Genocidio del Pueblo Palestino

Israel intercepta una nueva flotilla rumbo a Gaza y detiene a más de cien activistas internacionales

Mientras tanto, las embarcaciones confiscadas permanecen en puertos israelíes, los activistas enfrentan procesos de deportación.

Las aguas del Mediterráneo volvieron a tensarse este miércoles cuando la marina israelí interceptó la “Flotilla de la Libertad – Thousand Madleens”, un convoy de nueve embarcaciones civiles que transportaba medicinas, insumos hospitalarios y alimentos con destino a la Franja de Gaza. Según los organizadores, el abordaje se produjo a unas 120 millas náuticas de la costa, es decir, en aguas internacionales, mientras el grupo se dirigía al enclave palestino con la intención de romper el bloqueo impuesto por Israel desde 2007.

En las naves viajaban más de 140 activistas, médicos, periodistas y legisladores de distintos países. La campaña “Rumbo a Gaza”, parte de la red internacional de flotillas humanitarias, denunció que los tripulantes fueron detenidos y trasladados a puertos israelíes, donde permanecen bajo custodia a la espera de ser deportados. Entre los arrestados se encuentran ciudadanos europeos y latinoamericanos.

Israel confirmó la operación y aseguró que “los pasajeros fueron tratados de forma segura y sin incidentes”. Sin embargo, los organizadores denunciaron que se trató de un acto de piratería y violación del derecho internacional, ya que el convoy navegaba pacíficamente y sin armas. Los barcos transportaban más de 100.000 dólares en suministros médicos y respiradores destinados a hospitales de Gaza, cuya infraestructura sanitaria se encuentra al borde del colapso.

Una historia que se repite

La interceptación ocurre apenas una semana después de otra operación similar, en la que la marina israelí detuvo a los barcos de la “Flotilla Global Sumud”, arrestando a unos 450 activistas. La repetición de los incidentes ha reavivado el debate sobre la legalidad del bloqueo marítimo y el alcance de la ayuda humanitaria hacia Gaza, donde la ONU advierte una situación de catástrofe humanitaria sin precedentes.

El Ministerio de Exteriores de Turquía calificó el operativo como “una violación flagrante del derecho internacional y un acto de piratería”, mientras que organizaciones de derechos humanos y relatores de la ONU exigieron la liberación inmediata de los detenidos. “Estas acciones vulneran la libertad de navegación y obstaculizan el acceso humanitario ordenado por la Corte Internacional de Justicia”, señaló la relatora Irene Khan.

Por su parte, el gobierno israelí sostiene que el bloqueo marítimo es legal y necesario “para evitar el contrabando de armas hacia Hamas”, y acusa a las flotillas de buscar confrontación política más que asistencia efectiva.

El mar como escenario de resistencia

Desde 2010, distintas flotillas internacionales han intentado llegar a Gaza con ayuda civil, desafiando el cerco marítimo impuesto por Israel y Egipto. El primer episodio trágico ocurrió en mayo de aquel año, cuando el asalto israelí al Mavi Marmara dejó diez activistas turcos muertos y provocó una crisis diplomática global.

Quince años después, el escenario vuelve a repetirse: barcos civiles enfrentando buques de guerra, y una crisis humanitaria que no encuentra respiro. En medio de la devastación, los activistas insisten en que su misión no es solo llevar ayuda, sino mantener viva la denuncia internacional sobre el bloqueo.

“Cada metro que navegamos es una forma de resistencia civil”, declaró uno de los coordinadores de la flotilla antes de zarpar. Israel, en cambio, reafirma que no permitirá el ingreso marítimo sin control.

Mientras tanto, las embarcaciones confiscadas permanecen en puertos israelíes, los activistas enfrentan procesos de deportación, y Gaza sigue esperando la llegada de medicinas que no alcanzaron a tocar tierra.

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1 Comentario

  1. De lo que se trata o debería tratarse es que la ayuda internacional llegue a los civiles de Gaza Si Israel permite que la ayuda se desembarque en otro puerto habría que usar la oportunidad No se trata de hacer Prensa Los activistas deberían ser más prácticos o maduros

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