Luego de dirigir juntos la película “El ciudadano ilustre”, los cineastas Gastón Duprat y Mariano Cohn volvieron a reunirse para jugarse el todo por el todo con una propuesta internacional que reunió a Penélope Cruz, Antonio Banderas y Oscar Martínez bajo el título de “Competencia oficial”.
El producto en cuestión abarca la temática del mundo del cine y la fauna que habita en ese mundo colisionado por el ego de cada uno de sus participantes. Podría decirse que es una especie de “cine dentro del cine” aunque no se ajusta totalmente al concepto -en realidad directora y actores ensayan el guión del largometraje a filmar- y también juega con el mundo interior de los protagonistas delatando hipocresías y egoísmos varios.
En este sentido, la producción propone una radiografía insolente sobre los mecanismos de la industria, satirizando todas las aristas del espectáculo que quedan al descubierto gracias al acertado ojo crítico de la dirección. Pero no solo se trata de un guión bien elaborado y una puesta en escena que plantea escenarios casi desérticos para centrarse en los personajes sino que -además- vale la pena saborear la gracia y el profesionalismo con que el trío Martínez/Cruz/Banderas aborda sus actuaciones con una sincera entrega de los vicios de su profesión.
Hay que ver la pseudo – ética que elabora Oscar Martínez a partir de un maestro de actores que dice desdeñar la pirotecnia del espectáculo pero ensaya, en soledad, su rechazo a un supuesto premio como mejor actor o propone asumir un doble rol en el largometraje a filmar en caso de muerte de su co-protagonista.
Tampoco Banderas se queda atrás asumiendo el papel de una estrella de multitudes con un tipo de vida –y técnica teatral- radicalmente opuesta a su compañero de trabajo, con el que choca permanentemente. Finalmente Penélope Cruz también se luce como una excéntrica directora de culto que somete a sus actores a las pruebas más insólitas para sacar lo mejor de sus caracterizaciones. (La habían nominado por “Madres paralelas” como mejor actriz pero, en nuestra modesta opinión, aquí está mucho mejor).
En resumen, “Competencia oficial” es una comedia con algún plumazo de humor negro, una esmerada visión paródica del showbussines que, a la vez, muestra otros interesantes resortes sobre la dirección actoral. Sin lugar a duda los cinéfilos y teatreros van a tener un plus de diversión sobre la llegada que pueda tener la película al resto del público. Pero se van a entretener todos por igual. Enhorabuena.