Nacido en 1960 en Ciénaga de Oro, Córdoba, en el norte de Colombia, Gustavo Petro se lanzó por tercera vez a la presidencia como candidato oficial de la izquierda. Tiene el reto de dejar atrás la imagen de sus opositores de ser un líder de ideas y actitudes recalcitrantes, y de tratar de unir a los sectores progresistas para gobernar el país.
Durante su campaña, Gustavo Petro cargó a cuestas el lastre de haber sido integrante de un grupo guerrillero que propició una de las peores tragedias de la historia del país, la toma del Palacio de Justicia (a pesar de no haber participado directamente), pero a la vez de ser uno de los líderes políticos más importantes de la historia reciente de Colombia.
Petro se define como un líder de izquierda «progresista» en un país altamente tradicional y de derecha. Propone hacer «girar la economía alrededor de la vida», apostarle a la riqueza natural y a la protección del medio ambiente, así como «profundizar la democracia», y hacer una estructura económica «que se base en la producción y no en la extracción», según dijo en una entrevista a CNN en julio de 2021. «No es posible una América Latina —llámela usted de izquierda o de derechas— que viva de sacar gas, petróleo o cobre. La única posibilidad de un desarrollo sostenible en América Latina es el conocimiento, es la producción», dijo a CNN en julio de 2021. A la campaña de 2022, el líder de izquierda llegó acercándose a sectores impensables para sus campañas anteriores como el pastor evangélico Alfredo Saade, quien participó en la consulta del Pacto Histórico.
Dos políticos tradicionales, que a principios de siglo fueron adeptos a Álvaro Uribe y luego a Juan Manuel Santos, fueron dos de los mayores alfiles de Petro en esta nueva campaña: Armando Benedetti (actual senador, elegido en 2020 por el Partido de la U) y Roy Barreras, antes senador del Partido de la U y ahora senador electo por el Pacto Histórico en 2022.
Petro representa uno de los extremos políticos antagonistas del expresidente Álvaro Uribe Vélez, una polarización de la que muchos dicen estar cansados, según señalaban encuestas del momento cuando había una disposición hacia el voto en blanco de cara a la segunda vuelta en 2018.
El ahora presidente electo no ha estado libre de polémicas dentro de su mismo movimiento, en particular con el sector feminista que lo ha criticado por no sancionar comportamientos machistas dentro de sus filas y por criticar el movimiento feminista, cuando aseguró en el diario El País de España que este movimiento «se ha quedado con la vieja izquierda tradicional en la esfera intelectual de la gran ciudad, sin vinculación con la población». Sin embargo, Petro ha dicho después que «el feminismo es futuro, país y camino hacia el cambio».
La carrera política de Petro
La política ha sido transversal a Gustavo Petro. A sus 62 años recoge un paso por la vida pública que lo ha llevado a ser personero y concejal de Zipaquirá, guerrillero, representante a la Cámara, agregado de la embajada de Colombia en Bélgica, alcalde de Bogotá y senador de Colombia durante dos periodos. A Petro sus rivales políticos lo siguen estigmatizando por su paso por la guerrilla del M-19, una guerrilla urbana de origen socialista, a la que se unió en su juventud. El M-19 dio muchos golpes de opinión como el robo de las armas del Ejército del Cantón Norte (1978), una fortaleza militar, a través de un túnel, y en un acto «simbólico», recuerda Petro», el M-19 robó la espada de Bolívar.
Tras años en el Senado, Petro sigue siendo reconocido como uno de los congresistas más destacados del país luego de destapar escándalos atroces como la ‘parapolítica’ (inflitración de paramilitares en la política) y los llamados falsos positivos (asesinatos extrajudiciales por parte del Ejército), en 2011 gana las elecciones para la alcaldía de Bogotá.
Tras una investigación disciplinaria por el manejo de una crisis relacionada con el sistema de recolección de basuras en la ciudad, fue destituido por la Procuraduría por 15 años para ejercer cargos públicos en 2013.
Pero lo que podría leerse como una «muerte política», le dio a Petro un impulso popular que dejó imágenes muy recordadas, con el alcalde defendiese en plaza pública y una multitud llenando la Plaza de Bolívar en el centro de Bogotá.
Petro fue el segundo candidato más votado en 2018 frente a Iván Duque, en una campaña altamente polarizada en la que muchos eligieron no alinearse con ninguno de los dos candidatos que representaban los extremos. Muchos otros, con el miedo de «ser como Venezuela» como decía la campaña del Centro Democrático, votaron en contra de Petro, apoyando a Duque, actual presidente de Colombia.
Sin embargo, en esta campaña, Petro mostró un tono más moderado, criticado por muchos de sus filas, por unirse con políticos tradicionales que manejan las llamadas maquinarias políticas.