De Punta Rieles a Buenos Aires: la influencia uruguaya en la transformación penitenciaria bonaerense

Entrevista con Xavier Areses, responsable del Servicio Penitenciario Bonaerense.

Xavier Areses: “No tengo dudas de que Uruguay puede volver a liderar en América Latina en esta temática”.

El titular del Servicio Penitenciario Bonaerense, Xavier Areses, visitó la semana pasada Montevideo para participar en la conferencia “Trabajo, un puente para la inclusión”, donde destacó el papel pionero de Uruguay en el desarrollo de modelos de reinserción laboral dentro de las cárceles.

En entrevista con el Diario La R, Areses explicó cómo la experiencia uruguaya inspiró una reforma integral en la provincia de Buenos Aires, que hoy alcanza a más de 60.000 personas privadas de libertad.

La conferencia se realizó el jueves, en el salón de eventos especiales del Palacio Legislativo, en la que se abordó el tema de la promoción de la inserción laboral de personas privadas de libertad y liberadas. El evento contó con la presencia del presidente de la República, Yamandú Orsi, de la vicepresidenta de la República y presidenta del Senado y de la Asamblea General, Carolina Cosse, del presidente de la Cámara de Diputados, Sebastián Valdomir, así como representantes de organismos públicos y del sector privado, además del intendente de Canelones, Francisco Legnani.

El panel de expositores estuvo integrado por el secretario de la presidencia, Alejandro Sánchez; Juan Salgado, presidente de la Cámara del Transporte; Ana Vigna, asesora en asuntos penitenciarios del Ministerio del Interior; Luis Parodi, director de la Dirección Nacional del Liberado (Dinali) y Xavier Areses, jefe del Servicio Penitenciario Bonaerense, mientras que, la diputada Graciela Barrera, impulsora de la iniciativa, ofició de moderadora.

El Diario La R, conversó con Areses, quien en la conferencia expuso sobre la experiencia de transformación del sistema carcelario en la provincia de Buenos Aires, inspirada directamente en el modelo uruguayo de Punta de Rieles.

Areses repasó los orígenes de este proceso y la influencia que tuvo el modelo uruguayo en la formulación de políticas penitenciarias centradas en el trabajo, la educación y la formación profesional. “En el año 2018, cuando me hice cargo del sistema carcelario bonaerense, el juez Mario Juliano –fallecido en octubre de 2020- me comentó que Uruguay estaba desarrollando un modelo penitenciario distinto, con la instalación de polos industriales dentro de la cárcel”, recordó. Aquella referencia lo llevó a conocer de primera mano la experiencia impulsada por Jaime Saavedra, Luis Parodi y Graciela Barrera, en el centro de reclusión de Punta de Rieles.

Areses en una recorrida junto con Saavedra. La idea de los “polos industriales” se convirtió en el eje de la política bonaerense.

Un modelo disruptivo

Según explicó Areses, la visita a Uruguay fue determinante. “La primera sorpresa fue que era un modelo absolutamente disruptivo y efectivo. Era posible generar dentro de las cárceles la instalación de empresas para que las personas privadas de libertad trabajaran y aprendieran oficios. Eso, sumado a la formación profesional y a la posibilidad de reinsertarse laboralmente, mostraba un camino concreto para disminuir la reincidencia”, sostuvo.

La idea de los “polos industriales” —espacios donde empresas privadas pueden instalarse dentro de las cárceles para producir bienes y ofrecer trabajo remunerado a las personas reclusas— se convirtió en el eje de la política bonaerense. Con el apoyo del gobernador Axel Kicillof y del Ministerio de Justicia provincial, Areses diseñó un plan estratégico integral de transformación del sistema carcelario, “basado en esos mismos objetivos estratégicos que habían sido planteados en Uruguay”.

El funcionario destacó que la inspiración uruguaya fue también institucional. “En ese momento tuve un encuentro con el expresidente José Mujica, que me contó cómo había surgido la idea y cómo se había desarrollado. En base a eso elaboramos nuestra planificación”, relató. El plan incluyó objetivos claros: fomentar el trabajo en cárceles, profesionalizar al personal penitenciario, ampliar la educación para las personas privadas de libertad y fortalecer la prevención de situaciones críticas dentro de los establecimientos.

Ejes de la transformación

Areses resumió los pilares de la reforma en cuatro grandes ejes. El primero fue la centralidad del trabajo. “El objetivo estratégico fue permitir la instalación de empresas del ámbito privado dentro de las cárceles, cediendo espacio para que capaciten y generen empleo. De esa manera, se refuerza la cultura del trabajo y se brinda una oportunidad real de reinserción”, explicó.

El segundo eje fue la capacitación del personal penitenciario. Según el funcionario, “tener personal capacitado adecuadamente, con la remuneración que corresponde, y que esa formación se actualice cada año, es fundamental para sostener el proceso de cambio”.

El tercer eje se concentró en la educación formal de las personas privadas de libertad, desde la primaria y secundaria hasta el acceso a la universidad. “La educación es central para el desarrollo personal y para bajar los índices de reincidencia. Si al salir cuentan con capacitación y oportunidades concretas, las probabilidades de volver al delito disminuyen”, sostuvo.

El cuarto eje apuntó a la prevención de escenarios críticos, como incendios, motines o fugas. Para ello se fortaleció el entrenamiento del personal y se promovió un trato “respetuoso y humanitario” tanto para las personas privadas de libertad como para los funcionarios. “Nunca antes se habían sistematizado estos objetivos estratégicos dentro de los sistemas carcelarios de América Latina”, destacó.

Un ejemplo del trabajo en las unidades penintencias argentinas es el emblemático es el polo industrial textil de la Unidad N°1 de Olmos.

Asesoramiento uruguayo y continuidad institucional

Areses reconoció que el asesoramiento de técnicos uruguayos fue clave. “El apoyo de Jaime Saavedra fue absolutamente vital y decisivo, porque ellos ya venían con varios años de desarrollo de la experiencia. Para nosotros, poder capitalizar ese conocimiento nos ahorró mucho tiempo, recursos y esfuerzo”, afirmó.

Uno de los aspectos que el funcionario subrayó durante su exposición fue la importancia de la continuidad institucional y la cooperación con el sector privado. “Si el modelo de Punta de Rieles hubiera continuado y se hubiera expandido, estaríamos hablando de una situación diferente en cuanto a resultados”, evaluó. En su opinión, la experiencia uruguaya fue precursora en América Latina y demostró que “no es una cuestión de recursos, sino de concepción”.

“Los sistemas carcelarios de todo el mundo enfrentan sobrepoblación y altos índices de encarcelamiento. Incluso en países con recursos, como Estados Unidos o los europeos, el problema persiste. Por eso la innovación no pasa por el presupuesto, sino por cambiar el enfoque: salir del debate entre mano dura y garantismo, y centrarse en trabajo, educación, deporte y trato digno”, señaló.

Resultados en Buenos Aires

La provincia de Buenos Aires tiene actualmente una población carcelaria de alrededor de 60.000 personas. Según Areses, el desarrollo de polos industriales en las cárceles permitió reducir en un 15% el porcentaje de reingresos y alcanzar una de las tasas de mortalidad más bajas de América Latina, “comparables con las de Europa”.

Un ejemplo emblemático es el polo industrial textil de la Unidad N°1 de Olmos, donde funcionan 200 máquinas de última generación en una planta de más de 80 metros de ancho por 170 de largo. “Tiene una producción estable, con seguimiento semanal. Cuando se inauguró hace tres años, participaron el gobernador bonaerense y siete ministros. Incluso el Pepe Mujica iba a asistir, pero por un problema de salud envió un video”, relató. Para Areses, la presencia simbólica del expresidente uruguayo en aquel evento representó “el acompañamiento esencial de la experiencia que lo inspiró”.

La alianza con el sector privado

Una de las innovaciones que el modelo bonaerense tomó de Uruguay fue la apertura a la inversión privada dentro de las cárceles. “Históricamente, los sistemas penitenciarios tienen presupuestos exiguos. Por eso es disruptivo considerar a los empresarios como aliados estratégicos del trabajo intramuros. Ellos instalan su industria, capacitan a las personas privadas de libertad y generan empleo. Eso es una alianza concreta entre el Estado y el sector productivo”, explicó Areses.

El funcionario insistió en que se trata de una política que combina inclusión social y seguridad pública. “Si una persona privada de libertad aprovecha el tiempo de encarcelamiento para trabajar y formarse, las posibilidades de reincidencia son mucho menores. Por eso el trabajo en las cárceles no es solo una medida social, sino también una herramienta para mejorar la seguridad pública”, sostuvo.

Ese enfoque, agregó, “fue conceptualizado por Uruguay de manera pionera”, porque vinculó el tratamiento penitenciario con políticas de desarrollo y con la participación de distintos actores sociales y empresariales. “Fue un modelo que entendió que el respeto por la ley y los reglamentos carcelarios puede convivir con el trabajo, la educación, el deporte y el trato digno. Ese concepto no existía en el mundo”, aseguró.

Reflexión sobre la situación uruguaya

Consultado sobre la situación actual del sistema penitenciario uruguayo, Areses señaló que el deterioro y abandono de aquel modelo exitoso fue “multicausal”. Sin embargo, destacó que durante su visita a Montevideo observó señales alentadoras. “En la charla convocada por la diputada Graciela Barrera, ver presentes al presidente de la República y a la vicepresidenta en una actividad que aborda temas carcelarios es algo inusual. Para mí, eso demuestra que se entiende que el trabajo y la educación en las cárceles impactan directamente en la seguridad pública”, dijo.

El funcionario argentino consideró que la presencia de las máximas autoridades del país y de representantes del sector privado en la conferencia fue “un gesto simbólico de voluntad política”. A su juicio, esas condiciones permiten pensar en una posible reactivación del modelo uruguayo. “No tengo dudas de que Uruguay no solo puede retomar la iniciativa, sino también desarrollarla y volver a liderar en América Latina en esta temática”, afirmó.

El trabajo como eje de inclusión

Areses subrayó que el trabajo intramuros no es solo un medio de sustento, sino una herramienta de transformación personal. “Si una persona se forma, trabaja y adquiere hábitos laborales durante su condena, las probabilidades de que reincida son mucho menores. En definitiva, se trata de construir seguridad pública desde la inclusión”, afirmó.

El funcionario destacó también el impacto simbólico del trabajo penitenciario. “El hecho de que alguien pueda aportar, producir y sentirse útil cambia su perspectiva sobre sí mismo y sobre la sociedad. La cárcel, de ese modo, deja de ser solo un espacio de castigo para convertirse en un ámbito de aprendizaje y reconstrucción de vínculos sociales”, sostuvo.

Mirada regional y proyección

La experiencia bonaerense, según Areses, demuestra que los modelos penitenciarios basados en el trabajo y la educación pueden ser replicables en otros contextos de América Latina. “No hay una receta única, pero sí principios que funcionan: continuidad institucional, alianzas público-privadas, formación integral y respeto por la dignidad humana”, resumió.

Al final de la entrevista, el funcionario reafirmó su convicción de que Uruguay puede volver a ser referente regional: “Ustedes fueron los autores intelectuales de este modelo. Nosotros simplemente lo adaptamos a nuestra realidad. Por eso no tengo dudas de que lo van a retomar y potenciar”.

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