La victoria de José Antonio Kast en las elecciones presidenciales de 2025 refleja un colapso en la percepción colectiva del contrato social que sostiene a cualquier Estado moderno. Este análisis sostiene que el voto fue impulsado más por emociones que por propuestas programáticas, actuando como un acto de restauración simbólica ante la percepción de un orden social en desintegración. Este comportamiento electoral se forjó a partir de la convergencia crítica de tres procesos estructurales que, al intersectarse, generaron un clima de miedo y una demanda de liderazgo autoritario.
La Política del Miedo
Para entender este fenómeno, es crucial aplicar marcos teóricos que trasciendan el análisis racional del voto. El concepto de «significante vacío» de Laclau resulta útil: términos como “orden”, “seguridad” y “Chile” fueron llenados por el discurso de Kast con contenidos emocionales (nostalgia, pureza, control) capaces de articular malestares dispersos. Arlie Hochschild, en Strangers in Their Own Land, examina cómo el «gran relato» de sectores que se sienten desplazados se centra en la percepción de que “alguien se está colando en la fila”, violando un sentido profundo de justicia y mérito. Rogers Brubaker y Andreas Wimmer, desde la sociología de la etnicidad y el nacionalismo, brindan una clave para comprender el resultado: cuando las transformaciones demográficas son rápidas, las fronteras del grupo (la “chilenidad”) se rigidizan, convirtiendo la nacionalidad en un bien a defender frente a “otros” percibidos como amenazantes.
La Revolución Demográfica y la Aceleración del Cambio Social
Chile ha transitado de ser un país de emigración a uno de inmigración intensiva en un corto período. Según cifras oficiales:
- 1992 (Censo): 0.8% de población extranjera (INE, 2023).
- Diciembre 2023 (INE y Servicio Nacional de Migraciones): 1,586,106 migrantes residentes, equivalente a aproximadamente el 8.5% de la población total.
Este aumento de más de diez veces en tres décadas, concentrado principalmente en la última, representa una de las transiciones demográficas más rápidas de la región. Como señala Wimmer, la velocidad del cambio es tan crítica como su magnitud, ya que desafía la capacidad de adaptación de las instituciones y los imaginarios colectivos. La transformación no solo fue estadística, sino que también resultó en cambios visibles en el espacio urbano, reconfigurando barrios enteros y generando una sensación de «extrañamiento en el propio hogar» (Hochschild).
La Erosión del Monopolio Estatal de la Violencia: Narcotráfico y Crimen Organizado
Paralelamente, el país ha enfrentado la creciente penetración y acción violenta del narcotráfico y el crimen organizado transnacional. Indicadores como la tasa de homicidios y la incidencia de delitos de alta connotación social han mostrado tendencias al alza. Sin embargo, la brecha entre percepción y realidad se ha amplificado por dos mecanismos:
- Mediático: La cobertura sensacionalista y la circulación viral de hechos delictivos en redes sociales.
- Experiencial: La victimización indirecta (el «le pasó a un conocido») y la adaptación de rutinas por miedo (no salir de noche, rejas más altas).
Este clima crea lo que Gilles Lipovetsky denomina «sociedad de la inseguridad», donde el riesgo se convierte en el lente omnipresente para interpretar la realidad. El Estado aparece, entonces, no como un protector fallido, sino como un cómplice por omisión o debilidad.
- La Crisis Territorial Persistente: El Conflicto en La Araucanía y la Frontera Permeable
La situación en la Macrozona Sur ha actuado como el eslabón que conecta narrativamente la inseguridad urbana con la pérdida de soberanía. El conflicto mapuche, histórico y no resuelto, se ha recodificado en el imaginario colectivo como evidencia de que el Estado ha renunciado a partes de su territorio. Esto se intensificó por la narrativa de una frontera norte «colapsada» por la migración irregular. La superposición de estas imágenes—un sur en llamas y un norte sin control—ha creado una poderosa metáfora geopolítica: Chile como un barco a la deriva, con agujeros por todos lados.
La Demanda de Orden como Restauración Identitaria
La intersección de estos tres vectores—aceleración demográfica, descontrol criminal y quiebre territorial—ha formado una tormenta perfecta de ansiedad social. En este contexto, el discurso de Kast ha demostrado ser altamente eficaz:
- Ofreció diagnósticos simples para problemas complejos: La delincuencia se soluciona con penas más severas; la migración descontrolada, con militares en la frontera; el conflicto mapuche, mediante la aplicación irrestricta de la ley antiterrorista.
- Apeló a una nostalgia mitificada: La evocación del orden militar no solo fue una reivindicación histórica, sino la promesa de recuperar un tiempo donde las cosas funcionaban y los límites eran claros.
- Politizó la identidad: Definió un «nosotros» chileno, católico, familiar y ordenado, frente a un «ellos» constituido por inmigrantes irregulares, delincuentes y “terroristas”. Esta es una movilización etnonacionalista en su máxima expresión (Brubaker).
La elección de Kast representa un acto electoral que busca, ante todo, escenificar una demanda de restauración del orden y castigar a una élite percibida como responsable del descontrol. En este sentido, la racionalidad programática fue secundaria frente a la eficacia emocional del mensaje.
Este resultado intensifica y oficializa una fractura social latente, planteando un desafío existencial para el sistema político: ¿pueden las instituciones democráticas procesar y responder a demandas basadas en emociones intensas y percepciones de colapso, sin sacrificar derechos fundamentales? La victoria de Kast no es el final de la historia, sino el inicio de un experimento político de alto riesgo, que intenta sanar las heridas de la inseguridad y la pérdida de identidad mediante un mayor autoritarismo, en un contexto donde las causas estructurales de la crisis permanecen intactas.


JAJAJA !! CÓMO LES ROMPIERON EL ORTO A LOS COMUNISTAS !! ESTÁN DESESPERADOS COMPRANDO TONELADAS DE VASELINA !! POBRE «COQUITA» JARA, POR UN MES NO SE VA A PODER SENTAR…BUENO AHORA SIGUE BRASIL, COLOMBIA Y DESPUES URUGUAY…A LOS QUE NO LES GUSTE, TIENE LAOS, EL CONGO, MOZAMBIQUE, COREA DEL NORTE O VIETNAM, «PARAÍSOS SOCIALISTAS»…