“Óscar”, así se llamó el último evento meteorológico que circuló por tierras cubanas. Según el Órgano de la Defensa Civil, se reportaron 8 muertos, y cuantiosas pérdidas materiales. De ahí la siguiente historia:
“A todos les tomó por sorpresa la crecida, y ni los de 100 años, recuerdan algo así. Los portales y jardines estaban llenos de colchones y muebles para secar, pero el sol se escondía… Una señora tenía las piernas hinchadas por los días durmiendo sentada. Algunos sacaron también los refrigeradores con la esperanza de que al conectarlos funcionaran. Hay quien todavía tenía fango en la casa, el mismo que había en las calles sobre las que rodaron bicicletas, algunas con leña. ¡Cómo se han cuidado entre ellos! Compartieron los techos, las casas, el peligro. Incluso aún ante nosotros, una joven renunció a coger el módulo que le dimos para que lo tuviera doble un anciano. Hay decisiones que respetar, y de respeto.”
Una historia conmovedora, pero no es la única, y del mismo lugar donde la leí, llegan otras:
“Cristian es un niño de 4 años que sufrió tiempo atrás una parálisis, y ahora tiene inmovilizado la mitad de su cuerpo. Por las redes sociales, muchos fueron los intentos de su familia por conseguirle una sillita de ruedas para facilitar su transportación. La tía del niño ingresó a nuestros grupos en La Habana y, al hacer la solicitud, dos personas respondieron a su pedido: Nercy de Alamar y Jhoannys del Cotorro. Muchas voluntades unidas permitieron hacer llegar la sillita a su destino final en menos de una semana. Luis recogió la silla y la llevó hasta la terminal; Vivian la transportó en tren hasta Las Tunas y Roberto, la recibió en la madrugada. Cristian recibió su silla.”
Muchas veces, ante las más complejas adversidades, hay almas que no destruyen, salvan, no venden, donan… y de esto saben muy bien los chicos y chicas del proyecto D Corazón, protagonistas en cada una de estas historias.
El período de la pandemia de Covid-19 en Cuba, como en todo el mundo, supuso una crisis sin precedentes. Junto a la contingencia, y la poca adquisición de materias primas para medicamentos, estos empezaron a escasear, al igual que los insumos médicos. Muchos encontraron, en dada situación, la oportunidad de lucrar; sin embargo, otros se solidarizaron. Así nació D Corazón. Proyecto comunitario que ya ha cumplido dos años en su propósito de ayudar a los más necesitados. Margarita Montes de Oca, una de las fundadoras del grupo, hoy es doctora, pero en aquel momento era estudiante de medicina.
“En el año 2020, cuando más crítica estaba la situación de la pandemia, muchas personas empezaron a vender los medicamentos muy caros, sobre todo los antibióticos. Vimos una publicación de un muchacho en la Isla de la Juventud, que estaba donando los medicamentos que ya no utilizaba, y nos pareció muy interesante la idea. Nos preguntamos por qué no creábamos algo así en nuestra provincia, Santiago de Cuba. Al inicio creamos un grupo de WhatsApp con el objetivo de que todo el que no necesitara alguna pastilla o insumo médico lo publicara. Se unieron estudiantes de varias universidades, personas de todas las edades… en cuestión de dos días ya teníamos más de 500 personas. Al ver los efectos que tuvo la iniciativa en las personas, le dimos nombre, creamos el logo y determinamos las directrices”.
En cuestión de meses, lo que inició siendo un grupo de WhatsApp, se convirtió en una red, con articulación en todas las provincias del país, donde había personas que compartían los mismos ideales. La doctora Margarita nos sigue contando:
“Recibimos apoyo de muchas personas, entre ellos el Héroe de la República Gerardo Hernández Nordelo, a través de los Comités de Defensa de la Revolución, personas independientes de México, España, Italia. La red funciona de la siguiente manera: los grupos en las redes sociales siguen existiendo, ellos ayudan a que, de manera directa, quien necesite, pueda obtener el medicamento, y tienen de administrador a un corazonero. Periódicamente, se organizan colectas masivas y a la vez donaciones.»
A pesar de que con el esfuerzo del personal de salud cubano, y nuestras vacunas, los casos de Covid 19 se redujeron al máximo, el grupo sigue operando con una sede fija en cada provincia. Ante situaciones excepcionales y de desastres, estos muchachos se han convertido en un aliciente para familias vulnerables y que necesiten ayuda.
“De las anécdotas más recientes que sentimos en la piel, está la entrega de donaciones en las localidades de la provincia de Guantánamo, tras el paso del huracán. Esta vez no fueron solo medicamentos, llegamos con muchas muestras de amor, para personas que lo habían perdido todo, y que agradecían con lágrimas en los ojos. Es ese el sentimiento que reconforta”.
Cada persona beneficiada con algún medicamento, puedo contar su experiencia de manera diferente, de cómo el que recibe, siempre lleva algo para donar, de cómo aplauden a los muchachos. Esta es la mayor demostración de que la “crisis” no se combate con “crisis”, la solidaridad salva.