El catre de Artigas

Un comerciante escocés, de apellido Robertson, visitó a Artigas en Purificación y relató como vivía.

En agosto de 1815, Artigas se encontraba en la plenitud de su liderazgo militar y político que se extendía más allá del territorio de la Banda Oriental. Con 51 años, Artigas era el «Protector de los Pueblos Libres», liderando una confederación de seis provincias que buscaban un sistema federal en oposición al centralismo de Buenos Aires. En junio de ese año, había convocado al Congreso de los Pueblos Libres en Concepción del Uruguay, donde se declararon independientes de España y de cualquier poder extranjero, y se reafirmó el sistema federal. Con el apoyo de Artigas, Entre Ríos, Corrientes, Misiones, Santa Fe, Córdoba y la Provincia Oriental, enfrentaron la resistencia de los partidarios de Buenos Aires y de las fuerzas armadas centralistas.

En febrero de ese año, los orientales habían entrado en Montevideo y dominaban todo el territorio. El 26 de mayo, Fernando Otorgués, gobernador militar, izó por primera vez la bandera tricolor artiguista, cuatro años después del estallido de la “admirable alarma”. Era el inicio de la Patria Vieja. Artigas y su ejército estaban instalados en el  campamento de Purificación, en Paysandú,  entre las desembocaduras del arroyo Hervidero Grande y el río Daymán, a unos siete kilómetros al norte de la Meseta de Artigas y a unos cien kilómetros al norte de Paysandú, donde estableció su cuartel general que funcionó como “capital” de la Liga.

Fue esencialmente un campamento militar pero también un centro político y administrativo ubicado en un punto estratégico equidistante entre Buenos Aires y Montevideo. Además del relato conocido de Dámaso A. Larrañaga, un comerciante escocés, de apellido Robertson, que visitó a Artigas, también dejó una valiosa descripción sobre Purificación, las penurias económicas del poblado formado por tolderías y ranchos de barro donde los “caballos humeantes de los correos llegaban cada media hora y los frescos partían con igual frecuencia”. En realidad, Robertson se había apersonado ante el general para denunciar el robo de dinero y maltrato por parte de una partida artiguista.  La sencillez con la que vivía el “Excelentísimo Protector de la mitad del Nuevo Mundo” sorprendió al visitante, lo que lo convenció de abandonar el reclamo de 6.000 pesos (una fortuna) por infructuoso a cambio de aceptar una indemnización no con dinero, sino con “importantes privilegios mercantiles”.

El Cabildo de Montevideo, en ese momento a cargo de Miguel Barreiro, al tanto de la precariedad del Protector, ordenó la compra de una serie de enseres con destino al “uso y servicios del Señor General Artigas” que habrían sido enviados al campamento de Purificación. La descripción de esos bártulos, el costo de los mismos y el nombre de quienes fueron sus vendedores figuran en un amarillento documento al que accedió Diario La R. El pequeño recibo incluye los elementos para confeccionar el “catre de campaña” que el Cabildo le adjudicó al general Artigas y que habría enviado al campamento de Purificación.

Entre las compras descritas constan “un colchón y 2 almohadas” por el que se pagaron “12 pesos” y “varias piezas de cristal y loza”, adquiridos a Don Roque Gómez (padre de Leandro Gómez), reconocido comerciante de ramos generales oriundo de Galicia, cuyo comercio estaba ubicado en las céntricas San Juan y San Gabriel de Montevideo (actuales Ituzaingó y Rincón), y un servidor de la corona española.

El documento también menciona que por la compra de “6 varas de caña” para el catre y “4 docenas de platos” se pagaron “5 pesos y 2 reales” a “Esteban Cal” y por “armar el catre de campaña para el General” se pagaron “10 pesos” al “maestro talabartero José Artayeta”. Es probable que este “ajuar” especial haya tenido en consideración además la particular situación que vivía Artigas en ese momento: en diciembre de ese año contraería matrimonio, en el campamento de Purificación, con su segunda esposa, Melchora Cuenta, una lancera paraguaya, con quien tuvo dos hijos.

Orden de compra de una serie de enseres con destino al “uso y servicios del Señor General Artigas”.

Sobre la existencia de este catre y si efectivamente llegó a destino, no hay noticias salvo por una única y mínima referencia incluida en el relato del infortunado, aunque bien recompensado comerciante escocés, quien describe a Artigas “sentado en un cráneo de novillo, junto al fogón encendido en el piso del rancho, comiendo carne de un asador y bebiendo ginebra en guampa”.

En determinado momento, escribe Robertson, “me rogó, como que mis muslos y piernas no estarían tan habituados como los suyos a la postura de cuclillas, que me sentase en la orilla de un catre de guasquilla que se veía en un rincón del cuarto y pidió que fuera arrastrado cerca del fogón”.

Bien pudo ser el catre del Cabildo, ya que la fecha de la presencia de Robertson en Purificación dataría del mes de “julio o agosto de 1815”, aunque la obsesión de Artigas por no generar costos innecesarios ponen en duda esta hipótesis.

Un mes antes, en julio, el Cabildo había dispuesto una partida de dinero mensual para la subsistencia de su familia y en enseñanza para su hijo que el Protector rechazó, y sólo aceptó la mitad, porque “usted no ignora mi indigencia, y en obsequio de mi patria, ella me empeña a no ser gravoso y sí agradecido”, aunque dejó constancia de que “aun esta erogación (créamelo V.S) la hubiese ahorrado a nuestro Estado naciente”.

1815 es un año clave para la consolidación del ideario artiguista y particularmente prolífico en realizaciones.

Con su firma, aparecen nada menos que el Reglamento sobre Derechos de Aduana, Importación y Exportación y el Reglamento para el Fomento de la Campaña y Seguridad de los Hacendados, además de la creación de una Biblioteca pública en Montevideo, promovida por Larrañaga, con anuencia del Protector.

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1 Comentario

  1. YA CON ARTIGAS SÉ FOMENTABAN LO DE SER AUSTEROS,PARA QUÉ LA NACIÓN FUERA MÁS FUERTE,PERO EMPEZARON A VENIR LOS GRINGOS Y ADIÓS EL PAÍS 🫂

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