Hay varias imágenes de Artigas presentes

Diario La R  habló con la historiadora Ana Ribeiro sobre la imagen del héroe nacional.

Para Ana Ribeiro Artigas se destacó por “la fuerza y alcance de todo lo que se propuso y de lo que hizo.

Recordando y celebrando el natalicio de Jose Artigas nos adentramos en parte de su historia y legado.

A nuestro Artigas todas sus actividades su compromiso y liderazgo lo destacaban sobre el resto; antes de unirse a la caballería, se dedicó a las tareas rurales y a la venta de cueros a exportadores, etapa en la que estuvo en contacto con nativos, paisanos, gauchos y otros pobladores de la campaña y adquirió conocimientos sobre gran parte de la geografía de la Banda Oriental. En 1797 ingresó como soldado de caballería en el regimiento de Blandengues, creado para combatir el robo de ganado y el contrabando en la Banda Oriental y proteger la frontera con los territorios portugueses. Durante esta actividad se ganó la confianza y el apoyo tanto de los estancieros como de los habitantes más modestos.

En 1811 se retiró del ejército español y se unió al movimiento revolucionario poniéndose a disposición de la Junta de Buenos Aires, acto que marcó su inicio en la participación en la revolución. La primera acción revolucionaria fue el “Grito de Asencio” el 28 de febrero y, tras Artigas reunir las partidas sueltas de patriotas que se levantaban por todas partes, a fin de poder atacar a los españoles, se inicia el 18 de mayo la conocida “Batalla de Las Piedras”, la primera gran victoria.

Teniendo en cuenta que su pisar no pasaba inadvertido, Ribeiro analiza que en la actualidad hay varias imágenes de Artigas presentes. Así como “la del héroe nacional, fundador de la democracia, se han ido sumando otros Artigas, que siempre es alguien ´construido´, como todo el pasado. O sea, alguien que con su vida generó las diferentes interpretaciones desde el presente”. Así afirma que “hay un Artigas caudillo agrario, revolucionario; hay un Artigas general, un militar al frente de un pueblo en armas; hay un Artigas solemne y uno más humanizado en el relato, capaz de equivocarse o dudar”.

Pero “en casi todas esas miradas o versiones, hay reconocimiento a su rol dentro del proceso independentista y sobre todo en el proceso identitario del país y sus ciudadanos. Eso es producto de la leyenda ‘dorada’ que se construyó a contrasentido de la ‘leyenda negra’, que se impuso en el siglo XIX”, informó.

Si bien descarta que la figura del prócer se esté dejando en el pasado, expresa que hoy “somos más conscientes del alcance de ese culto laico, que llegó al paroxismo con aquel himno que cantaban los niños en las escuelas: ‘para la historia un genio, para la patria un dios‘”. En ese sentido analiza que el conocimiento sobre Artigas que hay en la población “depende de quién hablemos. Un mal estudiante siempre sabrá poco, pero si es medianamente bueno el sistema le brinda mucha información; en cuanto a los historiadores, Artigas tiene un fabuloso archivo que ningún otro héroe nacional tiene: 39 tomos del Archivo Artigas, donde están éditos miles de documentos sobre su vida, su época, sus acciones militares, sus documentos políticos, su pensamiento y acción”, agregó.

Esta recopilación comenzó por ley en 1944 y desde la década de 1950 tuvo sucesivas ediciones, culminando en 2025. Reconocidos historiadores uruguayos estuvieron al frente de esta investigación; cabe destacar que en esta última etapa, la historiadora Ana Ribeiro, autora del prólogo del tomo final, fue considerada como “clave” en la investigación sobre los últimos años de Artigas en Paraguay.

Hoy se conmemoran 261 años del nacimeinto del héroe nacional.

Quienes estuvieron a su alrededor

Con una historia bien documentada, Ribeiro analiza que pese a “tener cientos de libros sobre su vida”, lo que siempre falta es alumbrar más a quienes estuvieron a su alrededor: aquellos que lo siguieron, que hicieron posible su fuerza militar y política y  que están más ‘a la sombra’ del gran hombre que en un primer plano, aunque tantas y tantas veces protagonizaron esos primeros planos”.

Artigas se destacó por “la fuerza y alcance de todo lo que se propuso y de lo que hizo (que no siempre coinciden)”, características que lo llevaron al liderazgo inigualable y a transformarse en la figura que significa en nuestra historia, pero que a su vez le generaron críticas y enemistades. El general Fructuoso Rivera perteneció a las fuerzas del prócer hasta que las diferencias políticas e ideológicas, así como ambiciones personales, lo llevaron a distanciarse de la causa del “Jefe de los Orientales”.

Después de Artigas vinieron otras figuras importantes que ayudaron a dar cierre a la idea de libertad que había plantado el prócer y que lo llevó a ser definido en ese lugar de héroe nacional. Ribeiro explica que “así lo construyó la historiografía, porque el personaje real tenía sustancia para que se lo elevará a la estatura de ‘pater’ nacional”.

Finalizando, agregó que “no es un invento, insisto, es una construcción colectiva. ¿Detractores? Muchos: en el momento de la leyenda negra eran la mayoría, luego sobrevivieron algunas voces singulares, en minoría respecto a la unanimidad del relato consagratorio”. En un punto de nuestra historia, se difundió una visión negativa de su figura histórica, mostrándolo como un líder sanguinario, un caudillo bárbaro, y se descalificaba su proyecto político y social, especialmente su Reglamento de Tierras. Este mal trago pasó gracias a investigaciones históricas que rescataron su figura. El reconocido profesor de historia “Vázquez Franco es el nombre que todos reconocen como crítico y opositor. Lo hizo con argumentación, que podía discutirse pero no ignorarse”. Franco cuestionó la construcción histórica de la figura de Artigas y la fecha de la independencia.

En el año 1820 las tropas artiguistas, al mando de Andrés Latorre, fueron sorprendidas por el ejército portugués al mando del Conde da Figueira y sufrieron la derrota. Se volvió así la Batalla de Tacuarembó, el último embate bélico de las tropas artiguistas en nuestro suelo y el cierre de la actuación pública del “Jefe de los Orientales” y “Protector de los Pueblos Libres”. En su búsqueda, del otro lado del río Uruguay, de unir nuevas fuerzas sufrió otras derrotas y buscó refugio en Paraguay, gobernado entonces por el Supremo Dictador Gaspar Rodríguez de Francia, quien le concedió refugio, desapareciendo así de los escenarios políticos del Plata. Hasta 1845 vivió en la Villa de Curuguaty, dedicándose a tareas agrícolas y al magisterio y marcando, como en cada acción que tomaba, una profunda huella. La policía local lo llamaba «Caraí Marangatú» (Padre de los pobres).

Desde 1845 hasta su fallecimiento a los 86 años, el 23 de septiembre de 1850, vivió en Asunción, en una modesta chacra ubicada en lo que hoy es el Jardín Botánico y Zoológico. Sus restos se repatriaron a Uruguay en 1856 y descansan en la Plaza Independencia de Montevideo.

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