La epilepsia es el resultado de una actividad eléctrica anormal del cerebro, también llamada crisis epiléptica, que es una especie de tormenta eléctrica dentro de la cabeza y hace que el cerebro no pueda cumplir el 100% de sus funciones. Esta enfermedad no es contagiosa, pero sí es necesario atenderla a tiempo.
También conocida como trastorno convulsivo, causa convulsiones recurrentes. En la actualidad hay muchos tipos de epilepsia; en algunas personas, se puede identificar la causa y en otras se desconoce. Los síntomas de las convulsiones pueden variar mucho; algunas personas pueden perder el conocimiento durante una convulsión; otras pueden permanecer con la mirada fija por algunos segundos y otras pueden mover repetidamente los brazos o las piernas. A estos movimientos se los conoce como convulsiones.
A nivel mundial, se estima que 5 millones de personas son diagnosticadas con epilepsia cada año. En los países de ingresos altos, se calcula que cada año se diagnostica epilepsia a 49 por cada 100.000 personas. En los países de ingresos bajos y medianos, esta cifra puede llegar a 139 por cada 100 000.
Es importante señalar que existe evidencia que muestra un contraste determinante en la calidad de vida entre pacientes cuyo padecimiento está siendo tratado adecuadamente y controlado y aquellos con tratamientos insuficientes o erróneos. Por lo que la atención médica a tiempo y efectiva es necesaria para controlar la enfermedad.
Es por eso que varios científicos están abordando métodos terapéuticos eficaces para mitigar el estrés psicológico, el aislamiento social y las comorbilidades psiquiátricas, que es la brecha desatendida en el bienestar completo del paciente con epilepsia, y no solo su control sintomático. Un manejo deficiente exacerba el temor a episodios imprevistos, generando un estado de alerta constante que lleva al estrés crónico, que a su vez incide en el número e intensidad de las crisis.