Estefanía Canalda: El libro “sigue siendo un bastión”

Ante los diferentes niveles de competencia que enfrenta el libro papel, la directora editorial de Fin de Siglo expresa que “uno tiene que adaptarse al mercado”.

Desde 1940, cada 26 de mayo se conmemora en Uruguay el Día Nacional del Libro, fecha en la que además se celebra el aniversario de la Biblioteca Nacional, la primera biblioteca pública del país, fundada en 1816. En este contexto, Diario La R se planteó navegar en uno de los factores claves para que un libro se publique y llegue a los lectores, la editorial.

Entre sus responsabilidades, la Biblioteca Nacional es la encargada de otorgar el Número Normalizado Internacional del Libro (ISBN) y desde 1987 Uruguay cuenta con una Ley del Libro donde se declara de interés nacional la producción, edición, coedición, impresión, introducción, comercialización y difusión del libro y se establecen mecanismos de asistencia crediticia, franquicias fiscales y otras facilidades para impulsar el sector. En relación a su densidad demográfica, nuestro país se encuentra entre los primeros lugares en publicaciones y lectoría, algo que no solo acompañó a la industria editorial en su trayectoría y presencia, sino que también responde al crecimiento de los autores-editores y editoriales independientes.

Fin de Siglo, es una editorial uruguaya que nace en febrero de 1991 con Naná, la noche de los 500 amores, escrita por Carlos Maggi en base a reportajes de Daniel Erosa y Carlos Peláez. En conversación con la directora editorial, Estefanía Canalda, nos explicó que el orígen no tenía por objetivo fundar una editorial, sino salir de las deudas que había en el semanario 20/21 dirigido por su padre, Edmundo Canalda. “Ese libro vendió tan bien que empiezan a sacar más ediciones”, recordó. Luego, aconteció que la publicación de La locura uruguaya, de Gustavo Ekroth se volvió uno de los “grandes hitos de la industria editorial en Uruguay por lo que vendió en aquel momento”, marcando un antes y un después en la editorial, que permitió proseguir un plan editorial los años siguientes.

Haciendo una comparación sobre los primeros años y lo que la editorial es en la actualidad, analiza que “no era un mercado que estuviera tan abarrotado como está ahora. Actualmente se edita muchísimo más, la competencia es mucho mayor, hay grandes grupos transnacionales y muchas editoriales independientes”, que también responden, estas últimas, a que en Uruguay hay cifras importantes de publicaciones “además, con muy buen nivel” y lectoría.

En este contexto Canalda explica que “uno tiene que adaptarse al mercado. Hoy está más atomizado, más segmentado y hay más nichos. Entonces, en general tenés que publicar muchos libros y vender un poco de cada uno”. Sin citar un número exacto, informó que “a cualquier librería llegan por mes entre una centena o más, de novedades y la mayoría no se promociona de igual forma, porque son demasiadas”. Además, a lo que se publica en Uruguay, se le suman los títulos que llegan del exterior y que “en general, tiene más espacio de vidriera”. Ante esto, “siempre está la discusión de cómo lograr que el libro nacional sea atractivo para estar en vidriera y de cómo hacemos para que las librerías prefieran poner mi libro antes que el libro de Stephen King, por ejemplo. Es muy difícil, entonces no siempre sucede que el libro llegue a ese nivel de exposición”.

Evolución y desafíos

Con 10 años trabajando en Fin de Siglo, entiende que no puede hacer un balance de cuánto cambió la industria pero sí expresó que “antes había una cuestión más colectiva de trabajar en equipo, porque el trabajo era presencial. Después de la pandemia nos volcamos un poco más a los freelancers que a la gente de plantel, sobre todo porque una editorial tiene momentos donde el trabajo es escaso y otros en los que no”.

Consultada por la presencia de tantas editoriales en el país, manifestó que “el que surjan editoriales nuevas no perjudica a nadie”, sin embargo aclara que “la fractura está entre las editoriales independientes y lo que son las transnacionales”, porque “cambian la lógica de mercado, en el sentido de que inyectan una cantidad tan descabellada de novedades por mes. No solo editan libros en Uruguay sino que además traen cientos y cientos de títulos de afuera y eso no deja mucho espacio para lo nacional porque tenemos un mercado pequeño”. Una discusión que surge en medio de esta situación, es cómo hacer que las librerías prefieran exhibir en vidriera autorías uruguayas.

En 2022 la Usina de percepción ciudadana realizó una encuesta que arrojó que el 73% leía al menos un libro al año (17% lee un libro, 12% lee dos libros, y 44% lee más de dos libros). Sin tener datos más actuales, Canalda destacó que a pesar de que el libro “ya no compite solo con uno de otra editorial, sino que ahora también compite con otros formatos y otros medios de entretenimiento que fueron surgiendo”, observa que “hay muchísima gente que sigue prefiriendo el libro papel” justificando este pensar en que “hay muchas librerías y editoriales en el país”.

En este contexto, destacó que el avance de la tecnología también permitió generar accesos a los libros que antes no existían, como la Biblioteca País de Ceibal, que describió como “una herramienta increíble que permite el acceso de forma gratuita a una cantidad de libros, desde novedades extranjeras hasta lo que se publica acá. Es una herramienta poderosísima y está en el celular”. En esa línea nombró otros dos fenómenos que surgieron que son el ebook, que “no cambió el mercado” y el audiolibro, que es “un camino que recién estamos explorando”.

“En Uruguay, sigue siendo caro publicar un libro y mandar un libro físico a cualquier otro país. Entonces, aggiornar la industria te abre posibilidades de vender. Muchas veces la experiencia es que vos liberás un PDF y la gente después compra el libro físico porque le gustó y lo quiere tener” analizó, sin embargo “

Otro desafío es la elección de los libros, “nos llega aproximadamente en promedio un manuscrito por día y es difícil pensar que se puede leer esa cantidad. Entonces, una de las vías más seguras es la recomendación, porque uno intenta hojear las primeras páginas de todo lo que llega para hacerse una idea, pero no se logra profundizar. Otra vía es el acuerdo con determinadas personas con conocimiento en algún área, como historiadores, periodistas, economistas, politólogos, y se le propone crear un libro. También surge material mediante concursos, obras inéditas premiadas y publicaciones realizadas por otras vías”.

El editor en Uruguay

Consultada por la formación de un editor en el país, considerando que la única carrera se encuentra en el ámbito privado, defendió que “se aprende haciéndolo, leyendo, con el trabajo de otros editores y puliendo el instinto para cuestionar ¿qué le falta a este libro?, ¿dónde hace agua?, ¿cuál es el momento en que me aburrió?, ¿qué me parece que quedó colgado?, entre otras”. Canalda informó que estudió Comunicación Social y admite que sería beneficioso que se cree una carrera pero más allá de lo que la formación base que uno genere, con las diferentes carreras que ofrece el país, “también hay un tema de concepción, porque un editor no solo hace la corrección de mesa, sino que es alguien con la capacidad de detectar autores, temas y manuscritos y eso requiere de capacidades que se entrenan haciendo, investigando y siendo consciente todo el tiempo del discurso mediático, del discurso en redes y de lo que está sucediendo”.

El libro hoy

Conmemorando el Día Nacional del Libro, Canalda reflexiona que “sigue siendo un bastión”. En ese sentido, explica que “no solo estamos en una era donde abunda la desinformación y la mentira, sino también el descuido en términos, por ejemplo, de periodismo, pero entonces el libro, por ejemplo, aporta la rigurosidad y la investigación de largo aliento. Cuando un periodista se sienta a hacer un libro tiene una relación distinta con la información, porque además es algo que va a perdurar, entonces tiene que sostenerse”.

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