“La energía real no viene en lata”: mitos y realidades de las bebidas energizantes

En Uruguay, el 65,9% de los estudiantes de entre 13 y 17 años consumió bebidas “energizantes” en el último año.

Secretario general de la Secretaría Nacional de Drogas, Gabriel Rossi.

La Secretaría Nacional de Drogas (SND) organizó una jornada académica denominada “Bebidas Energizantes: mitos y realidades”. En esta ocasión se exhibieron datos y los resultados de trabajos sobre el consumo y sus consecuencias, elaborados por el Observatorio Uruguayo de Drogas y la Universidad de la República. El secretario general de la SND, Gabriel Rossi, destacó el trabajo articulado porque “para nosotros es muy importante trabajar en base a la evidencia y es nuestro objetivo hacer política pública en el sentido de que la evidencia nos ampare”.

Las bebidas energizantes son bebidas gasificadas no alcohólicas que poseen ingredientes como aminoácidos, azúcares y cafeína, acompañados de hidratos de carbono, extractos vegetales, vitaminas o minerales y otros ingredientes (conservantes, acidulantes, saborizantes y colorantes). Estos productos son estimulantes con base en cafeína enmascarada con guaraná, extracto natural que también contiene cafeína. Tomando en cuenta la equivalencia, informaron que una lata equivale a cuatro tazas de café y 20 cucharaditas de azúcar. Estas no deben confundirse con bebidas deportivas o isotónicas, “las cuales no contienen cafeína ni otros estimulantes del sistema nervioso central”.

Al ser la cafeína una droga estimulante del sistema nervioso central, el consumo de estas bebidas se asocia un aumento del estado de alerta y disminución de la sensación de fatiga mental y física, de manera similar a como lo hacen las anfetaminas. A dosis altas, por sobreestimulación, producen nerviosismo, inquietud, insomnio, temblores e hiperestesias. En dosis tóxicas se han descrito convulsiones, episodios de psicosis o manía, hiperactividad, agresividad.

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La cafeína produce dependencia psíquica y física con síndrome de abstinencia que aparece entre doce y veinticuatro horas después del cese del consumo.

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Se caracteriza por cefaleas, ansiedad o depresión, apatía, debilidad, letargo, irritabilidad,incremento de la tensión muscular, temblor, náuseas, vómitos y sensación de abstinencia con ansia de búsqueda de la droga. La cafeína produce algunos efectos adversos a considerar: anorexia, temblor, sudoración, mareos, taquicardias, deshidratación asociada al aumento de la diuresis,insomnio.

Por otra parte, en el documento se expresa que en el sistema cardiovascular la cafeína produce aumento de la frecuencia cardíaca, extrasístoles ventriculares y otras arritmias. En el riñón posee un efecto diurético que aumenta la eliminación de orina y minerales. Además, no está comprobado que alguno de estos componentes ofrezca beneficios suplementarios para la salud y que mejore la nutrición de los consumidores.

También se pueden encontrar asociadas a cualquier otra sustancia como bebidas alcohólicas, cocaína, cannabis, entre otras. “La asociación entre sustancias psicoactivas produce sobrecarga metabólica y además enmascara cuadros clínicos típicos, es decir, dificulta el diagnóstico clínico, añadiendo más riesgos”. La combinación con alcohol puede aumentar la ingesta y con ello el riesgo de intoxicación.

El uso de bebidas energizantes continúa creciendo en los adolescentes siendo populares en centros de educación.

Motivos detrás del consumo

Durante la jornada, el subsecretario de Salud Pública, Leonel Briozzo, dijo que lo que más preocupa es el inicio precoz y el uso generalizado entre adolescentes y jóvenes. En ese sentido, aclaró que no se trata de prohibir, sino de abordarlo como un problema sociosanitario, porque según los datos obtenidos en Uruguay el 65,9% de los estudiantes de entre 13 y 17 años consumió bebidas energizantes en el último año y que la edad promedio de inicio es a los 13 años. Por otra parte, informaron que en el mundo entre el 30 y el 50% de los adolescentes y jóvenes las utilizan.

Por su parte, la directora de la Escuela Nacional de Nutrición, Myriam De León, entiende que hay una necesidad de que las personas “conozcan, sepan el impacto de elegir una cosa u otra y así puedan elegir de una forma más adecuada”. Sin embargo, aclaró que no solo hay que concientizar a los jóvenes sino también a las personas responsables de ellos sobre el consumo de las bebidas estimulantes y el promover una alimentación saludable.

En este contexto, resaltamos que desde la Unidad Académica de Psiquiatría Pediátrica, la Dra. Ana Inés Paullier, psiquiatra de niños y adolescentes, presentó los resultados de dos trabajos, donde se relevó que el acceso a las bebidas energizantes de los adolescentes encuestados (entre 13 y 19 años) se da en un 65% por sus propios medios y al 17,3% se les brinda en su casa. Asimismo, el 82% de los adolescentes refieren que sus padres están en conocimiento de su consumo.

A partir de dos talleres realizados con jóvenes universitarios (entre 18 y 29 años) en Montevideo y en Tacuarembó para obtener información respecto a las motivaciones, las ocasiones de consumo y qué efecto buscan al tomar estas bebidas. La Ingeniera en Alimentos y Doctora en Química Lucía Antúnez, Asistente del Área Sensometría y Ciencia del Consumidor del Instituto Polo Tecnológico de Pando (Facultad de Química –UdelaR) explicó cómo ven las bebidas energizantes los adolescentes y adultos jóvenes.

El principal motivo de consumo es la búsqueda de energía, seguida del mantenerse despierto y se menciona la mezcla con alcohol. En cuanto a las ocasiones de consumo, a nivel individual referencian el cansancio y el hacer frente a obligaciones laborales o de estudio, y a nivel social lo vinculan con la participación en fiestas o salidas con amigos, cumpleaños.

Por otro lado, se señala como motivo de consumo “por moda” o incluso su asociación con influencers, deportes, así como se evidencia que en ocasiones son los padres quienes actúan como agentes que introducen las bebidas energizantes en adolescentes.

Por otra parte, desde el Observatorio Uruguayo de Drogas se realizó una encuesta a estudiantes de Enseñanza Media (entre 13 y 17 años) de liceos públicos, privados y educación técnica, donde los resultados arrojan que el 82% de los jóvenes ingirieron al menos un sorbo de las bebidas denominadas “energizantes” y el 37% de esta población consumió este producto en el último mes. En conclusión, anunciaron que entre los años 2018 y 2024 la prevalencia de consumo se incrementó más de 20 puntos porcentuales.

Desde el área de Prevención de la SND su coordinadora, Lic. Victoria González, remarcó la necesidad de involucrar y escuchar a los adolescentes a la hora de delinear de qué forma comunicar los riesgos asociados al uso de estas bebidas. También expresó que “es muy difícil pensar una estrategia de prevención para energizantes si no pensamos en el sistema integrado, en cómo trabajamos a nivel familia, ámbito laboral, ámbito comunitario.

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