Diario La R en la Gran Muralla China: históricamente una de las mejores obras de ingeniería y de las mejores experiencias de vida

Viernes 22 de marzo, el itinerario comenzó a las 07:45 am, donde los 22 latinos del Programa 2024 del Centro de Prensa China – América Latina, nos reunimos para dar comienzo, a lo que sería una de las experiencias más inolvidables de nuestra vida, conocer una de las 7 maravillas del mundo, la Gran Muralla China.

Considerada como la mayor obra de ingeniería del mundo, se construyó a lo largo del tiempo y con diferentes métodos, como una forma de defensa ante tribus nómadas provenientes, en su mayoría, de Mongolia. Su inicio data a comienzos del siglo V a. C., recordemos que para entonces China estaba conformada por siete reinos (Han, Zhao, Yan, Wei, Chu, Qi y Qin,), guerreros y agrícolas, que luchaban entre sí para extender su dominio y que para defenderse implementan la construcción de muros. En el 221 a. C., el reino liderado por Qin Shi Huang, venció, llevando a cabo la unificación de China en un solo imperio, convirtiéndose entonces en el Primer Emperador, fundando la dinastía Qin.

Qin Shi Huang, fue quien ordenó el sistema de murallas, construyendo unos 5 mil kilómetros en la frontera norte y utilizando las preexistentes, ante la invasión constante de la tribu nómada de los Xiongnu, proveniente de Mongolia. Durante esta etapa se utilizó la técnica de tierra compactada o apisonada por capas, que se armaban con la ayuda de un encofrado de madera que se rellenaba con tierra, y se le añadía agua para compactarla. La ingeniería explica que esta técnica constructiva solo servía para retrasar y cansar al enemigo.

Historiadores hablan de que esta construcción se llevó varias vidas de esclavos, contabilizando no menos de un millón, y a su vez conllevó un costo económico elevado que obligó a subir los tributos. Ante un pueblo cansado en el año 209 a.C., se desató una guerra civil. Llegada a su final en el año 206 a.C. asciende la dinastía Han, quienes también tuvieron que hacerle frente a al enemigo del norte, pero ante intentos sin frutos de implementar un comercio, tomaron la decisión de restaurar la muralla, que para entonces estaba olvidada, creando además un nuevo tramo de unos quinientos metros en el desierto de Gobi, bajo el propósito de proteger las rutas comerciales con Occidente. Esta nueva etapa fue construida con la misma metodología, pero agregando ramas de sauce rojo, para una mejor y más resistente unificación.

Tras el final de la dinastía Han, en el año 220 d.C., las que le siguieron no hicieron grandes modificaciones más que restauraciones en algunos segmentos más deteriorados, hasta llegados los siglos del V al VII, donde se realizaron nuevas, pero pocas, construcciones, hasta que la dinastía Yuan llegó al poder en el año 1279 d. C. bajo el poder de Kublai Kan, época donde no solo bastó con reconstruir sino que surgió la necesidad de cerrar totalmente la frontera norte del Imperio.

Durante los años 1528 y 1588, el general del ejército Qi Jiguang, bajo la dinastía Ming, dio paso al proyecto de construcción de más de 7 mil kilómetros de la muralla, mejorando la técnica constructiva, gracias al desarrollo de las tecnologías de construcción en la Edad Media, donde la tierra o la grava eran protegidas por caras hechas con un sistema de paramentos de roca o ladrillo y fijando con un tipo de mortero hecho con harina de arroz, cal y tierra. Este avance permitió y facilito la construcción en pendientes montañosas.

La Gran Muralla China fue nombrada en 1987, por la UNESCO, como Patrimonio de la Humanidad y en 2007 ganó el concurso público de las Siete Nuevas Maravillas del Mundo. Pese a que esta recorría un total de más de 20 mil kilómetros con puertas o pasos de acceso en puntos estratégicos, limitando con el desierto de Gobi, Mongolia y con Corea del Norte, actualmente permanece en pie cerca de un tercio, siendo los pasos más importantes y visitados: Juyongguan, Jiayuguan y Shanaiguan.

El Paso Juyong (Juyongguan o Paso del Norte), construido en el gobierno de Zhu Yuanzhang (1368-1398), fue el que Diario La R tuvo el placer de visitar y recorrer. Se puede decir, que es uno de los desafíos más exquisitos cuando se trata de conocer un lugar, pero a su vez difícil, debido a su construcción inclinada, pero la magia, la historia, la construcción y la vista que ofrece el recorrido, vale la pena cada suspiro y gota de sudor.

Como recomendaciones, diría que hay que ir con tiempo, ropa cómoda y calzado deportivo, descansados, la batería del teléfono al 100% y mucha agua, pero sobre todo, con ojos de turista, de esos que se asombran con todo, porque es una visita que parece simple pero no lo es.

En cuanto a recuerditos, saliendo del área, hay puestos armados, que ofrecen más variedad y mejores precios. Baños y descansos hay durante el recorrido por la muralla y como buena uruguaya, son ideales para tomarse unos mates, pero no vayan cargados de más, porque son muchos escalones cuesta arriba y en la bajada es mejor tener las manos libres. No se precisa estar entrenado, pero si tener muchas ganas de llegar, ojo con el vértigo.

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