañeras hemos sido parte de todas las tareas de obra, tanto de la organización como del trabajo en campo.

Las compañeras desde el principio, desde la década de 1970, participan en la construcción de las viviendas, actualmente más del 70 % de horas de ayuda mutua son realizadas por mujeres. Hemos realizado todo tipo de trabajos: excavar zanjas, levantar muros, pegar cerámica, atar hierro, ser peonas de los albañiles, etc. El problema es la invisibilización de nuestro aporte. 

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