En un bosque magnífico y sereno, al pie de unas montañas azules, vivía un colibrí que volaba más rápido que el viento. Cada mañana, saludaba al río con un zumbido “¡Zzzzum!” y se reía cuando su eco le respondía igual de rápido.
Cerca del río, en un árbol grande lleno de flores, vivía una familia de ardillas juguetonas. Les encantaba reír, saltar y contar historias. A veces, le decían al colibrí “¡Zumbón!” y todos se reían cuando él pasaba.
El colibrí saludaba educadamente a todas las ardillas. Más allá, en un tronco hueco, vivía Don Pico, un pájaro carpintero con un pico tan largo que al martillar hacía temblar las hojas. Las ardillas lo llamaban “Toc-Toc Narizón” y el colibrí que se sumaba a la diversión del saludo le decía – hola buen día “Pico-Martillo”.
A todo esto las risas y el eco que el río dejaba sonar les encantaba. Un día, Don Pico dejó de martillar. El colibrí ya no volaba tan rápido. Las ardillas no saltaban tanto. El bosque se sintió más callado.El eco en el río no entonaba nada, no repetía el agradable sonido de sus acciones.
-¿Qué pasó? -preguntó el colibrí. -Tal vez nuestras bromas no eran tan divertidas – dijo la ardilla mayor. (Que era muy sabia) – Quizá esos apodos no eran tan bonitos como creíamos – dijo Don Pico desde su tronco.
El río los escuchaba en silencio.
Entonces, todos se reunieron junto al agua brillante y hablaron. Se miraron con cariño. Se pidieron perdón y se abrazaron.
- Me gusta que me llames por mi nombre – dijo Don Pico.
- Y a mí que me digas solo colibrí – dijo el pequeño volador.
- Y nosotros somos las ardillas saltarinas, no “cola de pompón” – dijeron riendo al unísono las ardillas que siempre se divertían con todo.
Desde ese día, en el bosque cerca de las hermosas montañas cubiertas por el inmenso cielo azul, los amigos se comenzaron a llamar con respeto, sin dejar de jugar ni de reír. Porque la amistad se construye con palabras bonitas y corazones sinceros, con alegría, felicidad y mucho respeto.
Y así, desde ese día el eco del río volvió a sonar alegre, como una canción que se canta igual al derecho que al revés.
El eco que el río canta
Siempre lo hace con respeto.
Las montañas son azules.
Y un pájaro colibrí
vuela por este gran bosque.
Un pica palo trabaja
Unas ardillas que juegan
Todo el bosque se divierte
Y el río que en eco canta.
FIN…
María Fernanda tiene varios libros publicados, por sus actividades recibió varios reconocimientos nacionales e internacionales.
Premio Red Cultural Mercosur, Premio internacional Madre Teresa de Calcuta. Galardón Mujeres hacedoras de grandes metas. Ana del Valle. Premio Victoria. Premio Estrella del sur. Reconocimiento de Deloitte y Unicef. ¡Qué están haciendo las empresas por los niños en Uruguay” recibió “Sol de Oro al mérito” por la autoridades de Chosica, Perú, entre otros… María Fernanda ha participado en encuentros nacionales e internacionales representando su Organización junto a otros Artistas Uruguayos.
Escribir para los niños es pura emoción, en ellos encontramos la imaginación, y la esperanza.
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