Georgina Cooper, una de las supermodelos más icónicas de la década de los noventa, falleció a los 46 años en la isla griega de Kos.
La modelo británica, que comenzó su carrera a los 13 años, se destacó en la industria gracias a su participación en desfiles de renombradas marcas como Chanel y Vivienne Westwood. A pesar de su éxito, Cooper decidió alejarse de las pasarelas para dedicarse a su hijo, Sonny, tras su nacimiento. Su vida personal y profesional estuvo marcada por decisiones que priorizaban su familia.
Georgina Cooper perdió la vida a causa de una hemorragia cerebral relacionada con complicaciones derivadas del COVID-19, enfermedad que habría agravado su estado de salud en los últimos años. De acuerdo con su exagente, Dean Goodman, Cooper ya había enfrentado problemas de salud durante la pandemia, y sus ingresos al hospital se hicieron más frecuentes debido a secuelas persistentes.
«Georgina no se había sentido bien desde la pandemia y había desarrollado algunos problemas de salud. Aunque estaba entrando y saliendo del hospital, tenía planes para el futuro», afirmó Goodman. La supermodelo, que se había casado recientemente.