El desafío de la educación global

La educación nació como un sector totalmente nacional, por ser un servicio de prestación presencial, por su rol político y cultural en la construcción de la identidad de las naciones, sus normativas y estándares locales, y su perfil de egreso centrado en demandas laborales locales de empresas orientadas a los mercados internos.

Esto ha cambiado radicalmente y múltiples autores, desde hace años, sostienen que asistimos a una transformación educativa dada por la rápida conformación de una educación global, especialmente en el nivel universitario. Así, la educación está inserta en el pasaje desde lógicas y pertinencias nacionales a internacionales, desde modalidades presenciales a híbridas y digitales, y de modelos homogéneos a dinámicas diversificadas, como parte de la construcción de un sistema educativo global. Y también para mejorar sus asimetrías de calidad y sus bajos resultados.

La globalización educativa no es un camino lineal sino marcado por múltiples procesos de divergencia y convergencia, pero que se está acelerado con la creciente imposición de una economía digital y en red globales. Son tecnologías que facilitan la internacionalización de los sectores intangibles, ofertas y demandas globales y el nacimiento de una competencia y articulación de los sistemas educativos a escala planetaria. Es parte de economías de exportación más globalizadas con amplias cadenas logísticas, mercados laborales con alta movilidad y teletrabajo en red y sistemas educativos globales virtualizados asociados al tipo de inserción de los países en la división internacional del trabajo.

Los crecientes niveles de conocimientos altamente transables facilitan estas transformaciones. La tendencia estructural a una educación global es incentivada también por las enormes asimetrías entre los sistemas educativos en términos de calidad, cantidad y pertinencia. Este escenario promueve el actual movimiento hacia la conformación de un sistema educativo global y el pasaje desde sistemas nacionales a una educación global, con muchas articulaciones glocales e híbridas. La internacionalización ayuda a mitigar las enormes desigualdades educativas y sociales. Si antes la educación era la argamasa de la identidad y del nacionalismo, ahora cumple la función de impulsar el globalismo y la movilidad directa a indirecta de los factores. Es que lo local ya no existe en igual dimensión que en el pasado analógico y nacional, y esos proteccionismos o falsas supuestas identidades promueven ineficiencias e ideologismos corporativistas que atentan contra la democratización del conocimiento, el mejoramiento de la calidad y una mejor inserción de los países en la economía global. Actualmente los países se diferencian por su rol en la división del trabajo educativo.

La pobreza o riqueza de las naciones hoy está asociada al diferenciado peso de los postgrados, de la investigación básica y especialmente aplicada, del grado de apertura y de movilidad académica, docente y estudiantil, al nivel de internacionalización y rigurosidad de sus sistemas de aseguramientos de la calidad, a sus tasas de titulación frente a la población económicamente activa o a los perfiles por competencias de sus egresados frente a las enormes demandas en las áreas de ciencia y tecnología así como a la gobernanza eficiente de sus sistemas o el volumen de recursos públicos y privados, entre otros. En estos indicadores y la articulación universidad – empresas, finalmente descansa el nivel del producto bruto, de la productividad y por ende de los ingresos per cápita.

La internacionalización es la palanca para permitir pasar de una ya obsoleta educación local, homogénea, presencial y de baja calidad altamente protegida, hacia una educación global, flexible, diversa e hibrida, para responder con pertinencia. Esta educación global es diversa y se expresa en múltiples formas educativas presenciales, virtuales o hibridas, en el multi currículo, las multi pedagogías y las multi modalidades. Lo hibrido no refiere a formatos presenciales o no presenciales sino a diversidad de modalidades, ambientes de aprendizaje y pedagogías, al ser el formato más eficiente para promover una articulación universitaria en el contexto global. Antes la globalización educativa se centraba en la movilidad estudiantil y en la movilidad docente. Luego incorporó la internacionalización de los currículos, las bibliografías y los recursos de aprendizaje. Desde los años 2000, con la primera oleada digital de la educación virtual asincrónica (LMS y MOOCS), la Organización Mundial del Comercio (OMC) agregó la educación transfronteriza digital desde los países centrales y el traslado y radicación de universidades internacionales fuera de sus países de origen. La enseñanza del inglés y las competencias internacionales se conformaron como requisitos también para construir la educación global. Con el desarrollo de Internet y las nuevas redes digitales, está irrumpiendo en la postpandemia una nueva oleada digital con la educación virtual sincrónica (Zoom) y la inteligencia artificial (simuladores y meta verso) como nuevas formas de educación global.

Pero estamos lejos de ese estadio de desarrollo en la región. Todos los indicadores muestran el muy reducido nivel de internacionalización de la educación superior en la región, sino que el proteccionismo educativo es altamente dominante.

No llegan al 1% los estudiantes internacionales que vienen a estudiar a la región y menos aun los que salen a estudiar fuera. El manejo de otros idiomas es lamentable y se carecen de programas fuertes en este tema. Demasiados países han impuesto limitaciones a la instalación de universidades extranjeras o a la presencia de una oferta universitaria transfronteriza.

Tampoco nuestras universidades se instalan en otros países, y prácticamente no compiten en el mundo. Los ranking son una triste realidad de nuestro sistema más allá de unas muy escasas situaciones. La realidad es la resistencia a la educación global y a la competencia internacional, lo cual impacta negativamente en los aprendizajes, en la calidad de los profesionales y la cobertura. Muchos gobiernos reclaman la apertura al comercio internacional y bajar las barreras arancelarias a nuestros productos, pero limitan el derecho de las personas a estudiar como quieran y donde quieran, a poder todas decisiones de formación en libertad. De hecho, casi exclusivamente las personas de los quintiles de ingresos muy altos pueden acceder a una educación global.

No se entiende que estamos frente a dos caras de la misma moneda. No se podrá acceder al mundo en los aspectos comerciales e insertarnos en economías de exportación, si a la vez no se abren las fronteras a los servicios educativos y se impulse una educación global, que beneficie la competencia y contribuya a mejorar la calidad de los aprendizajes y la productividad de las personas y los sistemas educativos.

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