El Papa Francisco, a favor de introducir itinerarios psicológicos en los seminarios para prevenir abusos

"Hay que saber, antes de la ordenación sacerdotal, si existen inclinaciones al abuso" dijo.

El Papa Francisco se ha mostrado a favor de introducir itinerarios psicológicos en los seminarios que preparan a los futuros sacerdotes como método para prevenir los abusos sexuales a menores.

«En mi opinión, es muy útil. Por todo lo que ha sucedido; los abusos sexuales de menores por parte del clero han puesto dramáticamente de relieve este problema. Hay que saber, antes de la ordenación sacerdotal, si existen inclinaciones al abuso», valora el Papa en una conversación con el psicoterapeuta italiano Salvo Noè que prologa el libro ‘La paura come dono’ (‘El miedo como don’), de la editorial San Pablo y que se publica el próximo 25 de enero.

A su juicio, si no se reconocen, estos problemas pueden tener efectos «devastadores». Del mismo, modo aprecia que el seminario no es «un refugio» para las «muchas limitaciones» que puedan tener las personas, ni para las «carencias psicológicas». «Junto con las demás enseñanzas y caminos espirituales, contar con un psicólogo como guía en la maduración personal puede ser útil. Todo ello para comprender el aspecto de la madurez humana y cristiana y madurez cristiana y posibles problemas de índole psicológica», manifiesta. De esta manera, en el texto, al que ha tenido acceso Europa Press, revela que se encontró en el pasado con sacerdotes que «no estaban muy convencidos de su elección». Para el Pontífice, la formación de los sacerdotes debe activar «la conciencia de la vocación». «Es mejor perder una vocación que arriesgarse con un candidato inseguro», remacha.

El Papa también habla de las dificultades de las familias, que en su opinión siempre se superan «con amor». «Ciertamente no existe la familia perfecta, no existen los esposos perfectos, los padres perfectos o los hijos perfectos, sino personas que, a través del cariño y la buena comunicación, siempre pueden encontrar una forma cristiana de afrontar los momentos difíciles», incide. Además, en el libro, el Papa insta a no «juzgar» ni «marginar» a los homosexuales tras asegurar que el estilo de Dios es la «cercanía, la misericordia y la ternura».

«Dios es Padre y no niega a ninguno de sus hijos. Y el estilo de Dios es la cercanía, la misericordia y la ternura. No juzgar y marginar. Dios se acerca con amor a cada uno de sus hijos, a todos y cada uno de ellos. Su corazón está abierto a todos y cada uno. Él es Padre. El amor no divide, sino que une», asegura. Francisco relata en el libro sus sensaciones durante estos años de Pontificado, a partir de su elección en el Cónclave y revela que él también tiene a veces «miedo» de equivocarse, pero considera que «el miedo excesivo no es cristiano». «El miedo excesivo es una actitud que nos hace daño, nos debilita, nos encoge, nos paraliza. Tanto es así que una persona esclavizada por el miedo no se mueve, no sabe qué hacer: está temerosa, centrada en sí misma, esperando que ocurra algo malo. Así que el miedo conduce a una actitud que paraliza», observa.

Además, reflexiona también sobre temas como la acogida de inmigrantes o la hipocresía. Para el Papa, la hipocresía en la Iglesia es «particularmente detestable», aunque reconoce que hay muchos cristianos y ministros hipócritas».

Junto con ello, el Pontífice denuncia que se usa a los migrantes para asustar a la gente, para hacerles creer que de ahí vienen «problemas». «Nuestros problemas surgen de la falta de valores elevados, de la forma desordenada de vivir en nuestros hogares y en nuestras ciudades, del vacío de la fe que nos aleja unos de otros y no nos permite la fraternidad», asegura. Así, insta a crear espacios de encuentro con los «extranjeros que llaman a las puertas» de los países occidentales porque ofrecen «la posibilidad de superar» los miedos para «encontrar acoger y asistir a Jesús en persona». En cualquier caso, considera que el temor es «legítimo» también porque «falta preparación para este encuentro». «No es fácil entrar en la cultura de los demás, ponerse en la piel de personas tan diferentes a nosotros, comprender sus pensamientos y experiencias. Y así, a menudo, levantamos muros para defendernos. En cambio, estamos llamados a superar este miedo para abrirnos al encuentro», concluye.

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