Guillermo Franchi, vocero del Movimiento “Un Solo Uruguay” (USU), concedió una entrevista al Diario La R, en la que realizó un repaso de la realidad de la agrupación, sus posibilidades de futuro cercano, el encuentro con representantes del Frente Amplio, la relación con el gobierno de Luis Lacalle Pou y las opciones de que se convierta en un partido político.
La Mesa Nacional de “Un Solo Uruguay” se está reuniendo actualmente una vez por mes, y va rotando de un departamento a otro. La próxima se confirmará en pocos días, pero podría ser en julio y en Tacuarembó. Además, se continuará llevando adelante como hasta ahora la iniciativa de realizar un espacio denominado “cabildo”, en el cual los integrantes de la agrupación dialogan con los ciudadanos de la ciudad – localidad que visitan, a los efectos escuchar las consultas e inquietudes de los residentes del lugar, pero a la vez buscan euchar opiniones, propuestas o comentarios a quienes participan de esa instancia por la organización.
– ¿Cómo califica el momento y situación actual del movimiento, no solamente en el presente sino también con miras al futuro?
– El movimiento nunca tuvo un lineamiento determinado. Atrás de cada uno de los reclamos, inmediatamente presentamos una propuesta. Lo hicimos así con el Frente Amplio, y lo hicimos y hacemos así con el gobierno actual. El futuro del movimiento es incierto en el sentido que tenemos básicamente tres opciones. Una es colgar los guantes y no insistir, ante la imposibilidad de lograr que desde el sistema político se entienda el reclamo que hace el movimiento. Otra es seguir siendo un movimiento social y batallando contra estas cosas, o la tercera posibilidad que se ha planteado nuevamente es transformar el movimiento en un partido político, y poner a consideración de la ciudadanía la propuesta en una elección nacional. Cualquiera de las tres opciones es posible. Vamos a tener que dar la discusión interna. Analizaremos todos los pros y los contras de cada uno de esos pasos y resolveremos. Lo que sí está claro es que al sistema político le queda muy cómodo discutir entre ellos. Muchas veces las discusiones son de una banalidad importante. Discuten lo inmediato, del fueguito recién encendido, pero nadie está planteando el Uruguay para los próximos 15 – 20 años, y esa la preocupación más grande que tenemos en Un Solo Uruguay.
– Ahora se está atravesando por buenos precios de las materias primas. ¿Como influye esto en el pensamiento general de su movimiento?
– Todas las propuestas del movimiento siempre son pensando en el desarrollo productivo, económico, en las posibilidades que tiene el interior del país de crecimiento, y creo que se demuestra una y otra vez en cada crisis, que el sector agropecuario termina siendo el que saca del pelo a toda la economía. Y sobre todo, la relación directa que hay en el interior, de cómo le está yendo al sector agropecuario, cómo le va a todos los demás sectores, a la construcción, comercio, servicios y al transporte. Tenemos esa visión de país, que a veces a Montevideo demora en llegar los problemas. Siempre llegan, pero muchas veces con retardo. Acá se padece inmediatamente, se disfruta de la bonanza y se padece la penuria, y eso no hay duda.
Los números oficiales ahora nos dan nuevamente la razón, porque gracias a esta primavera en los precios de los productos a nivel internacional, las cifras oficiales dicen que nueve de cada diez empleos se generaron en el interior. Pero en esta recuperación económica que hay ahora post-pandemia, hay una luz que ya es naranja de riesgo, vinculado a los altos costos para producir.
Los precios internacionales son muy buenos, pero los costos en algunos casos se han duplicado y triplicado, y eso nos retrotrae a la película que vivimos de 2009 a 2013, en el boom de los commodities anteriores. Desde fines de 2013 hasta 2020 fue la caída permanente de empresas, miles de personas sin trabajo, incremento galopante de la pobreza en el interior. Y eso desata una preocupación porque en definitiva, el interior no debería ser distinto a Montevideo, pero lamentablemente lo es. Y muchas veces también el lamento de no poder cerrar una empresa por lo que se adeuda en BPS o DGI.
– De las tres opciones que usted manejó como futuro de Un Solo Uruguay, ¿se está más cerca de alguna o por ahora solo se analiza y discute para resolver?
– Una de las posibilidades más ciertas, es la de seguir siendo un movimiento social con los reclamos y la propuesta, y la transformación del movimiento en una opción política partidaria. Eso son las dos opciones que hoy sobrevuelan más, y sobre todo la de la transformación en un partido político, ha ganado más adeptos dentro del movimiento y con argumento más claros.
De todas las propuestas presentadas al sistema político en cinco años de trabajo, la inmensa mayoría ni siquiera fueron contestadas, ni siquiera una negativa por respuesta. Ósea, nada. El silencio absoluto. Entonces, si el sistema político no está dispuesto a intercambiar con la sociedad civil, si hay que integrarse al sistema político para poder pelear por los cambios y para aquellas cosas que los políticos muchas veces por esa cuestión de cuidar votos no se animan a hacer, tendrá que ser gente del sector, del comercio, del transporte, del sector privado o los productores. Dejarán de cumplir su función e irán a pujar por esos cargos políticos para hacer los cambios que realmente son necesarios para el crecimiento de Uruguay. Esta es una discusión que se está dando en este momento, y que va a seguir. La comenzamos el pasado 7 de mayo en Maldonado. Se planteó la posibilidad de transformar el movimiento en un partido político y bueno, llevará algún tiempo más. Obviamente hay que analizar muchísimas cosas, y en algún momento se tendrá que resolver.
– La decisión de que camino seguir y de que manera, ¿puede demorar meses?
– Por supuesto. Urgencia no hay, pero sabemos que el tiempo es finito. En algún momento la decisión tiene que estar tomada. Tenemos que analizar muy bien la cosa. Una cosa fue haber pujado por los cargos en el BPS, dónde se logró el cargo de director en el orden social por el orden empresarial, y se sacó una excelente votación en el orden de los pasivos, y también en los activos, porque en siete departamentos se tuvo mayoría. Esto de pensar transformar al movimiento en un partido claramente es una parada mucho mayor. Es mucho más grande y hay mucha más responsabilidad, y más trabajo. Habrá que analizarlo. Creo que esa decisión no depende tanto de nosotros, sino del entendimiento que haga el sistema político de lo que ha sido el movimiento. Ahí se juega un gran partido. Si el sistema político actual logra entender de que los movimientos sociales son tan necesario como los partidos políticos,y que su voz debe ser escuchada porque están vinculados directamente a los sectores productivos, por fuera del corporativismo, ahí cambiaría la relación y no tendría lógica alguna volverse un partido político. Ahora, sí va a seguir la discusión en la chiquita y el sistema político no está dispuesto a que movimientos sociales puedan reclamar y puedan proponer, ahí está el empujón hacia el partido político.
– ¿Qué conclusiones sacó la Mesa Nacional de Un Solo Uruguay de la reunión con la cúpula del Frente Amplio, el pasado sábado 18 en San José?
– Nos reunimos con la plana mayor, podríamos decir del Frente Amplio. Estaba el presidente, Fernando Pereira, Gustavo Leal, Lilian Kechichian, Alejandro “Pacha” Sánchez y Juan Castillo con la Mesa Nacional del Movimiento, que es el órgano máximo. Nos habían pedido algunas entrevistas a nivel departamental, y al final logramos coordinar para hacer una reunión con toda la Mesa, que está integrada por representantes de todos los departamentos. La reunión fue en un ámbito muy respetuoso, como debe ser. Pero para el movimiento fue una oportunidad de cara a cara replantear alguno de los reclamos que se le hizo al propio gobierno del Frente Amplio en 2018 cuando surgió el movimiento. Creo que el Frente Amplio no solo no lo supo leer, sino que además no lo quisieron leer. No olvidemos que este movimiento surge por fuera de las estructuras partidarias, ó sea, el acto realizado en Durazno, las caravanas previas en todos los departamentos, todo se originó en forma espontánea. No había organización política partidaria detrás, ni gremial. Quizás eso haya sido lo que descolocó, que no lo supieron leer. Después fue mucho más fácil tratar de encasillarnos en la oposición partidaria y no tratar de leer cuál era la realidad que se estaba viviendo en el interior. Por lo tanto, las críticas fueron a muchas de las políticas que venía implementando el Frente Amplio en aquel momento, donde el interior se venía destratado en forma permanente y no se le estaba prestando atención, no solo al sector agropecuario.
– ¿Pero qué significado tuvo el encuentro para la agrupación?
– Para nosotros, no hubo discusión ni intercambio sobre los temas. Simplemente se plantearon un montón de asuntos. Les entregamos también algunos ejemplares del libro que lanzamos el 23 de enero de este año, que se llama “Basta”, que trata sobre los orígenes y la explicación del nacimiento del movimiento. De todos esos reclamos, de los cuales estuvimos hablando, de cuestiones que no se quisieron mirar en aquel momento y muchas que siguen vigentes hoy. Obviamente, acá hay problemas que no se han solucionado el costo y el peso del Estado para producir y para vivir, las cargas tributarias, la poca o nula promoción a la pequeña y mediana empresa, y sí la promoción a las grandes empresas y a las multinacionales. Cara a cara tuvimos la chance de decirles nuevamente estos problemas, y lo que quedó de todo eso es el compromiso del Frente Amplio de analizar lo que dijimos, y en algún momento ir discutiendo tema a tema.
Estas cosas aparentemente ahora despiertan un interés. A mí me parece sensato que así sea, porque realmente, más allá de la autocrítica que pueda hacer el Frente Amplio, de por qué perdieron las elecciones en 2019, está claro que fue prácticamente por la misma razón que la ganaron en 2005. El voto castigo a los partidos tradicionales llevó al Frente al gobierno, llegó y el voto castigo le llegó al Frente Amplio por olvidarse.
Estamos dispuestos obviamente a discutir cada uno de estos temas, la preocupación que nosotros hemos tenido, pero sobre todo desde la sensatez y el entendimiento de que no estamos actuando de forma partidaria, como se nos dijo tantas veces. No somos los oligarcas de las camionetas 4 x 4, no somos un ala del Partido Nacional. Eso está más que demostrado. Sí ese compromiso que quedó planteado por el FA se cumple, nosotros lo vamos a aceptar como aceptamos la discusión con cualquier partido político.
– Con respecto al diálogo o relación con el gobierno actual, en el 2021 y en lo que va del 2022, ¿existe o no existe?
– Nosotros en realidad, convocatoria por parte del gobierno actual al movimiento no tuvimos ninguna. Pedimos dos entrevistas, una fue con la ministra de Economía en agosto – setiembre del 2020. Tuvimos una charla muy franca y bastante extensa. Les dejamos un documento sobre algunas preocupaciones que teníamos en ese momento para incentivar toda la economía a pandemia. No recibimos respuesta. Y después, cuando comenzaron en agosto del año pasado, los incrementos en los combustibles, pedimos una reunión con Presidencia de la República. Hubo un compromiso por parte de las autoridades que hasta el día de hoy no se ha dado. No nos ha contestado nada. Ese ha sido todo el intercambio. Luego hemos tenido algún intercambio con el presidente del directorio del Instituto de Colonización, Julio Cardozo. Eso fue la semana pasada. También hablamos con parte del directorio del Banco República (BROU), siempre a solicitud nuestra.
– ¿Por donde pueden ir las iniciativas que plantearon a Colonización y al BROU?
– Generalmente las propuestas que hace el Movimiento, se hacen públicas inmediatamente. Después de que se discute en la Mesa Nacional, se difunden. Las propuestas son claramente en la línea de achique del Estado, haciendo que los colonos dejen en algún momento de ser inquilinos permanentes de las tierras del Estado, y tengan la posibilidad de ir adquiriendo la tierra. Que dejen de ser inquilinos toda la vida. El instituto de Colonización tiene la potestad de ofrecer en venta los predios a los colonos. Lo que intentamos con esto es que el instituto tenga la obligación de ofrecerle al colono comprar esa tierra, y que sea el colono el que opte por aceptarla o no. Eso lleva una pata de financiamiento, que es ahí donde tiene que intervenir el Banco República (BROU). Así como hay buenas condiciones para la compra de inmuebles para vivienda, tienen que existir condiciones para la compra de medios de producción. Esto se trata de eso, que sea más accesible para alguien que cumpla con los requisitos y que este dispuesto a producir. Que el Estado le brinde las herramientas de crédito, razonable en precio y en costos, y sin subsidios, pueda desarrollarse. Acá hemos tenido una perdida histórica, en los últimos 20 años, de más se seis personas que por día abandonan el sector productivo.