El síndrome de Asperger es una afección del neurodesarrollo que forma parte del espectro autista. Se distingue por problemas en la comunicación social y en la adaptabilidad de su pensamiento y conducta. El síndrome de Asperger se refiere al autismo cuando no se presentan problemas intelectuales ni problemas relevantes de lenguaje en sus manifestaciones formales.
Esta condición pertenece al Trastorno del Espectro Autista (TEA) y los individuos que en su momento fueron diagnosticados con este trastorno comparten los rasgos fundamentales de la condición: problemas en la comunicación social y en la adaptabilidad en el pensamiento y comportamiento. No obstante, poseen un lenguaje fluido y una habilidad intelectual similar o incluso más alta que la media de la población.
El síndrome de Asperger impacta a entre 3 y 7 de cada 1000 niños y niñas a nivel global; es más común en niños que en niñas, lo que significa que de cada 4 niños, solo 1 niña padece este trastorno. Los síntomas iniciales más destacados incluyen la disfunción social; problemas en tareas fundamentales y diarias, como la alimentación; problemas para las distintas formas de comunicación y alteración en el juego.
Según la Asociación Americana de Psiquiatría (APA), la condición ya no se considera como un trastorno categorial, sino dimensional, donde las personas tienen algunos síntomas en distinta medida. Aunque el diagnóstico de Asperger se ha realizado con mayor exactitud en años recientes, todavía no se han definido las claves para identificar con precisión este síndrome.
El trabajo de identificar el síndrome puede involucrar a psicólogos, psiquiatras, neurólogos, así como a pediatras y neuropediatras. Es crucial destacar que nos encontramos frente a un síndrome que a menudo ha recibido diagnósticos erróneos. Detectar esta condición no es un trabajo sencillo y, generalmente, suele ser un proceso largo.
Es fundamental que los profesionales profundicen y conozcan diferentes aspectos de la vida de la persona e indaguen en cada uno de sus síntomas. Más allá de quién realice los estudios correspondientes, contar con un diagnóstico precoz del síndrome es vital para el desarrollo y la evolución del paciente. La detección e intervención temprana permiten proporcionar las herramientas y recursos necesarios para que la persona afectada pueda desarrollar su vida de la mejor manera posible.
Un estudio muestra que los niños que no reciben ninguna ayuda en relación a su diagnóstico, ni apoyo social, finalizan años esenciales en la educación primaria; además, presentan más dificultades en los años finales de la escuela. Los compañeros y sus profesores pueden expresar hostilidad hacia ellos, provocando así una frustración en la sociedad.